Al hablar con salvadoreños o los extranjeros que estuvieron aquí hace quince años o más, nos expresan su asombro y gran beneplácito por todos los avances realizados
Domingo 26 de Julio. Tomado de El Diario de Hoy.
"Los procesos de descentralización y desarrollo local" son una de las cuatro prioridades que enumera el secretario de Asuntos Estratégicos del Gobierno, Hato Hasbún, para "saldarle al país una vieja deuda, la del desarrollo nacional". Comenzaremos por señalar que desarrollo nacional lo hay, que hemos logrado situarnos como un país de renta media, que se han llenado muchos de los objetivos del Milenio y que se reconstruyó la espantosa destrucción causada por la agresión armada de los Ochenta, las reformas duartistas y tres terremotos.
Hace setenta años mucha gente iba descalza en nuestras ciudades, eran escasos los servicios públicos y sociales en las áreas rurales, más del sesenta por ciento de los salvadoreños no podía leer y dependíamos del cultivo del café para nuestra subsistencia. Al hablar con salvadoreños o los extranjeros que estuvieron aquí hace quince años o más, nos expresan su asombro y gran beneplácito por todos los avances realizados.
Con respeto le pedimos, señor Hasbún, recordar las condiciones en que vivíamos en los años de la gran demencia para rectificar su postura: el gobierno se esforzará por mantener y de ser posible superar el ritmo de desarrollo que hemos tenido. El no irnos para abajo sería ya una gran conquista.
Comiéncese con un sencillo ejercicio: recorra, don Hato, San Salvador y cualquier ciudad del país a la búsqueda de obras que NO hayan sido realizadas por emprendedores privados o con los impuestos que generan. No hay urbanización, centro de mercadeo, industria, tienda de barrio, aserradero y granja, clínica, escuela, puente, carretera, señalización vial, transporte, puesto de policía, lo que sea, que sea fruto del esfuerzo de políticos generando riqueza por su cuenta. Todo es producto de empresarios (grandes, chicos o medianos) y de las organizaciones productivas que ellos o sus antecesores fundaron y desarrollaron.
Es importante, obviamente muy importante, analizar las causas que retrasan o impiden el desarrollo local y la descentralización. La primera se debe a las consecuencias, como ya señalamos, de la agresión armada de los Ochenta, que dispersó familias, aniquiló mucha de su infraestructura y unidades de producción y forzó a grandes sectores de las zonas rurales y del interior a refugiarse en San Salvador o emigrar al extranjero. Es ese el principal origen de las villas miseria que rodean nuestras ciudades, los desplazados por la guerra.
Ablandando el trato a los criminales
El cuadro se complica por el resurgimiento de la delincuencia, otra de las herencias de la década perdida. De las bandas de desmovilizados que asolaban el interior se pasó a las maras y las extorsiones, cuyo blanco primordial son los pequeños negocios, los vecindarios y los transportistas. La estrategia para combatir la terrible lacra, llamada por el FBI como el crimen organizado peor del mundo, es ir desmantelando Zacatraz, hablar de suprimir los tribunales especiales y no informar al público de quiénes son los capturados. Las disposiciones de la aberrante Ley del Menor Infractor, no publicar fotos ni nombres de las angelicales criaturas que violan, asesinan y asaltan, se extienden ahora a todos los criminales indistintamente de su peligrosidad o sus años de vida.
Sin seguridad simplemente no habrá desarrollo y ni siquiera se podrá mantener lo alcanzado. A los locales no les queda otro remedio que continuar trabajando, pero es crecientemente difícil atraer nueva inversión.
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