Hay que trabajar a fondo por la reactivación

Las necesidades inmediatas hay que enfrentarlas con programas de efecto rápido. Es lo que se propone, para el caso, el plan Casa para Todos, lanzado la pasada semana por el Gobierno.

Escrito por Editorial. Martes 21 de Julio de 2009. Tomado de La Prensa Grafica.

Hablar de reactivación en estos momentos en que todos los indicadores económicos fundamentales están enviando mensajes preocupantes puede parecer prematuro y hasta ingenuo; pero la experiencia enseña que así como las crisis empiezan a dar señales con bastante antelación a sus estallidos, igual les pasa a los movimientos de recuperación: sus signos van apareciendo entre la oscuridad de las grandes perturbaciones. Es hora, pues, de emprender tratamientos inmediatos a los problemas más urgentes, que tienen que ver con las condiciones de vida de la población, en especial la más vulnerable; y a la vez de ir sentando bases realmente propiciadoras de la recuperación.

Dos factores, en apariencia contrapuestos, deben interactuar en el ambiente: la audacia y la prudencia. Audacia en la creatividad de estímulos sostenibles; prudencia en el manejo de situaciones que fácilmente se van de las manos. Un ejemplo de lo primero tendría que ser la dinamización progresiva de los mecanismos productivos, con una ineludible dosis de confianza para que el sector privado en todos sus niveles retome su dinámica natural; un ejemplo de lo segundo debe ser el tratamiento institucional adecuado de retos como la emergencia por la expansión de la influenza A H1N1.

Ahora mismo tiene que haber, con más apremio que nunca, una integración básica entre las tres grandes estrategias que exige siempre la realidad: la política, la económica y la social. Que nadie se dispare por su cuenta, porque esa es la receta del fracaso de cualquier iniciativa. En circunstancias de crisis, los márgenes de acción se reducen al mínimo, y salirse de esos márgenes lo acaba pagando el país a precios incalculables.

Inicio de programas concretos

Las necesidades inmediatas hay que enfrentarlas con programas de efecto rápido. Es lo que se propone, para el caso, el plan Casa para Todos, lanzado la pasada semana por el Gobierno. Tal como se anuncia, dicho plan busca llenar varios fines con un solo esfuerzo: proveer de vivienda a miles de familias que carecen de ella, darle un estímulo en los hechos al sector construcción y generar una importante cantidad de empleos. Este plan es una prueba a la efectividad institucional, y una de sus claves de éxito real es que sea operado con máxima agilidad y transparencia.

Como señal, la más importante de este plan es que surge en conjunción de sectores públicos y privados. Se viene insistiendo en una necesidad que las condiciones actuales hacen impostergable: mover confianza en una doble vía, del Gobierno hacia los sectores privados y de los sectores privados hacia la institucionalidad gubernamental. Esta es, por distintas e imperiosas razones, la coyuntura más adecuada para consolidar en el país una atmósfera de confianza intersectorial, sin la cual todo se enrarece y se contamina.

Del beneficio de la confianza hay que pasar cuanto antes a las pruebas de la confianza, y en esa vía se puede ir llegando a una normalidad efectiva y gobernable, que es lo que le da asiento definitivo a la democratización. Hasta hoy no se ven por ninguna parte signos graves de desajuste; pero hay que estar atentos al desarrollo de los acontecimientos. Tal vigilancia es la mejor guardiana de la sana estabilidad nacional.