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2011/02/07

Voces-En el Distrito 2 de San Salvador, los vecinos de la comunidad La Granjita dijeron bien alto que “ellos y ellas, sí pueden” - VOCES Diario Digital

 Hay noticias que merecen ser contadas… pero nadie las cuenta. No ocupan jamás las portadas de los grandes medios. Sin embargo, esas noticias cambian, a veces, la vida de las personas.

Por Raul Llarull.07 de Febrero.Tomado de Voces.

El sol de la tarde golpeaba con fuerza la tranquila calle La Granjita, en San Antonio Abad, en el Distrito 2 de San Salvador. En un recodo de la calle, unas sillas de plástico sobre el asfalto anunciaban el acto que estaba por comenzar.

Poco a poco, las sillas se llenaron de hombres y mujeres humildes, que llegaban en orden a ocupar sus asientos. Los de las primeras filas, la mayoría personas adultas mayores, pero también gente de mediana edad, se veían nerviosos y a la vez alegres: eran los asientos que ocupaban aquellos que serían el centro del evento. La primera promoción de estudiantes que habían completado uno de los tres primeros niveles del plan de educación básica para adultos, organizado por el ministerio de Educación sobre la base del sistema cubano de enseñanza “Yo sí puedo”, que ha llevado la alfabetización a millones de hombres y mujeres en el mundo. Hoy el plan se desarrolla en El Salvador, y los vecinos de la calle La Granjita dan testimonio de su éxito.

A pocos metros del lugar donde se llevó a cabo la ceremonia de graduación tiene su sede la iglesia El Despertar, lugar donde, en 1979, las fuerzas represivas de la época entraron a sangre y fuego con sus tanquetas para asesinar al padre Octavio Ortiz y varios jóvenes que se encontraban en el lugar, en lo que se conoce como la masacre de El Despertar. No podemos dejar de pensar que, desde algún lugar, esos mártires sonreirían al ver que, poco a poco, las razones que entonces les impulsaban a propagar las ideas de un mundo más justo y solidario, se iban haciendo realidad a apenas uno pasos del lugar de su martirio.

Don Pablito, la vida comienza a los 91

En octubre de 2010, don Pablito no sabía leer ni escribir. Nunca había ido a una escuela. “Si donde yo me crié no hay nada”, nos cuenta con una sonrisa que lo acompaña mientras sostiene con amor su diploma de egresado del primer nivel del curso de formación de adultos. “Yo soy nacido en Guadalupe, departamento de San Vicente – relata don Pablito- pero con aquel ciclón que hubo en 1934, quedamos en la calle”.

A San Salvador llegó en 1940. Revela que él era un hombre solitario, “yo trabajaba en la finca casi solo, no andaba con compañero ni con nadie, así que no me dediqué más que a trabajar y nunca estudié. Esa fue una gran pérdida para mí”, reconoce.

Don Pablito es electricista. Ahora, a sus 91 años, recuerda que cuando aprendió el oficio necesitó muchas veces el leer y el escribir, no solo para interpretar planos y materiales propios del oficio, sino porque al no poder presentar un certificado, lo tenían trabajando siempre con salarios mínimos, que apenas ayudaba para la subsistencia de su familia, compuesta por su esposa – ya fallecida- y por sus cinco hijos, de los cuales sobreviven cuatro.

En octubre del año pasado, Don Pablito se acercó a la casa de Don Lupe, un patriarca de la comunidad y miembro de la directiva de la Comunidad Calle La Granjita. Recuerda que allí le invitaron a incorporarse al plan de alfabetización para adultos “Yo sí puedo”, organizado por el ministerio de Educación del gobierno de El Salvador.

“De allí ya salí con mis primeros materiales y hoy estoy bien feliz de que ya puedo leer y escribir. Cuando me queda tiempo, me pongo a repasar los trabajos de la escuela”, confiesa, y tiene solo palabras de elogio para la maestra que le permitió quebrar esa barrera que le había afectado toda su vida. “La maestra es bien amable, con ella pude aprender lo que hoy se de leer y escribir”.

Loti, el amor hecho enseñanza

La maestra, es una vecina de la misma comunidad La Granjita, quien día a tras día, habiendo incluso dejado sus humildes obligaciones laborales para dedicarse a sus alumnos, mostraba su orgullo y satisfacción, en este cálido sábado de principios de febrero, cuando se entregaron los diplomas a los primeros alumnos y alumnas graduados del programa de alfabetización del MINED.

Loti, como todos conocen a Ana Carlota Medina, es una educadora vocacional, una humilde trabajadora a quien el plan de educación de adultos del ministerio de Educación formó como facilitadora para dar clases a aquellos vecinos y vecinas que, por una u otra razón, no habían tenido hasta la llegada del nuevo gobierno, la oportunidad de romper las cadenas del analfabetismo.

Loti es una más de cientos de mujeres y hombres anónimos que, día tras día, se esfuerzan por ayudar solidariamente a sus vecinos para demostrarles a ellas y ellos que “sí, pueden”. Sus alumnos y los miembros de la comunidad, hicieron entrega a Loti de una pequeña sorpresa, un certificado de reconocimiento por su desinteresada labor de alfabetizadora. La emoción de la maestra vocacional era casi incontenible, pero la sonrisa pudo más que las lágrimas. La sonrisa era, sin duda, de orgullo al ver recompensado el esfuerzo de sus alumnos.

La visión del MINED

Oscar Bonilla es el director departamental de San Salvador del programa de alfabetización de adultos del ministerio de Educación de El Salvador. Presidió la mesa de honor y fue, junto con otros funcionarios del MINED, encargado de entregar los certificados de graduación. Al finalizar la ceremonia, compartió con VOCES, el significado del acto y brindó detalles del programa.

“En primer lugar, como Ministerio de Educación estamos viendo ya los primeros frutos del plan de alfabetización de adultos. A pesar de todas las adversidades que hemos tenido para desarrollar el proceso de selección de promotores y facilitadores, así como la adaptación de las personas adultas a los tiempos que, quiérase o no, representa un giro total en la educación en el país. Siento que eventos como el que acaba de finalizar están enmarcados en los procesos que, como país, estamos desarrollando. Esperamos que desde ahora y hasta el 2014 bajemos a nivel departamental de San Salvador, la tasa de analfabetismo al 4%. El nivel actual es de 8,71%. Aunque esos son nuestros planes, esperamos que aún antes de 2014 hayamos superado nuestras propias expectativas”, comenta Bonilla.

Ese 4% a que hace referencia el director departamental del programa, significa unas 50 mil personas que serán alfabetizadas antes del finalizar el actual gobierno. El total de personas analfabetas en el departamento de San Salvador es de 96 mil 687. San Salvador es el departamento con mayor índice de analfabetismo en relación a su número de población total.

El programa Yo sí puedo

Para Bonilla, el programa cubano de alfabetización ha sido un aporte significativo, “porque se nos están dando todas las herramientas, la experiencia que tienen los alfabetizadoras y promotores cubanos con relación a otros países y a su realidad. Todo eso se está adaptando a nuestra realidad”.

Considera Bonilla que el plan y el programa Yo sí puedo, tienen un valor extraordinario para el desarrollo del país. “Si se pudo allá, por qué no se va a poder aquí”, reflexiona el director departamental de educación de adultos del MINED.

“Los asesores cubanos, en ese sentido, están impregnando bastante positivismo y creatividad en el programa y si nosotros, como autoridades, creemos en nuestras posibilidades, debemos impregnar esa visión en nuestra población. Nos faltaban muchísimas herramientas necesarias, y gracias a las reuniones constantes con los compañeros cubanos, con una pedagoga que nos muestra la pedagogía, el manejo, el dominio, nos está permitiendo avanzar, con capacitaciones en todas las regiones. Creo que al final de este año vamos a tener buenos avances. Desde el año pasado, que se inició el proceso, evidentemente ha habido debilidades, tal vez por nuestra propia falta de experiencia, pero hoy estamos retomando esas mismas debilidades para fortalecernos”, concluye Bonilla.

Poco a poco la tarde va cayendo, las sillas se fueron vaciando. Los niños que alegraron la ceremonia con sus bailes y coreografías, ya se han retirado, así como los orgullosos alumnos y alumnas que, ya graduados, partieron sosteniendo en sus manos un precioso trozo de papel que certifica sus esfuerzos.

La calle La Granjita vuelve poco a poco a la normalidad, el asfalto vuelve a ser ocupado por niños jugando al fútbol y los vecinos se sientan a las puertas de sus casas. Nos alejamos y pasamos frente a El Despertar desde cuyos muros aquellos mártires nos miran.

A veces, la revolución no es necesariamente ruidosa ni ocupa las primeras planas de los periódicos. A veces, la revolución es más silenciosa… nos vamos convencidos de que hemos sido testigos de un pedacito de revolución. Y estamos seguros que para cada una y cada uno de esos ancianos que hoy pueden firmar, leer, hacer operaciones matemáticas, esa revolución ha cambiado sus vidas para siempre. Aunque la noticia no ocupe jamás la primera página de los grandes medios.

En el Distrito 2 de San Salvador, los vecinos de la comunidad La Granjita dijeron bien alto que “ellos y ellas, sí pueden” - VOCES Diario Digital

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