Escrito por Gabriel Trillos.13 de Febrero.Tomado de La Prensa Gráfica.
Las buenas intenciones del nuevo director del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), el doctor Leonel Flores, han sido puestas de manifiesto. Son claras. Blancas. Indudables. Incuestionables. Ha iniciado con un diagnóstico práctico, recopilando información de primera mano, en las clínicas y los hospitales. Ha tenido docenas de reuniones con el personal, con las autoridades, con los sindicatos, con los medios, con los usuarios y con todo el que él ha considerado pertinente hacerlo. Ha definido sus prioridades, sus planes, sus objetivos. Un mes desde su juramentación. Plan trazado... y ahora, los cambios.
Flores, quien conoce el ISSS como ex miembro del staff médico y con una educación en Estados Unidos en los últimos diez años, se ha trazado un objetivo que parece muy evidente y que debería ser la razón de ser de la institución, pero que ha sido una promesa recurrente de otros directores y algo que parece ser una especie de infranqueable muro de Berlín en la guerra fría: mejor atención a los derechohabientes. Tan sencillo de escribir y decir y tan complicado de cumplir.
Podríamos describir cientos y cientos de casos registrados a diario de malos tratos en diferentes dependencias del Seguro Social, de historias del personal que apenas atiende a la gente, de mujeres que recién dan a luz y no hay quien les ofrezca agua en las horas y los días subsiguientes, de adultos mayores maltratados, de personas con discapacidad marginadas, de empleados que prefieren su café y sus pupusas antes de brindar la mano a un enfermo... y podemos seguir, y seguramente dentro del ISSS hay grandes capítulos positivos de la ciencia médica, de personal que sí es entregado y sacrificado, de hombres y mujeres que sí cumplen sus labores con la pasión y entrega debida y hacen el máximo esfuerzo por salvar vidas, por aplacar algunos dolores de graves enfermedades, por atender de la mejor manera y lo más pronto que pueden a una persona, procuran que le realicen exámenes y tenga su medicina a tiempo... pero como suele suceder... lo denigrante opaca y el peso de los malos tratos en la primera línea de atención básica es tan fuerte que muchos prefieren soportar sus dolores antes de ser humillados en una sala de espera.
El doctor Flores también tiene un reto fundamental, que él mismo además ha aceptado, y es con la transparencia en el uso de los fondos del ISSS. El Consejo Directivo, en donde se toman decisiones fundamentales de los destinos de la institución, es una de las entidades de mayor secretismo en el país. Sus reuniones son cerradas. Sus decisiones no son comunicadas. Sus resoluciones sobre las licitaciones y compras de medicamentos no son conocidas, ni se conocen los criterios sobre los que designan a sus proveedores. Y de todos es conocido que los negocios de compra de medicamentos son de millones de dólares en juego. El director no tiene voto. Los diputados deberían pensar ya en reformas a la ley orgánica del Seguro.
También se tienen los muchos intereses en juego de los diferentes sindicatos que ahora tiene el Seguro. Sindicatos conocidos por sus duras protestas, por sus disputas internas y por las prebendas y larga lista de beneficios que han obtenido a lo largo de los años a punta de cierre de clínicas y hospitales.
Y por no dejar de plantearlo, el nuevo director tiene el reto de mostrarle a El Salvador lo que los salvadoreños formados en Estados Unidos pueden hacer por el país. Está de por medio jugársela en nombre de los compatriotas en suelo estadounidense que han logrado metas y acceso a educación e instituciones de gran nivel que nos pueden enseñar mucho más allá de las remesas, que ya de por sí son las que sostienen al país.
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