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2011/02/08

LPG-Editorial-La mejor estrategia: tratamiento integral de los problemas

Ahora estamos pagando, a precio de oro, las consecuencias de no haber tenido una política energética inteligente y sostenida y de haber abandonado el agro en función de fantasías desarrollistas de escritorio.

Escrito por Editorial.08 de Febrero.Tomado de La Prensa Gráfica. 

 

Nuestra realidad nacional está cada vez más agobiada de dificultades, y eso exige bastante más coherencia, realismo y efectividad para enfrentar los problemas que se van acumulando con exigencia creciente de soluciones. En cuatro áreas son más sensibles y acuciantes las dificultades: en el área de la demanda social, en el área de la modernización económica, en el área de la disponibilidad financiera y en el área de seguridad. Cuando hay tantas urgencias al mismo tiempo, lo único que puede acarrear soluciones factibles es el tratamiento integrado de la problemática.

Puntos críticos como el alza en los precios del petróleo y el disparo en los precios de los alimentos en el plano global son factores que nos afectan de manera directa. No producimos ni una gota de petróleo y nuestra dependencia de la importación alimenticia es elevadísima. Ahora estamos pagando, a precio de oro, las consecuencias de no haber tenido una política energética inteligente y sostenida y de haber abandonado el agro en función de fantasías desarrollistas de escritorio. Los ilusos peligrosos hicieron creer que la agricultura era propia de sociedades subdesarrolladas, desentendiéndose del hecho patente de que las sociedades más desarrolladas lejos de dejar a un lado su producción agrícola siguen subsidiándola significativamente. En nuestro caso, se unió a eso una “reforma agraria” sin pies ni cabeza, que se lanzó a la brava con un propósito típicamente voluntarista: “quitarle banderas” a la guerrilla revolucionaria. La guerra llegó de inmediato y los daños estructurales quedaron hechos. Todo ello, lección de despiste culpable que habría que asimilar bien, para esto y para todo.

Como vemos en el día a día, la demanda social se hace más exigente porque mucha gente identifica el “cambio” publicitado hasta el cansancio con mejorías monetarias inmediatas. Los políticos tendrían que modular y administrar con más responsabilidad las expectativas que desatan. Y ahora, cuando estamos ya en campaña preelectoral, los riesgos de recaer en el dominio de la retórica irresponsable se multiplican.

En el ámbito agrícola, a la luz de la necesidad de hacer algo que apunte hacia la tan necesaria soberanía alimentaria, el Gobierno ha lanzado el proyecto de Agricultura Familiar, con el fin de pasar de una agricultura de mera supervivencia a otra de producción comercial. La propuesta, como tal, es válida y atendible; pero habrá que ver si pasa de ser una oferta coyuntural a convertirse en una realidad verdaderamente productiva y con capacidad de ser factor de desarrollo. Hay que esforzarse institucional y socialmente para que así sea.

La clave metodológica del éxito sigue estando en ver toda nuestra problemática básica con criterio integrador, porque si no, se corre el peligro cierto de deshacer con una mano lo que se hace con la otra, en lo que los gobiernos, aquí y en todas partes, parecen ser expertos. Visión consistente, planificación consecuente y ejecución diligente son elementos vitales para no continuar disparando al aire.

Habría que hacer mucha conciencia en el imperativo de racionalizar el manejo de los fenómenos reales, sin distorsiones ideológicas, prejuicios políticos ni atolondramientos administrativos. Esta es tarea que a todos nos compete, en nuestros respectivos campos de acción; pero que en primer lugar está encargada al Gobierno, que es el que conduce y a eso se ha comprometido.

La mejor estrategia: tratamiento integral de los problemas

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