Nuestro país carga con una extensa variedad de problemas económicos, sociales, ambientales, unos más complejos que otros. Si los reunimos para analizarlos concluiríamos en que realmente la convivencia colectiva se vuelve más difícil año con año.
Escrito por José Guillermo Zelaya.08 de Febrero.Tomado de La Prensa Gráfica.
Por supuesto que estos problemas deben enfrentarse procurando hacer a un lado las ilusiones de que podríamos superarlos todos de una sola vez.
Desmitificando el todo o nada que algunos maximalistas pregonan, tenemos que apostar por soluciones inmediatas a aquellos que más afectan a la ciudadanía, sin esperar cambios estructurales pues mientras lo estructural esté pendiente, se pueden resolver o intentar resolver los problemas menos complejos y más inmediatos.
El transporte público es uno que debe ser puesto en la lista de prioridades pues la vida de miles de personas mejoraría grandemente si fuera enfrentado y resuelto debidamente.
Lo primero que debe hacerse es reconocer que esta situación, por las prácticas y vicios que detectamos, es un foco de tensión social, violencia, delincuencia, contaminación, caos vial y ambiental. E históricamente, no se ha resuelto, porque las discusiones en su entorno se han politizado, pues tanto desde el Ejecutivo como desde la Asamblea se han salvaguardado intereses particulares, perdiendo de vista el interés público.
Además se ha otorgado todo tipo de privilegios a buseros y microbuseros, algo que para muchos ha hecho que aumente su capacidad de chantaje, haciéndoles creer que su poder los hace intocables y que la ilegalidad es algo que los tiene sin cuidado.
Muchos pensamos que el problema debe dejar de verse como algo solo relacionado con el reemplazo de unidades viejas por nuevas, pues de nada serviría contar con nuevos equipos si no se resuelve el problema del excesivo número de unidades concentradas en las zonas de siempre, ocupando espacio público, contaminado, consumiendo el subsidio gubernamental y generando tensiones sociales innecesarias.
Tampoco sirve contar con un parque de unidades nuevas, si quienes las van a conducir son los mismos motoristas que están acostumbrados a violar la dignidad de usuarios y peatones sin que nadie ponga alto a sus abusos.
Acostumbrados a que políticos y gobiernos no cumplan con sus promesas, ahora quisiéramos darle el beneficio de la duda al proyecto que presentó el gobierno actual, el Sistema Integrado de Transporte del Área Metropolitana de San Salvador (SITRAMS).
Una fuente oficial informó que funcionará bajo la construcción de un carril exclusivo para que transiten los autobuses en todo su recorrido. Para este tipo de transporte se utilizarían buses articulados, según se informó.
Agregaron que el período de diseño finalizaría en septiembre de 2011, para comenzar la etapa de construcción a finales de ese mismo año. La infraestructura incluiría las estaciones de transferencia de los pasajeros, aunque en este aspecto, los expertos advierten que las rutas planteadas en el nuevo sistema son demasiado cortas, y lo que se necesita son trayectos más largos, para que no haya trasbordos de pasajeros en el corazón de la capital.
La inversión, en la primera etapa del SITRAMSS, ha sido estimada en $50 millones, y será una alternativa para ordenar el transporte público de pasajeros en el área urbana.
El Gobierno está en el deber de prestar atención a los planteamientos que le presenten diferentes sectores de la sociedad para que la solución que se adopte sea exitosa, pero la voz más importante tendría que ser la de los ciudadanos, cuyo bienestar debe ser el objetivo fundamental de algo que ya no se puede postergar.
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