“La narcoatividad ahoga a la región, fomenta la delincuencia común y el crecimiento de las maras. La guerra no se les puede ganar a los narcos. La única forma de terminarla es legalizándola en Estados Unidos. Bienvenido, presidente Obama, ayúdenos en esto.”
Escrito por Rafael Castellanos.08 de Febrero.Tomado de La Prensa Gráfica.
Centroamérica es una región muy similar, de tamaño tan minúsculo que solo tiene sentido como conjunto, unos 40 millones de habitantes, muchos de los cuales están en la línea de pobreza, por lo que aun integrada es un mercado pequeño. Sin embargo su situación geográfica es estratégica, privilegiada, cerca del que ha sido el mercado más importante del mundo, Estados Unidos, y con una importante costa pacífica dando a los grandes mercados del futuro, los países asiáticos.
Esa misma posición geográfica, pegado a Colombia en donde se produce la mayor cantidad de drogas fuertes, y a México, la gran puerta de entrada al mercado inmenso de Estados Unidos, hace de Mesoamérica un puente apetecido por los carteles de la droga para utilizarla de trayecto.
En el camino, lo que se inició como trayecto solamente ha ido evolucionando a blanqueo de dinero y ventas locales, el pago en droga a los que trabajan en el transporte, vigilancia y demás, hace adictos y los engancha en una espiral de la cual es difícil salir, ya sea por la adicción o porque al saber mucho, salirse significa la muerte de ellos o sus familiares.
México ha venido librando una batalla muy sangrienta contra carteles que controlan parte de territorio, resultando miles de muertos, en algunos casos al matar capos o desbaratar carteles, se percibe una victoria del gobierno, pero esta resulta temporal, surgen nuevos capos se arman nuevos carteles, se mueven a otros estados, pues la cantidad de dinero que está involucrada es tan grande, que las organizaciones retoñan como la mala hierba.
A Centroamérica le ha perjudicado la guerra a los carteles mexicanos, se han instalado pequeños carteles y se sabe que capos importantes viven temporalmente en lugares recónditos de Costa Rica. En El Salvador se ha conocido la presencia de Los Zetas.
En Guatemala el narcotráfico y el crimen organizado han penetrado profundamente las estructuras del ejército, la policía y los más altos niveles políticos. El tráfico llega de todos lados, por tierra y por aire principalmente a multitud de pistas internas.
Un amigo que vive en un apartamento en altura frente al aeropuerto La Aurora cuenta de aterrizajes nocturnos de avionetas y bimotores de mayor tamaño en cantidades importantes.
Honduras con un territorio más grande e instituciones más débiles es conocida por tener una enorme cantidad de pistas de aterrizaje en que caen avionetas y bimotores con droga, algo que se interrumpió brevemente con la caída de Zelaya, a quien se señalaba como cómplice en parte de esto, pero el tráfico se ha restablecido a niveles iguales o mayores que antes.
Igual sucede en Nicaragua en que hay, por así decirlo, vía libre por aire y en la despoblada costa atlántica, considerada refugio seguro de narcotraficantes y piratas de lanchas rápidas.
La narcoactividad asentada en nuestros territorios fomenta la delincuencia común, la nutre de armas, equipos, celulares... les da encargos de sicariato, e impulsa al fenómeno de las maras a crecer y aumentar su violencia. Les son útiles en algunos trabajos y mantienen ocupada la atención de la sociedad y los organismos de seguridad, se meten menos con ellos.
La forma de hacerle frente más efectivamente es mediante esfuerzos coordinados, regionales y mucha inteligencia. Está bien la ayuda de Estados Unidos, en algo ayudará.
Pero esa lucha será siempre desigual, a favor de los hampones, que compran o amedrentan jueces, policías y funcionarios. El verdadero y único remedio es legalizar la droga en Estados Unidos, de manera que baje el precio y desaparezca la enorme utilidad ilegal que se genera por ser prohibida. Estamos lejos de eso, una pequeña iniciativa de legalizar la marihuana fracasó, pero hay que seguir presionando, nuestras sociedades se desintegran mientras tanto.
Bienvenido, presidente Obama, esta es la mejor ayuda que su país nos puede dar, ayude a empujarla.
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