La reciente y oscura maniobra contra FUSADES debe preocuparnos a todos, porque afecta al país entero, ya que lesiona a una institución sin fines de lucro que merece respeto por su capacidad, su trabajo y su transparencia. Como todo el que hace obra, FUSADES no está inmune a los anticuerpos que generan las diferencias de opinión o los intereses afectados por sus propuestas. “Pueblo pequeño, infierno grande”.
Escrito por Sigfrido Munés.22 de Febrero.Tomado de La Prensa Gráfica.
Nunca que yo sepa hubo barreras para que quienes teniendo un pensamiento distinto al de FUSADES, lo pudieran hacer público. Para ello nadie necesita cobijarse en el anonimato.
Es significativo que mientras la fundación mantuvo sus estudios y propuestas centrados en lo económico y social, no hubo mayor alboroto. Este se produce cuando pone su atención en los problemas políticos y comienza a presentar propuestas que afectan a intereses y privilegios que se consideran a sí mismos inamovibles. A veces pareciera, en nuestra incipiente democracia, que no estamos preparados para oír la crítica ni las opiniones distintas a las nuestras. Eso no ayuda para nada a la solución de los graves problemas del país.
Las cosas se complican con la cotidiana pérdida de respeto a la institucionalidad y a la honra de las personas, lo que da lugar a hechos tan insólitos como el ocurrido en el mismo Salón Azul de la Asamblea Legislativa, en cuya mesa de prensa aparecieron un anónimo y un documento interno y confidencial del Ministerio de Hacienda, referidos ambos a una supuesta evasión de impuestos de parte de FUSADES. Y debemos decir supuesta, porque no se trata de una resolución o sentencia, sino de la opinión de un funcionario que está equivocado, según el criterio jurídico de reconocidos abogados que me han precedido en el enfoque de este asunto. En cuanto al anonimato, denota ausencia de valor personal y falta de consistencia para la denuncia, la que procedería por las vías legales cuando hubiese un ilícito comprobable.
En un país como El Salvador, donde la imagen de las instituciones públicas no pasa por su mejor momento, resulta grave tratar de minar la de instituciones privadas en las que la gente tiene confianza y esperanzas. Para el caso, la confianza se la ha ganado FUSADES durante casi tres décadas, apoyando el desarrollo general del país, aportando ideas para mejorar la calidad de vida de los salvadoreños y actuando, en fin, como un tanque de pensamiento independiente y proactivo. Como ejemplo, vale la pena citar que esta fundación fue la pionera privada en la concesión de créditos a pequeños y micro empresarios, segmento que en la actualidad resulta atractivo e importante para las instituciones financieras. Esta misma situación es la que motivó el interés de un banco para comprar la cartera de créditos PROPEMI de FUSADES, transacción que ha dado lugar al anónimo puesto a la disposición de la prensa por mano oculta en el Salón Azul.
La Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES) contó en sus comienzos con el capital semilla que aportó la AID y entre sus directivos han destacado algunos profesionales vinculados con la política, tanto como figuras independientes. En definitiva, hombres de empresa y académicos de mucho prestigio han colaborado para crear un ente capaz de contribuir al progreso del país. ¿Es eso un pecado? Posiblemente sí, para aquellos que todo lo contrastan entre derecha e izquierda, sin salirse de ese molde. Pero no para mentes abiertas que pueden entender los cambios y los patrones que se generan en el mundo contemporáneo.
Hay que rescatar el buen nombre de la política y no terminar de hundirlo con acciones desleales.
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