Escrito por Kalena de Velado.06 de Febrero.Tomado de La Prensa Gráfica.
kvelado@yahoo.es
Aunque parezca increíble, además de los graves desafíos a superar en lo económico y político, las personas podemos elegir ser felices en medio del caos y encontrar razones para ser optimistas. Un signo de esperanza es el silencioso e imparable cambio cultural que se está realizando globalmente para bien de las mujeres: redescubrimiento de la esencia femenina y su valorización. Esto conlleva el reconocimiento de las diferencias entre hombres y mujeres como algo digno de apreciar y el consecuente esfuerzo por construir relaciones de cooperación, corresponsabilidad y complementariedad entre ambos géneros.
Propongo por eso asignar el 8 de marzo como el “Día del Orgullo Femenino” con la idea de visibilizar lo que hasta ahora solo era apreciado en la familia y en el hogar: la identidad femenina. Esta visión nos llevará a plantear problemas y sus posibles soluciones de forma innovadora, para encontrar los caminos para superar males endémicos: falta de empleo, violencia, inseguridad democrática y bajo crecimiento en desarrollo.
“La inserción laboral de la mujer es un hecho consumado, pero falta mucho para que su cooperación con el varón dé todos sus frutos. El camino es largo, los desafíos muchos, pero las capacidades de la mujer están pidiendo que se les dé su lugar. Son muchas veces las mujeres mismas las que boicotean su capacidad de intervención. El reconocimiento de habilidades y competencias femeninas abren un campo promisorio de actividades: la comunicación, la negociación, el networking y el mentoring y un liderazgo no confrontativo tienen en ellas a las protagonistas ideales. Puede ser que el resultado sea más amplio de lo que nos proponemos; puede ser que una presencia femenina más activa y más contundente cambie el mundo del trabajo en un espacio compatible con la vida humana plena” (Dra. Paola de Delbosco).
Recientes investigaciones de la Harvard Business Review y la Academy of Management señalan el alarmante abandono del trabajo o de la política por parte de mujeres altamente capacitadas y bien remuneradas. Ya sea en alejamientos temporarios o permanentes, esto implica una merma de ritmo en la retribución económica para ella y la empresa: pérdida de continuidad de proyectos, desintegración de equipos de trabajo, sumándose a los efectos negativos derivados de la constante rotación de personal.
Considerando que el 44% de los alejamientos laborales de talentos femeninos es por razones familiares, los empresarios y dueños de negocios debemos tener en cuenta esta necesidad facilitando el equilibrio de vida personal, familiar y de trabajo. Dichas políticas y programas no solo benefician a las mujeres madres, sino también a los varones padres, a las personas que cuidan a enfermos o ancianos y a todos los seres humanos que quieran tener una vida personal plena.
“El ingreso masivo de mujeres en el trabajo profesional de alto perfil, al margen del innegable glass ceiling, está apuntando a reconsiderar qué significa ser una persona exitosa. El acento está puesto en lo personal: es exitosa una persona con una vida plena, que se involucra también al bien estar y buen vivir de otras personas... Si la mujer puede ser, a través de su disconformidad con lo que hay, un factor de cambio para el reacondicionamiento del mundo del trabajo para que sea más compatible con las exigencias de una verdadera vida humana, su presencia –la presencia femenina– será trascendente, porque marcará un antes y un después. Esto es un buen camino de salida, no del trabajo profesionalmente bien hecho, competente y competitivo, sino de la productividad enloquecida y deshumanizada” (Dra. de Delbosco).
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