Teresa Guevara de López.13 de Febrero.Tomado de El Diario de Hoy.
Sorpresa mayúscula al enterarnos que el Gobierno tiene ahorros. Y no es para menos, ya que si ahorrar es "economizar, guardar una parte de los ingresos" y esto no caracteriza a la actual administración, habrá que analizar qué quisieron decir los funcionarios que en recientes semanas se han referido reiteradamente a los ahorros, para complacer las demandas de los revoltosos.
Para acallar las protestas de los empleados de la CSJ exigiendo un bono navideño de $900, las autoridades respectivas cedieron al descubrir que había ahorros. Felices ante tal noticia, los sindicalistas desarrollaron luego la más ingrata protesta de que se tiene memoria, al impedir el trabajo en los juzgados, medicina legal y otras dependencias, exigiendo otro aumento, con violencia y prepotencia, que terminó con otra erogación del gobierno, proveniente de ahorros.
Los sindicatos de Salud y del ISSS se suman a las exigencias, sin importarles el sufrimiento de los enfermos, muchos de ellos en estado grave, hasta que logran por la fuerza, lo que no han ganado por méritos de trabajo eficiente. Automáticamente aparecen recursos ahorrados, para darles todo lo que piden, que nunca es bastante.
Cuando los maestros amenazan con huelga el primer día de clases, pidiendo otro aumento además del que les corresponde por escalafón, y el MINED no tiene presupuesto para reparar escuelas en ruinas y dotarlas de material didáctico adecuado, repentinamente el ministro vicepresidente recuerda que tiene unos centavos ahorrados, para darles gusto a los mentores bochincheros.
Los buseros que prestan un servicio pésimo y cuyas promesas de mejorar unidades, tratar mejor al usuario, cumplir el reglamento de tránsito, exigir motoristas sobrios y con licencia, son paja porque nunca han tenido voluntad de cumplirlas, con insultos y valentonadas amenazan con aumentar el pasaje y exigen más subsidio. Y aunque el ministro de Hacienda llora y se lamenta de que no hay dinero, finalmente recuerda que "de los ahorros de varias entidades, se les puede dar gusto".
Esto es una burla para la población, que contempla indignada el cinismo y la sinvergüenzada con que los funcionarios derrochan el dinero, que viene de los impuestos del pueblo, y que como en todos los gobiernos civilizados y honestos, debe retornar al pueblo en servicios y beneficios. Pero la enfermedad de creer que conseguir un cargo público, aunque no se tenga la capacidad para desempeñarlo, es un premio para aprovecharse y componerse, con lujosos carros, fiestas, residencias, vestidos y viajes, a los que jamás habría tenido acceso trabajando en la empresa privada, parece haberse convertido en una epidemia en el presente gobierno.
La Asamblea Legislativa ocupa el primer lugar en cuanto a más despilfarro que trabajo productivo y componendas entre las diferentes fracciones, para aprovechar y turnarse en los mejores chances. Y la llegada del FMLN a la presidencia, celebrada con derroche innecesario, pone de manifiesto la falsedad e hipocresía rampantes, ya que luego de hacer alarde de transparencia prometiendo averiguar quiénes disfrutarán de los $5 millones de las nuevas plazas, parece que el champagne y el incienso de la adulación, le hicieron cambiar de opinión y mejor dejar las cosas como están, en pro de la armonía.
La sorpresa se ha trocado en justa indignación al darnos cuenta que los dichosos ahorros son más préstamos, destinados a gasto corriente y que nos colocan como el segundo país más endeudado de América Latina, 54% del PIB, gastando más de lo que tenemos, lo que parece no importarles a los miembros del gabinete económico, a pesar de las sensatas advertencias de prestigiosos especialistas. "Detrás de mí, el diluvio", dicen que dijo Luis XV.
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