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2011/02/21

Contra Punto-El declive del Movimiento Social y sus perspectivas en El Salvador - Noticias de El Salvador - ContraPunto - Noticias de El Salvador - ContraPunto

 Segunda Parte de la entrevista con Julio Flores, ex dirigente del BPR y del FDR, en la que analiza las causas del declive del Movimiento Social

Por Juan José  Dalton.21 de Febrero. Tomado de Contra Punto.


SAN SALVADOR
- El impresionante Movimiento Social salvadoreño, gestado en la década de 1970, declinó al comenzar la guerra civil, que inició en 1980. Julio Flores, uno de los líderes de aquella gesta, quien sobrevivió a la represión oficial y a intentos también de la izquierda por cobrarle las facturas disidentes, hoy analiza, sin pasión, aquellos días. 
Atribulados acontecimientos. Rupturas, asesinatos y suicidios en el seno de la izquierda. Flores vivió aquel proceso que tuvo, por un lado, la represión más inaudita de la derecha, y por el otro, una izquierda que militarizó casi todas sus estructuras e impidió el diálogo y quedó blindada a la autocrítica.
Faltará más debate, más testimonio y más análisis de todas estas realidades.  
ContraPunto, no obstante, se convierte en vehículo para la difusión de la historia y de los acontecimientos que llevaron a El Salvador a estar ante la mirada dramática del mundo.

¿Qué fue lo que provocó el declive de la efervescencia social, la estrategia represiva o el cambio de estrategia dentro de la izquierda de pasar su poder a la guerrilla? 

Hay mucho que hablar del Movimiento Social; se vive un momento de flujo a lo largo de la década  del 70; ese flujo tiene su mayor expresión con la gran Marcha de la Unidad, el 22 de enero de 1980 y la otra gran expresión se da en el entierro de Monseñor Romero, en marzo de 1980. 
Ambas movilizaciones tienen una característica: las dos no se terminan de realizar por la intervención represiva. La Marcha de la Unidad no termina y el entierro de Monseñor fue destartalado con una acción represiva, al grado que Monseñor Romero termina enterrando en la cripta de Catedral porque no fue posible llevarlo al Cementerio de los Ilustres, como era plan inicial.

En el mundo recorren todas aquellas imágenes…

Después de la muerte de Monseñor y su entierro hubo tres paros laborales significativos, grandes, bajo la conducción del Frente Democrático Revolucionario (FDR): el primero en mayo, muy efectivo; paralizamos por un lapso de 4 días prácticamente toda la economía nacional. Con esos paros íbamos experimentando la acción de huelga, los paros estaban acompañados por facetas pre-insurreccionales e insurreccionales. El segundo paro fue en junio, pero la capacidad del movimiento comienza a disminuir y el tercer paro, la capacidad del movimiento quedaba muy cuestionada.
La siguiente fecha significativa es para el entierro de los dirigentes del Frente Democrático Revolucionario (FDR), que a pesar de que el hecho represivo era de mucha significación, el pueblo ya no alcanzó a reaccionar. El entierro no se logra ejecutar al grado que los compañeros fueron enterrados dentro de la iglesia donde se les veló. El movimiento ya no reaccionó.
La represión había impactado…
Para describir lo que causó  aquella situación podemos decir lo siguiente: la represión era espantosa, la cantidad de muertos asciende a los 27.000 en el 80; alrededor de 23.000 ó 25.000 en el 81 y alrededor de 17.000 en el 82… si contamos sólo los muertos de esos tres años nos da una cifra muy grande. Es decir, la represión tiene que ver con el descenso del Movimiento Social.
¿Cómo se veía esto en lo interno del movimiento?
A mi juicio hay una situación más interna que lo explica también: el movimiento de izquierda llega a los años 80 con un desbalance profundo entre lo militar y el desarrollo político.  El querer saldar esa diferencia repentinamente provocó -no sé si en todas las organizaciones-, pero en el caso de las FPL, un reclutamiento masivo de los cuadros que dirigían el movimiento social y el traslado de estos a las estructuras militares, bajo una metodología de sensación. Es decir, la asamblea universitaria y el enlistamiento masivo; la reunión de la comunidad eclesial de base, la reunión en la fábrica, en el instituto, en la comunidad y el enlistamiento masivo en todos lados. 

Pasaban a engrosar las filas guerrilleras…

Los compañeros pasaban en centenares a la supuesta estructura militar. Pero allá, en la estructura militar, los recibía un dirigente guerrillero que por años había dirigido una escuadra de cinco, de seis combatientes, de siete si acaso; quizás un jefe militar que había conducido una operación militar en la que sólo habían participado unas 12 personas, pero de repente, tenía 100 ó 200 combatientes, con capacidad armada limitada.

¿Dónde se entrenaban?

El primer entrenamiento se empezó a dar en los jardines de la Universidad, en los atrios de la iglesia, en barrancos de la capital… Sin armas verdaderas, se usaban escobas, trapeadores o con cualquier cosa. 
De inmediato hubo un desencanto, la gente se le desencuadró del movimiento social, a la gente se le puso en evidencia pública con el enlistamiento masivo, se le sacó de la estructura productiva (dejaron sus trabajos o escuelas) y la gente quedó en desbandada.
¿Hubo en ese entonces alguna posición crítica de parte de ustedes o estaba de acuerdo con aquel proceso de enlistamiento masivo?
Hubo posturas críticas, pero inmediatamente esas posturas eran vistas con gran recelo. Yo recuerdo todavía en el año 82, cuando nosotros hacíamos intentos en San Salvador por reactivar el Movimiento Social -y había posibilidades de su reactivación-.  Si nos fuéramos a las hemerotecas se verá el registro de articulistas preocupados, porque había un movimiento social que no lo percibían, pero que pegaba calcomanías, hacía mítines relámpagos, que hacía pasos por pasajes de colonia y arengaba; eso se había empezado a multiplicar… Pero a nosotros nos habían descuajado con los presupuestos económicos y no teníamos con qué sostener aquello. Incluso, captaciones económicas que se hacían en función del Movimiento Social se les daba otro destino en las organizaciones de vanguardia.

Lo militar era la prioridad…

Claro, Inmediatamente vino un afán, no sólo de los verdaderos dirigentes guerrilleros sino de los dirigentes políticos, de ponerse el uniforme y adquirir el titulo de comandante. Claro, cuando hubo estas discusiones nunca quisieron reconocer que hubo una militarización como fenómeno de desviación al interior del movimiento, sino que dijeron que se trataba de cierta tendencia controlable, a lo sumo.

¿Cómo eran las acciones militares en ese entonces? Tampoco había entonces un verdadero ejército guerrillero. 

En esos años recuerdo que parte del accionar militar que se promovía  no encajaba con las posibilidades de reactivar el Movimiento Social. Por ejemplo, cuando en una comunidad, como Tonacatepeque, volaban un puente de acceso, era cierto que estabas destruyendo el andamiaje de la infraestructura circulatoria de la economía capitalista, pero también estabas dañando a una población. Ciertos derribos de los tendidos eléctricos se hicieron de una manera tan masiva, que terminaban dañando más a la población. Eso nos ponía más en dificultad para la activación del movimiento social.
Nosotros escribimos varias veces Líneas de Masas, que fueron documentos a los que no se les dio el debido valor; tuvimos reuniones específicas con una estructura que no se definía si era la estructura del partido o si era estructura militar, con todos los hombres de verdeolivo y con sus títulos de comandantes.

¿Recuerdas algunas de esas Líneas de Masas?

Recuerdo las del 82, en los albores de las elecciones de ese año… Fue después de una  ofensiva sobre Chalatenango, en la que una de las cosas que nosotros les llevábamos era un documento sobre la percepción de la guerra en las zonas urbanas y el documento no gustó porque ellos estaban envalentonados con el triunfalismo militar y cuando uno hablaba de movimiento social te miraban como que este está loco, se desvió, está atrasado, está retrógrado; te miraban como un dinosaurio en su modernidad de izquierda.
Triste la inversión de cuadro. En ocasiones lográbamos que nos dieran ciertos cuadros para el sostenimiento del Movimiento Social, pero cuando  al cuadro lo mandábamos a la zona, al mes ya nos hablaba para decir que no pertenecía a nuestra estructura y nos informaba que pertenecía a las estructuras partidarias o a las armadas. Afortunadamente para los planes militares la incidencia que el Movimiento Social alcanzó, dejó bien definidas ciertas aéreas territoriales. No de manera antojadiza la franja norte del país se definió como la franja de control guerrillero, no es antojadizo que Guazapa y sus alrededores, el volcán de San Vicente y sus alrededores, en Morazán, se convirtieran en los principales asentamientos del Movimiento Social; ahí hubo población que en el marco de la guerra quedó con la guerrilla.
¿Qué fue de Julio Flores durante la guerra civil?
Primero, yo regresé de México en marzo del 81; originalmente yo tenía que entrar al inicio de la ofensiva porque yo estaba destinado a hacer un llamado a la Huelga General a través de una toma de radios en el momento que se iniciaba la ofensiva, pero cuando yo quise entrar, no pude debido a que el ERP adelantó sus acciones fuera de la fecha acordada por el FMLN. Eso hizo que cuando yo quise entrar por la frontera de Guatemala ya había un cerco de militares que no me permitió hacerlo. 
Aquello postergó mi entrada al país hasta marzo de ese año; cuando llegué ya no había Movimiento Social, las mismas estructuras partidarias en el área metropolitana estaban en desbandada, en clandestinidades y con el deseo de irse a los frentes de guerra. 
¿Qué hiciste entonces?
Parte de mi labor fue reordenar un poco lo que existía como miembro de la Comisión Nacional de Masas. A partir de allí, comenzar a restablecer otros círculos pequeños de estructuras partidarias, para empezar de nuevo a incidir en el Movimiento Social. Logramos rehacer el Consejo Ejecutivo de ANDES, parte de la Federación Nacional Revolucionaria, una dirección metropolitana del bloque y ciertos comités de barrio, limitado todo aquello. 
En ese momento era difícil vivir aquí; mirábamos a diario caer los locales que utilizábamos para trabajar, la muerte de los colaboradores. Yo sobrevivía porque combinaba las salidas a lo abierto con ciertas dinámicas de clandestinidad y porque teníamos recursos: vehículos, personal de seguridad y casas. Hubo momentos que nos quedábamos en los carros moviéndonos hacia diferentes puntos de las ciudades.

¿Cómo recibiste los sucesos de abril de 1983 en el seno de las FPL?

Aquellos momentos del 83, me refiero al asesinato de Mélida Anaya Montes y el suicidio de Cayetano Carpio, “Marcial”, dejaron una situación más crítica y más compleja. Yo ya no miraba mis aspiraciones políticas en el seno de las FPL, ni miraba en perspectiva que hubiese un ordenamiento claro en ese momento.  Mi opción fue salirme.

¿Hubo mucha gente que se fue? 

Los sectores que nos salimos no eran despreciables, había un andamiaje de la solidaridad internacional en desprendimiento; en San Salvador estaba el Frente “Clara Elizabeth Ramírez”; había una estructura de Movimiento Social bastante participativa, cuadros partidarios también. Entonces yo vi la posibilidad en ello, pero fue realmente difícil estructurar un proyecto. Hubo ideas buenas, había ideas que indicaban: el FMLN no está viendo a las masas y allí había todo un rubro por trabajar, pero ¿cómo lo sosteníamos? Era imposible. El FMLN ya era un proyecto con un gran prestigio, no era fácil crear un proyecto nuevo con un FMLN fortalecido y de gran reconocimiento popular e internacional. Hubo intentos, así que yo me mantuve amarrado a ciertas estructuras sindicales, ayudándoles, apoyándoles.

¿Y después?

En el 89 me aproximé  de nuevo a ANDES y ellos tuvieron a bien permitirme trabajar en un proyecto de capacitación de maestros, un proyecto financiado por las Naciones Unidas y por un sindicato de maestros de Noruega. Lideré un poco ese proyecto durante el 89 y 90, desarrollamos cuatro proyectos pilotos en cuatro departamentos. Luego hubo proyectos de formación, llegamos a tener más de 70 maestros en formación política. Al final del trabajo, el PC le permitió quitarle la conducción de ANDES a las FPL. Fue mi desgracia, inmediatamente vino una serie de insultos y acusaciones y que el PC creyó que yo le hacía mucho problema y me dijeron: “realmente no podemos  seguir soportándote” y eso me llevó a decir que ya no había manera: sufría represión, persecución, uno de mis hermanos había caído preso; yo tenia vigilancia sobre mi casa, yo ya no tenía el andamiaje ni los recursos para protegerme de la derecha. Y ahora los insultos y las acusaciones de nuestra propia gente sobre que yo colaboraba con el enemigo, que yo estaba sirviéndole al enemigo…
Contra la espada y la pared…
Eran un montón de cosas en contra: me asomé a una ONG a buscar empleo, a universidades y en todos lados estaba “cortado”; busqué refugiarme a través de ACNUR y otras instituciones, busqué salidas a Suecia, Australia y Canadá y me fue completamente imposible. Estaba “cortado” por todos lados. 
Entonces lo único que me quedó fue emprender mi salida de “mojado” hacia los Estados Unidos en octubre del 91. Me fui en esa condición y afortunadamente allá encontré instituciones que al conocer de mi caso se interesaron y pensaron que podría ser un caso emblemático de asilo político en los EEUU y así fue como se me dio asilo en ese país.
¿Cómo ves tu retorno al país? 
Afortunadamente he podido trabajar nueve meses en los EEUU y pasar tres meses en El Salvador y eso me ha permitido estar en contacto con gente del medio. Esa dinámica la estoy haciendo desde el 94; desde ese año yo he podido venir cada nueve meses. Ya con los años, con el Internet, los avances en la comunicación, es más fácil ir midiendo de manera más cercana el pulso a la realidad del país. 
¿Ves el cambio que se ha dado?
Es obvio que el país ha cambiado; se ha modificado enormemente, hay un cambio político que es significativo, positivo. Están los cambios que dejan los Acuerdos de Paz, independientemente si lograron concretarse o no. Los procesos electorales han venido marcando cambios y el último más grande fue cuando se saca a ARENA del poder  y deja sentado en el poder a una alianza de izquierda entre el FMLN, Funes y sus Amigos.
¿Tenés alguna preocupación sobre el cambio? 
Lo que más me preocupa a mí de este momento es la carencia de un Movimiento Social con la debida comprensión del actual proceso que se está dando. 
Ahora, ¿cómo me miro yo ante esa realidad? En mi caso y el de muchos, que vemos que afortunadamente la izquierda no está sintetizada en el FMLN -aunque es un proyecto de izquierda que merece todos los respetos y que está jugando un rol electoral; ojalá que lo sigan jugando y que sean cada vez más hábiles porque creo que fueron muy lentos; yo esperaba que el candidato fuera del partido, llegara por lo menos en una elección o dos antes, pero eso no se dio. La búsqueda del candidato afuera permitió el triunfo; sé que hay dirigentes el FMLN que a Funes no le reconocen porque dicen que sólo arrastró con el 10 por ciento del caudal electoral. Eso es absurdo, estamos hablando de un periodista de gran quilate y estamos hablando de una persona que de veras construyó en más de diez años una imagen y ha causado un gran impacto. Arrastró fuerza electoral y luego, acompañado con ese Movimiento de Amigos, creó la cuota electoral que arrastró a la ciudadanía.

¿Qué pasa con esa fuerza de izquierda que está fuera del FMLN?

Afortunadamente somos bastantes afuera; desafortunadamente la izquierda que está afuera del FMLN está como muy lejana de sentar cabeza y estructurar un proyecto.
¿Qué es lo que a mí me preocupa? Creo que en la coyuntura se ha creado una cantidad enorme de analistas de todo tipo, algunos con buenos análisis pero ninguno de ellos apunta en serio al restablecimiento de otros proyectos populares más allá del FMLN. Prácticamente el pueblo en términos de proyectos no tiene enfrente más que el del FMLN… Claro, hay proyectos pequeñitos, pero me refiero a los mega proyectos que el pueblo necesita en relación a la estructura del poder. De esto me preocupa el estado del movimiento social, de ahí es donde creo que el FMLN está haciendo algunas cosas, hay cosas que no está haciendo. Allí es donde está el espacio. 
¿Qué es lo que no está haciendo?

Una de las grandes cosas que no está haciendo es un rol de orientador y potenciador del Movimiento Social y eso crea un filón enorme de dos sentidos. Uno, lo que existe actualmente como Movimiento Social al no tener claridad de la coyuntura ni sobre el gobierno, de cuáles son sus posibilidades, hasta dónde el actual gobierno es parte del proyecto este Movimiento Social.
Entonces el Movimiento Social le impone al gobierno un nivel de reivindicaciones que fácilmente le crea situaciones de ingobernabilidad. Afortunadamente para el FMLN y el gobierno, los sectores de derecha no tienen suficiente incidencia en los Movimientos Sociales, pero si la tuvieran, así sectores como el narcotráfico, que tuvieran incidencia, crearían situaciones de inestabilidad profunda. Creo que ése es uno de los riesgos. 

¿Pero crees que hay que volver al concepto de Vanguardia y que la Vanguardia sea la que diseñe lo que el Movimiento Social debe ser y hacer?

A nosotros nos están acomodando a un montón de cosas del pasado y en el afán de las renovaciones, que son necesarias y son justas, también se han ido desechando algunos elementos de experiencia y quizás de la idiosincrasia propia de cómo ir haciendo las cosas en nuestro país. Hubo el concepto de Vanguardia y su relación con las masas; creo que hubo fallos, excesos en el pasado, pero el concepto se ha desechado de manera total, no sólo se le ha criticado y no solo se le ha corregido, sino que se ha desechado totalmente ese concepto. 
Los partidos son elementos profesionales en el orden político, sus cuadros son hombres y mujeres de tiempo completo, ávidos en el análisis, en la discusión, en la información y, supuestamente, deberían ser hábiles en el pulso de los movimientos políticos. Exigir a asociaciones de vendedores ambulantes, a sindicatos de maquila o de empleados públicos que trabajan grandes jornadas - porque hoy no hay jornada laboral de ocho horas en el país-, es mentira, creo que es un imposible. 
Yo estoy de acuerdo en que hay que discutir el concepto de la Vanguardia, pero a mí lo que si me queda claro es que el Movimiento Social necesita referentes de sostenimiento que le ayuden a adquirir la claridad política que necesita. Otra gran cuestión central es que los movimientos sociales debieron encuadrarse en los movimientos de poder en el país. 
Ahorita hay un Movimiento Social que no se mira. A mi me parece que es importante hacer una diferenciación; el movimiento debería estar claro cuando tiene en frente un gobierno arenero y cómo hay que tratarlo y cómo hay que tratar a uno distinto, no debe ser lo mismo. Sin embargo, un Movimiento Social que no tiene claridad, le va a dar el mismo trato a unos y otros y se va a amparar en que “este es mi problema”, “es mi necesidad” y “yo se lo pido al que tengo en frente”, porque éste no se mira encuadrado en lo que tal vez para el gobierno es su mecanismo de solución a los grandes problemas del país.
¿Cómo ves al gobierno frente al Movimiento Social?
Lastimosamente el proyecto actual del gobierno, a mi juicio, tiene problemas de comunicación serios con la población. A la población le falta más conocimiento de cuáles son las posibilidades reales de este gobierno y cuál es el proyecto exacto que está ejecutando. Tenemos el ejemplo de lo que nos vendieron como plataforma de gobierno en el marco de campaña, pero esas son las plataformas de campaña, pero el proyecto real de gobierno se inicia cuando se toma posesión. Y el accionar o la pretensión de tu oferta ya no es sólo con lo que se va a conquistar sino que es lo que realmente podés ejecutar en el marco de todos los poderes que se dan, que no solo es el tuyo, sino la presencia de otros planes de poderes. En el país los sectores económico grandes tienen una presencia real, digamos en general, falta ese elemento social y ese elemento de conducción del Movimiento Social.
A mí me parece que exigirlo -porque hay mucha gente exigiéndolo, que los sindicalistas se actualicen- me parece que le estás pidiendo mucho; no es que lo considere incapaz pero no veo a los sindicatos como la estructura nata, propia para esa búsqueda. 
Hagamos la lectura de los sindicatos nuestros, la claridad que alcanza ANDES 21 de junio en su momento dado, no es una claridad que nace estrictamente en el seno de los organismos de la asociación; la claridad que llega a alcanzar FECCAS, no nace estrictamente ahí. Ya te decía que el surgimiento de las grandes instituciones y la reorientación de viejas instituciones en los años 70 vienen con el influjo de estructuras que se estaban profesionalizando en el arte de la política y en la perspectiva revolucionaria. 
Ahorita yo creo que el pueblo a ese nivel luce muy huérfano; es cierto que hay un montón de foros, pero los foros se han desmontado del seno del pueblo. Hoy ves un montón de eventos en el salón tal de tal hotel o en tal restaurante de montaña y no es aquel debate en el seno del aula de bachillerato, no es en el seno de las comunidades eclesiales de base, en la barriada, en los sindicatos. Ahí luce muy huérfano. 

¿Y vos crees que El Salvador tiene las condiciones para reactivar un Movimiento Social?

La conformación actual de todo el país ha variado de toda la formación que teníamos en los años 70; toda esta terciarización de la economía ha creado un desorden o un nuevo orden social y estamos viviendo en un país, por ejemplo, en el que la clase obrera es difícil de identificar, los sectores campesinos trastornados por la migración, la vida a través de la remesa crea una desvinculación de la gente en la estructura del poder…
Claro, esta es una situación nueva, pero la gente sigue teniendo necesidades y la gente sigue siendo objeto de un proceso de acumulación que no se ha ampliado, sino que se ha estrechado y ese poder económico en la cúspide sigue teniendo una gran capacidad y sigue siendo el que define el rumbo y el quehacer del país.
Claro, no hay nadie ayudándole al pueblo a identificar eso. Hay balances que a veces al pueblo no llegan. Hoy son famosos los informes o balances sobre pobreza cada año, pero a la gente no llega esos elementos de comprensión y no le permite la articulación, es más, hay una manera justificativa de ver el Movimiento Social en dispersión.
En El Salvador sucede algo y es que se ha dado espacio a esas teorías light que tal vez explican la vida en Europa o en otras latitudes, pero no necesariamente la vida en nuestro país. Sobre nosotros se cierne todavía una dictadura económica completamente antidemocrática que no solo se queda en la esfera de lo económico, sino que hace incursiones profundas en el sistema político, pero eso no se quiere ver.
Los EEUU, que no son el mismo que en los años pasados, pero es claro que siguen teniendo un nivel de influencia, una presencia profunda y grandes intereses. Incluso, EEUU habla de esta región como la región de sus intereses y cuando viene, viene a solventar sus intereses. ¿La solución de los intereses de EEUU compagina con la discusión de los intereses de los más sufridos del pueblo? Yo creo que hay que volver a  traer a cuenta esta realidad, pero cuando se habla de eso, te dicen que “no te has renovado, este sigue ideologizado”.
De acuerdo, hay que renovar, yo no creo que hay que reproducir el esquema aquel de las vanguardias, pero parte de ese concepto creo que hay que rescatarlo. Creo que hay darle sentido, la lucha reivindicativa no se ha renovado, no; en el país se ha ido hacia atrás en la lucha reivindicativa del Movimiento Social; se ha caído en un economicismo cruel, es decir, los sindicatos no miran más allá de sus demandas económicas.
Esto ha llevado a una fase en la que en el seno del mismo pueblo ciertas acciones reivindicativas quedan desprestigiadas, la huelga ya no es un elemento de prestigio, el sindicato no necesariamente lo es. A mí me parece que ahí es donde están los espacios.
El Movimiento Social necesita recuperar prestigio, pensando mejor su esquema de lucha reivindicativa y especialmente dándole la debida conexión con el proyecto político que este momento le corresponde al pueblo. Si los movimientos sociales fueran capaces de arribar a eso por su cuenta, qué bien. ¿Cuál era la virtud en aquel entonces de la Vanguardia o del partido? Que estaba próxima a sectores universitarios, intelectuales y trabajadores de donde se nutría de esa realidad.
¿Con que sueña actualmente Julio Flores?
Yo siempre he tenido el deseo de regresar al país y quisiera verme integrado en el proceso de cambio que el país está viviendo. Uno de mis grandes sueños sería encontrarme con el proyecto que sea capaz de crear o de reorientar el Movimiento Social y que le devuelva el rumbo político al pueblo, porque el pueblo ha venido quedando como marginado de los rumbos políticos, el pueblo es utilizado para los procesos electorales pero el pueblo no está encuadrado en el rumbo global. 
Mi gran sueño, parte del sueño, es que el FMLN exista pero que cada vez se ciña más a esta realidad y que sea capaz de resolver a la altura. A mí me preocupa cuando los miro agotados en su capacidad de liderato y tienen que buscar candidatos de afuera. También uno de mis sueños es ver que además del FMLN, existan otros proyectos de izquierda que complemente ese accionar y que no dejemos tan desprotegido al pueblo. Lo que más me preocupa es eso: ver a un pueblo victimizado ya no por una represión cruel del pasado, sino con una fuerza mediática, por una cultura que no le pertenece y sin encontrar el rumbo. Nosotros necesitamos un dinámica social de movimientos que también sean capaces de apuntalar la institucionalidad que permita una mejor orientación ideológica; claro, que no vamos a crear otro Monseñor Romero, pero necesitamos iglesias, universidades, bachilleratos, periódicos mejores. Necesitamos romper con toda esa fuerza mediática con la que cuenta la derecha que se implanta como orientación ideológica y que nos despedaza.
Creo que hay todo un mundo por trabajar, no hay que hacer exclusiones, al contrario, creo que es el momento en el que hay que aprovechar lo bueno de todos. 
Yo creo que necesitamos un proyecto de veras que esté lleno de pueblo, allí cifraría mis grandes ideales.

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