Escrito por Luis Laínez.06 de Febrero.Tomado de La Prensa Gráfica.
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Cinco días completos pasó un cadáver sin que las autoridades llegaran a retirarlo. Es una de las víctimas de la violencia, de los 12 homicidios diarios que suceden en el país (o puede ser que sean 11 o más, depende del día). Lo hallaron en un predio rural entre San Martín y Tonacatepeque. Sin embargo, no era un lugar remoto o de difícil acceso, como para justificar la tardanza en ir a levantar los restos.
La única razón de haber dejado pasar el tiempo es porque dos delegaciones de la Policía no se hacían cargo, sencillamente porque aquel que va a retirar el cadáver asume “el muerto” dentro de sus propias estadísticas. Y tener un muerto más significa menos puntos en la evaluación del jefe de la delegación. Por increíble que parezca, ninguna de las dos delegaciones, la de Apopa (que incluye a Tonacatepeque) y la de Soyapango (que incluye a San Martín e Ilopango), fue a levantar el cadáver. Fue la delegación de la Fiscalía General de Soyapango, sin el acompañamiento de policías, la que se encargó del trabajo, eso sí, después de cinco días de estar al aire libre.
Realmente es un insulto a la dignidad de los ciudadanos que nuestras instituciones respondan de esa manera. ¿Harían lo mismo esos policías si se hubiera tratado de un familiar o un conocido? ¿Por qué no responder con prontitud al menos para dar sepultura a la víctima, ya que no hubo capacidad para evitar el asesinato?
Pero las instituciones de la seguridad pública no son las únicas que funcionan a medias. Veamos el caso de esta semana, el traspaso de mando en la Presidencia de la Asamblea Legislativa. Es la primera vez que adquiere tanta relevancia, debido a que el nuevo presidente, Sigfrido Reyes, es un militante del FMLN. Hasta ahí lo novedoso. Ya antes habíamos visto traspasos dentro de una misma legislatura, como de Ciro Zepeda a Walter Araujo y viceversa. Ya antes habíamos visto cocteles y lujo en la Casa del Pueblo. Nada nuevo.
Lo que sí era nuevo era la promesa de transparencia y apertura del nuevo presidente –aunque eso no valía para la recepción del flamante presidente legislativo, que era escoltado por varios guardaespaldas mientras el jefe de seguridad de la Asamblea apartaba a los invitados para que él pasara, y los periodistas tenían proscrito ingresar.
Otra institución a medias. Reyes prometió publicar en la página web de la Asamblea el presupuesto y Ley de Salarios de la Asamblea Legislativa. Y ahí están, pero solo están detallados menos de 300 puestos, de los 1,674 empleados que dice el mismo Reyes tiene el parlamento. Los jefes de los grupos parlamentarios se niegan a revelar cuántos empleados tienen. Dicen aproximados o se quejan que no tienen suficientes o justifican que parten en cuatro plazas de $2,000. Pero hasta ahí.
Pero es un avance, después de todo. Reyes transmitió su primera conferencia en el canal de televisión por cable de la Asamblea (que ahora está en dos proveedores) y también la primera sesión de la Comisión Política. Falta que abra las puertas de las reuniones de la junta directiva, ahí donde se aprobó el aumento desmedido de plazas y salarios y sobresueldos.
Sería interesante que lo mismo pasara en el Ejecutivo, que si bien tiene una Subsecretaría de Transparencia nunca ha abierto las sesiones del Consejo de Ministros y solo manda boletines y fotos cuando juramenta a nuevos funcionarios.
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