Alguien, en un programa televisivo, criticó "las inconvenientes percepciones generadas por ciertos medios noticiosos" como si contar la historia fuera la causa del miedo y la desesperanza que pesa sobre el ánimo de los salvadoreños
08 de Febrero.Tomado de El Diario de Hoy.
El asesinato de tres jóvenes que repartían garrafones de agua --hubo crueldad, sorpresa, ataque a mansalva, una escalofriante falta de compasión--, es parte del diario vivir salvadoreño, país que, según el secretario de Seguridad Pública de México, es el más violento del mundo. A las palabras del funcionario divulgadas por CNN e importantes agencias noticiosas se agrega que, en El Salvador, se registran más de sesenta homicidios por cien mil habitantes; los países que siguen, veinte por ciento menos, son Sudáfrica y Venezuela.
Los presuntos homicidas fueron capturados gracias a la rápida intervención del Ejército, que pese a encontrarse a quinientos metros, rodeó el área impidiendo la fuga, procedimiento de rigor: se acordona primero y luego se cierra el anillo.
Pero a las pocas horas varios detenidos fueron liberados, lo que explica por qué cada día estamos peor.
El asesinato de los tres jóvenes es parte del espanto que agobia a los salvadoreños: asesinan a niños, descuartizan a jovencitas, matan a la dueña de una tienda, acribillan al motorista y a su ayudante, disparan contra jóvenes que salen de una discoteca, matan a un taxista por no pagar un dólar... estas muertes ya dejaron de ser terribles tragedias para convertirse en estadística: "Ayer hubo trece", "el fin de semana se contaron veintidós" y así, sucesivamente, para hacer el historial de la semana, que incluye a la empleada de un bar y la niña de once años que estaba con ella, a las tres personas que fueron lapidadas, a los primos que murieron al recoger fruta.
Pero en medio de esta crisis se ha emprendido una reestructuración radical, por no llamarla purga, en la institución policial. Oficiales y agentes con mucha experiencia, demostrada capacidad y compromiso con su deber profesional, han sido removidos para nombrar en esos puestos a gente escogida a dedo, que llega sin saber mucho a juzgar por los resultados. Inclusive se montó una investigación contra gran número de comisionados y responsables de secciones en el cuerpo, quienes lo único que tienen en común es proceder de las Fuerzas Armadas.
Hay que alertar cuando sobrevienen catástrofes
No se trata, por desgracia, sólo de cambiar personas, sino también de perder la experiencia acumulada, las técnicas aprendidas en cursos de entrenamiento en el exterior, las capacitaciones, los contactos y la confianza ganada con muchos sectores, el conocimiento de las estructuras criminales como también de las personas que denuncian porque tienen confianza en hacerlo.
Ninguno de los desplazados tuvo oportunidad de defender su trabajo, o de competir por su plaza frente a los que los sustituyeron. Les tocó que los relegaran, que les atrasaran los salarios o que mandaran a la OIE a seguirlos.
Alguien, en un programa televisivo, criticó "las inconvenientes percepciones generadas por ciertos medios noticiosos" como si contar la historia fuera la causa del miedo y la desesperanza que pesa sobre el ánimo de los salvadoreños. Pero en medio de esta matanza, la gente tiene derecho a saber lo que amenaza su vida y el bienestar de personas, familias y comunidades.
Cuando hay una epidemia, se acercan huracanes, hay crecidas de ríos que ponen en grave riesgo a pobladores en los cauces, se dan voces de alarma y se organiza el salvamento. Alertar es una parte esencial del oficio de periodista.
elsalvador.com, Veinte por ciento encima del que sigue en mortandad
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