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2011/02/04

EDH-Editorial-Nunca hay que creer en lobos "arrepentidos"

 Los asuntos egipcios son de la incumbencia de los egipcios o, al menos, de los egipcios armados con pistolas y garrotes

04 de Febrero. Tomado de El Diario de Hoy.

 

No hay que creer en las promesas o el arrepentimiento de lobos, como se demostró ayer en las calles de El Cairo: matones de la dictadura la emprendieron a palos y balazos contra los manifestantes que piden la salida de Mubarak. El déspota hizo renunciar a su gabinete y nombró como vicepresidente a un viejo compinche, ofreciendo entregar el poder "cuando finalizara su período", en septiembre.

Como bien sabe la mayoría de nuestros lectores, elecciones simuladas y un orden también simulado de democracia son suficientes para tener contenta a la opinión pública mundial y a sus "líderes", como les llaman los medios. Chávez monta sus ruedas de caballitos, expulsa a observadores independientes, apalea a los dirigentes de la oposición y, además, se las arregla para que llegue Carter a felicitarlo por la libertad y democracia que reina en Venezuela. Como también sucede en Nicaragua, Argentina y Ecuador.

Pero, por las dudas, los dictadores tienen detrás de bastidores a sus "turbas divinas" (la expresión sandinista), los comités castristas de defensa de la revolución, la juventud hitleriana de los nacionalsocialistas, los camisas pardas de Mussolini, los guardias rojos de Mao… y ahora los partidarios de Mubarak.

Las bandas, que según afirman están en proceso de rápida formación en varios países centroamericanos, están para emprenderla contra los que se oponen al régimen o a la marcha hacia el paraíso terrenal. En la plaza Tahrir, de El Cairo, estas turbas causaron cuatro muertos y más de seiscientos heridos y lesionados. Además atacaron a periodistas locales y extranjeros al mismo tiempo que el canciller de Mubarak rechazaba "la intromisión" de potencias extranjeras "en los asuntos internos de Egipto".

Una vez que llegan, de allí nadie los saca

Que sean los egipcios, es el mensaje, los que resuelvan los problemas de Egipto. Que sean los cubanos, se dice desde hace medio siglo, los que decidan por Cuba. Y nadie representa mejor la voluntad y las aspiraciones de todos los cubanos, que los grandes líderes Fidel Castro y su hermano Raúl.

La respuesta obvia es que la única manera en que se puede definir lo que un pueblo quiere es dentro de un Orden de Derecho en una nación democrática, a través del voto libre, informado, secreto, individual y garantizado.

Pero como dijo alguien, las dificultades inician cuando otros se toman la molestia de votar por uno.

Mubarak sigue al pie de la letra el guión totalitario: prometer, prometer y prometer ("dejaré la presidencia en septiembre") para ganar tiempo, reagruparse y volver al ataque. Es esa la estrategia tanto de los terroristas libaneses, como la de todos los grupos de fuerza que se ven acorralados.

Prometer y jurar con los veinte dedos de que se es democrático, de que se es tolerante, de que se es respetuoso de la opinión pública y de las posturas ajenas. Inclusive de que creen en Dios, en la moral y la honestidad.

En cierto sentido Mubarak tiene razón. Si Castro ha estado fusilando, atropellando a los cubanos, promoviendo el terrorismo, secuestrando aviones, haciendo alianzas con las más oprobiosas dictaduras como en su momento la Unión Soviética y ahora Corea del Norte ¿por qué Mubarak va a ceder a las presiones de Sarkozy, Angela Merkel y Obama?

Los asuntos egipcios son de la incumbencia de los egipcios o, al menos, de los egipcios armados con pistolas y garrotes.

La línea es muy venezolana: de aquí nadie me saca.

elsalvador.com, Nunca hay que creer en lobos "arrepentidos"

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