La seguridad jurídica es fundamental en la agricultura porque para producir a escala se requiere de hacer inversiones de largo plazo, de cinco, diez y hasta veinte años
01 de Febrero. Tomado de El Diario de Hoy.
No habrá seguridad "frijolmentaria", ni alimentaria, mientras no se restablezca una sustancial medida de seguridad jurídica y de seguridad personal. No sólo se trata de respetar las reglas del buen juego económico, reglas que existen prácticamente iguales en todo país próspero y civilizado, sino también de proteger a la gente de quienes usan las leyes y recurren a malos jueces para acosar, extorsionar, despojar y hasta encarcelar a otros.
Pongamos algunos casos: Si un sujeto falsifica una compra, inclusive con firmas distintas a los dueños de propiedades y bienes como vehículos, al afectado le toma años recuperar lo suyo, pues cuando los ladrones simulan varias ventas se llega a un punto en que un "comprador de buena fe" adquiere el terreno o vivienda y allí termina todo.
Trate alguien de hacerse con un carro robado en Estados Unidos o cualquier nación medianamente desarrollada con tales maniobras, y encontrará que no sólo lo encarcelan, sino que también castigan a la cadena de sinvergüenzas que participa en el embrollo.
La seguridad jurídica es fundamental en la agricultura porque para producir a escala se requiere de hacer inversiones de largo plazo, de cinco, diez y hasta veinte años. No se trata aquí de llegar a un terreno, cortar los árboles, venderlos como leña e irse a vivir en los arrabales urbanos como sucedió con los repartos de tierra a excombatientes, sino de afincar en una propiedad y convertirla en una estructura productiva.
Hay una agricultura de subsistencia, la que "hace el hoyo, mete el grano de maíz, ruega a Dios que llueva y luego recoge las mazorcas". Pero en un país donde el sesenta y más por ciento de la población es urbana, esa agricultura lo hunde en hambrunas.
No sólo S&P se da cuenta de los riesgos
Para hacer producir la tierra en abundancia (y porque no hay abundancia es que en estos momentos hay escasez de frijoles) se requiere de infraestructuras importantes, no sólo del terreno en sí, sino también de instalaciones, maquinaria, bodegas, tecnología, equipos, financiamiento, experiencia, mercadeo, mantenimiento, escoger el personal, pagar impuestos, etc.
Todo esto requiere de inversiones. Hay que gestionar créditos, evaluar los mercados, calcular el costo de transportes, medir los riesgos (cuatreros, invasiones, actos arbitrarios de autoridades, multas, inundaciones, sequías, etc.).
De igual manera el que va a invertir analiza otras opciones: ¿Será más seguro depositar el dinero en el banco y esperar a un mejor momento? ¿No me resulta más fácil poner un negocio de lavandería? ¿Cuál es la ventaja de irme a Honduras y entrar de socio con mi primo?
Como lo dijo Standard & Poor, la gente está más temerosa de invertir en El Salvador que, hasta hace poco, tuvo una muy buena calificación en ese sentido, por la inseguridad jurídica y, además, por la inseguridad física. Ir al campo es cada vez más riesgoso, e inclusive zonas que eran relativamente seguras, como el norte del país, Chalatenango y contornos, están dejando de serlo, pues los mareros expulsados de Estados Unidos están organizándose para el cobro de extorsiones.
Y se organizan sin que se haga otra cosa que reaccionar, no prevenir.
Los agricultores no están "en un lecho de rosas", como tampoco lo está ningún productor o propietario. Todos están expuestos a que los roben, a que un "comprador de buena fe" se los acabe, o a que lo mate el extorsionista.
elsalvador.com, Inseguridad "frijolmentaria" por la inseguridad jurídica
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