Morena Herrera.21 de Febrero. Tomado de Contra Punto.
SAN SALVADOR - En pocos días esperamos que se discuta en el plenario legislativo la propuesta de Ley para la Igualdad Real, es una ley que establece medidas para procurar la igualdad entre mujeres y hombres en diferentes campos de la vida social, económica y política. Seguramente aparecerán algunas voces preguntando para que sirve, cual es su sentido, e incluso se atreverán a opinar que no tiene sentido. La respuesta es muy sencilla, se trata de una ley correctiva, porque en nuestro país, sigue predominando la DESIGUALDAD y la DISCRIMINACION para las mujeres.
En pocos días también estaremos conmemorando un nuevo DIA INTERNACIONAL DE LAS MUJERES, y de nuevo habrá quienes opinen que para que existe la celebración de esta fecha, pese a que se ha convertido en un símbolo de la lucha de las mujeres por sus derechos. La respuesta también es simple y sencilla, es porque los 365 días del año, las mujeres seguimos viviendo sin acceso pleno a nuestros derechos, a la justicia y al goce de nuestras libertades.
Hay quienes también trivializan estas luchas y estas fechas, traduciéndolas en asuntos incluso de “mercado”, enviando florecitas, una tarjetita de felicitación, pero no comprometiéndose para nada en cambiar, o en generar los cambios necesarios para construir relaciones más igualitarias.
Las mujeres sabemos que una ley no es suficiente para lograr la igualdad real, se necesitan muchos cambios cotidianos, culturales, sociales, privados y públicos, institucionales y económicos. Pero contar con esta ley es un paso importante porque establece un marco normativo que promueve mecanismos para la igualdad y sanciona acciones y actitudes clara y flagrantemente discriminatorias. Aprobar esta ley es también una oportunidad para que las diferentes fracciones legislativas se reivindiquen con las mujeres salvadoreñas, no porque sus madres han sido mujeres, como muchos dicen en sus discursos, sino precisamente porque sus madres, esposas, compañeras de vida, hijas, amantes, hermanas, amigas, vecinas, conocidas y desconocidas, forman parte de la mitad de la ciudadanía a la que se le niegan sus derechos, por el simple hecho de ser mujeres.
La discriminación es ante todo una relación social, que implica un lado discriminador y el otro discriminado. Es importante que los hombres comprendan que la discriminación se vive de distinta manera de acuerdo al lugar que se ocupe en esta relación, incluso en aquéllos casos en que tengan una actitud pro igualdad, siempre tienen el permiso social de discriminar, el hecho de ser hombres les coloca en un lugar social de privilegio, independientemente de la clase o el sector social al que pertenezcan, siempre tienen el “poder de dominar” aún cuando no lo hagan.
Para las mujeres, aún aquellas que se ubiquen en posiciones de poder económico y político, es muy difícil escapar de la vivencia de la discriminación. La discriminación por razones de sexo es como una frontera invisible, que se advierte y percibe, sobre todo si estas del lado discriminado. Poco a poco las mujeres hemos ido siendo más sensibles a este tratamiento discriminatorio, y protestamos más y toleramos menos, pero eso no niega que siga existiendo como determinante social para el conjunto de las mujeres.
Algunos de los discursos en el debate legislativo del pasado 25 de noviembre, reconocían que el mundo está cambiando, para argumentar su respaldo a la recién aprobada Ley especial integral para el derecho a una vida libre de violencia de las mujeres. Esta ley entrará en vigencia en pocos meses y para su aplicación se necesitan preparar condiciones en las instituciones gubernamentales del nivel central y municipal, así como en las del sistema de aplicación de la justicia. Será un instrumento que nos ayudará como sociedad, a disminuir, y ojala algún día a erradicar, este flagelo social que significa la violencia contra las mujeres.
Pero es importante que comprendamos que los hombres violan y maltratan a las mujeres, porque tienen permiso social para hacerlo, las matan en última instancia porque “pueden hacerlo”, porque en el imaginario de la sociedad sigue prevaleciendo la idea de que los hombres pueden “castigar, corregir, y controlar a las mujeres”. Es este imaginario social el que debemos cambiar.
En El Salvador por ejemplo, siguen existiendo embarazos y partos de niñas de diez años, incluso están aumentado, pero no se interpretan como situaciones de abuso y violación sexual, no se tratan como tal. En algunas alcaldías se pueden observar datos de asentamientos de nuevos nacimientos, donde la madre tiene doce o trece años, y el padre más de cincuenta! Pero esto no escandaliza a nadie, se miran y se tratan como relaciones normales. Más del 30% de partos hospitalarios en el país tiene estas características. Esta debería ser una preocupación central de los Ministerios de Educación y Salud, del ISDEMU y otras instancias del gobierno dedicadas a promover los derechos de las mujeres.
En el mundo laboral también existe mucha discriminación. El trabajo de las mujeres es menos valorado y menos retribuido que el de los hombres. En muchas instituciones públicas las condiciones laborales también reflejan discriminación, por ejemplo, son muchos más hombres los contratados por ley de salario que las mujeres, lo que significa mayores posibilidades de estabilidad laboral para los primeros. Sería interesante en este marco, que el Ministerio de Trabajo y Previsión Social informe de cuál es la situación entre hombres y mujeres de la aplicación de la ley de salario en las instituciones del Estado, y promoviera medidas para aplicar la igualdad en este ámbito.
En el mundo de la política, ya hemos denunciado en el pasado, que existen Concejos Municipales únicamente integrados por hombres. Los partidos políticos se defienden bajo el argumento que las mujeres “no quieren participar”. Una de las disposiciones de la ley que esperamos se apruebe el 8 de marzo, es el establecimiento de medidas que corrijan esta desigualdad en el mundo de la política. Los partidos políticos, no podrán seguir diciendo que son democráticos, sino aprueban y aplican estas medidas.
En la mayoría de familias, las mujeres siguen siendo las principales o las únicas responsables del cuidado de niñas y niños y de las personas mayores. También del trabajo doméstico, de esas tareas que son necesarias para la vida, pero que frecuentemente no se miran, ni se reconocen. Es un trabajo invisible que convierte en invisibles a quienes lo hacen: las mujeres.
Se podría seguir escribiendo sobre la discriminación, porque existe en todos los campos, aunque las mujeres la vivimos de distinta manera de acuerdo a nuestras condiciones sociales, económicas y políticas. Pero lo fundamental es que aprendamos a verla, a reconocerla, y que pongamos toda la capacidad y creatividad social y política para superarla. Esto nos hará más libres y felices a mujeres y hombres, y nos ayudará a vivir mejor, porque una sociedad más igualitaria es una sociedad que camina más rápido hacia el progreso y el bienestar social. Por ello, la ley de igualdad se necesita para las mujeres, pero se necesita más, para toda la sociedad.
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