Comentarios mas recientes

2011/02/08

Contra Punto-Educar para construir ciudadanía - Noticias de El Salvador - ContraPunto

 Oscar A. Fernández O.08 de Febrero.Tomado de Contra Punto.

“La educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo”
Paulo Freire 

SAN SALVADOR-La educación no es neutral, y toma partido por una enseñanza para toda la población, que luche contra las desigualdades sociales existentes, y por una práctica pedagógica que forme personas socialmente participativas y críticas

Una educación transformadora necesita desarrollar la crítica a lo existente, pero también las propuestas (en plural), así como una esperanza en las posibilidades de cambio mediante la acción consciente y colectiva. La participación social de toda la población es, entonces, tanto un medio para el aprendizaje como un objetivo del mismo.
Educar para desarrollar la ciudadanía, supone apostar por un modelo pedagógico, no solamente escolar, en el cual se procura que la persona construya su modelo de vida digno y al mismo tiempo contribuya a la construcción de un modo de vida en comunidad dónde se puedan manejar adecuadamente y a tiempo los conflictos que le son inherentes a la sociedad, de forma eficaz, justa y democrática. Esta doble dimensión individual y relacional, particular y comunitaria, debe conjugarse en el mismo tiempo y espacio si lo que pretendemos es construir ciudadanía y sobre todo si ésta se pretende en sociedades que desean la democracia, pero que aún enfrentan lastres de poderes autoritarios, constituidos desde las clases económicamente dominantes, como es el caso de El Salvador.
No todos los modelos de vida son compatibles con los modelos de vida justos y democráticos en comunidad. Después de los acuerdos de paz, último decenio del siglo XX, caracterizado por la lucha política del pueblo en dirección de profundizar los derechos humanos y la democracia participativa, debe ser completada en un contexto de férrea resistencia al poder de facto de la oligarquía y sus testaferros en el Estado, que conspiran para mantener sus privilegios seculares. 
El siglo que hemos comenzado a caminar debe caracterizarse como el siglo de la profundización de la lucha por la construcción de un Estado del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, justo y democrático. Esto es un deber que como seres políticos debemos llegar a asumir en nuestra convivencia diaria y con una perspectiva de futuro, aunque por hoy parezca poco probable por la cultura de violencia que nos han heredado.
Las transformaciones sociales y tecnológicas, los movimientos migratorios y el carácter interconectado que acompañan al proceso de mundialización del libre mercado que estamos viviendo, presentan sociedades fracturadas y polarizadas entre clases sociales: una minoritaria, apropiándose de casi todo y otra, mayoritaria, sumida en la pobreza y la exclusión social. Estas diferencias no se resuelven naturalmente, ni por intervención Divina, sino a través de la concienciación social y la lucha por los derechos, que es lo que busca, en primera instancia, una educación democrática en función de construir ciudadanía. 
Un estado democrático, que es la meta en El Salvador, deberá priorizar en sus políticas educativas, acciones orientadas a la formación de una ciudadanía activa que sea capaz de reconocer y exigir sus derechos, cumplir con sus obligaciones y entender una sociedad de diferentes y no de desiguales.  Esto exige formar no sólo ciudadanos que defiendan y luchen por los derechos humanos, civiles y el Estado de derecho, sino que también reconozcan las diferencias como factor humano y estén dispuestos a luchar para que tales diferencias no induzcan a desigualdades e injusticias, incluso a costa del ejercicio de determinados niveles de disfrute de los derechos. Es decir, un Estado y una sociedad que en común acuerdo, construyan una nación en base a la solidaridad y al desarrollo de todos.
Este modelo de ciudadanía activa no se improvisa. Es un modelo que requiere acciones pedagógicas orientadas a la persona en su globalidad, a la inteligencia, a la razón, al pensamiento crítico, al entendimiento de la realidad, a la solidaridad, al desarrollo de la cultura y a la voluntad, entendida ésta última como ordenamiento de la conducta propia de cada uno y la capacidad de ejercitar el libre albedrío o libre determinación.
Estas acciones pedagógicas deben contribuir al hecho de que en nuestro proceso de construcción personal y social, que significa la interacción entre cada uno y los demás, aprendamos a apreciar valores, denunciar su falta y configurar nuestra matriz personal de valores individuales positivos en función social. Esta tarea pedagógica consiste en primer lugar en crear condiciones que fomenten la sensibilidad por los principios éticos en aquellos que aprenden, a fin de constatar, entender y manejar adecuadamente los conflictos propios de la interacción social. 
En segundo lugar, y a partir de la vivencia y análisis de experiencias que como agente, paciente u observador pueden generar en nosotros los conflictos morales en nuestro contexto, la acción pedagógica ha de permitir superar el nivel subjetivo de la percepción moral y mediante el diálogo civilizado y democrático, construir de forma compartida, principios morales para la comunidad. 
En tercer lugar, ha de propiciar condiciones que ayuden a reconocer las diferencias, los valores, las tradiciones y la cultura en general de cada familia y comunidad, y al mismo tiempo, que favorezcan la construcción de consensos en torno a los principios básicos mínimos de una ética civil o ciudadanía activa, fundamento de la convivencia en sociedades democráticas e igualitarias. 
Estos principios básicos, se refieren a la justicia y son identificados como la igualdad de libertades y de oportunidades, y la distribución equitativa de los bienes primarios. Pero estas condiciones no se consiguen a través de declaraciones verbales, o sólo la actividad del profesor en el aula, ni con disposiciones legales que regulen la currícula o sistemas de enseñanza como el salvadoreño, basado exclusivamente en educar para servir al mercado, obviando todo lo relacionado con la conciencia social crítica y los valores humanos.
Es necesario considerar que si educar en valores humanos y solidarios, es crear condiciones para conseguir todo lo que hemos dicho hasta ahora, la función reguladora y de modelos que ejerce el sistema de educación y el profesor es clave. La formación de una ciudadanía activa necesita de una transformación total del sistema de enseñanza impuesto por el poder, para asegurar su reproducción en el tiempo. Se necesita formar profesionalmente, profesores con pensamiento crítico, investigativo y actitud beligerante en la defensa de principios como los apuntados, al mismo tiempo que respeten las distintas creencias de cada uno, formas de entender el mundo y formas de construirnos como personas, que en el marco de los principios de democracia y justicia enunciados, conforman los diferentes modelos de vida justos de cada uno y cada una, en el contexto de la colectividad. Es decir, individuo y colectivo se integran pero no se confunden, lo cual marca la esencia entre la libertad individualista inducida por el neoliberalismo y la libertad emancipadora en la democracia popular. 

Educar para construir ciudadanía - Noticias de El Salvador - ContraPunto

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.