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2010/02/16

LPG-La dispersión galopante

Escrito por Geovani Galeas.16 de Febrero. Tomado de La Prensa Grafica.

En su fase inicial, el nuevo escenario político salvadoreño estuvo marcado negativamente por una galopante dispersión de la derecha. Sin embargo, casi de manera inadvertida, también el centro político comenzó a disgregarse, y ahora es la izquierda misma la que muestra fisuras cada día más evidentes.

Los primeros en manifestar de forma explícita su desencanto, ante la propuesta de la esperanza y el cambio, fueron los componentes más radicales de la militancia izquierdista no vinculada de manera orgánica al FMLN. Pero poco a poco la frustración y la protesta han venido ganando espacio y volumen en las filas de ese partido, y ya no solo en las bases y los niveles intermedios sino también en la dirigencia.

Esto último hacía aparecer al FMLN como la única fuerza cohesionada rumbo a las futuras batallas electorales, pero el manifiesto y creciente malestar de sus bases ante el gobierno ha comenzado a extenderse hacia la dirección del partido.

Desde esa zona del espectro político se reclama al Ejecutivo por el incumplimiento de muchas promesas realizadas durante la campaña, y en general por el abandono del programa pactado entre el partido y el entonces candidato presidencial. Pero también se reclama a la dirigencia partidaria mayor definición y firmeza en la defensa de ese programa. Y este último reclamo también está subiendo de volumen.

Ante la gravedad de los problemas de la seguridad, la economía y el empleo, no se puede actuar sin consensos sólidos y la suma del esfuerzo de todos. Esto es cosa de sentido común, y de ahí la insistencia en los llamados a la unidad. Solo que un llamado es simple retórica si no se acompaña de los gestos y las acciones que lo sustente de modo efectivo.

¿Dónde están esos gestos y esas acciones? Así como el caldo de cultivo de la dispersión es la desconfianza, el piso de la unidad es la confianza. Y eso es lo que no hay. El panorama es sombrío porque está dominado por la incertidumbre y la sospecha, porque a pesar de que los discursos digan otra cosa, una opacidad cada vez más espesa vela las verdaderas intenciones y los verdaderos objetivos.

La izquierda y la derecha tienen sus respectivos proyectos, y estos han estado desde hace varios años sobre la mesa. El presidente Mauricio Funes pareció decantarse por una posición intermedia, una suerte de híbrido ideológico cuya base natural sería la combinación de los moderados de ambos lados del espectro político. El movimiento denominado Amigos de Mauricio no parecía ser otra cosa que el embrión de esa posibilidad.

Ahora nos hemos desayunado con la confirmación de una noticia que ya habíamos comenzado a prever desde hace algún tiempo: también ese movimiento, que parecía haber entrado en receso, se ha disuelto y sus dirigentes han tomado distintos caminos.

Algún optimista podría decir que los divorcios y la multiplicación de los reagrupamientos también pueden ser saludables y que en algún sentido denotan movilidad y renovación. Pero en las circunstancias específicas por las que atraviesa el país, eso es prácticamente lo mismo que llamarle suma a la resta y unidad a la fragmentación. En otras palabras es confundir el movimiento, que está dotado de sentido, con la mera agitación que no va hacia ningún lado.

La dispersión galopante

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