16 de febrero. Tomado de Simpatizantes del FMLN.
Hay fundadas esperanzas: El Salvador se acerca a un momento glorioso, todo empezó al expulsar a los areneros del gobierno y acceder una administración honesta, sensible a los cambios, humanista y progresista. No es que los futuros descendientes no vayan a ser de piel oscura, bajitos o con bajo consciente intelectual; pero sí lo creemos firmemente: de vida iluminada. Los futuros salvadoreños nacerán con luz y vivirán con luz. De ello se encargará un nuevo modelo de educación, un sistema integral de salud y las amplias facilidades de participación y protagonismo en todas las tareas de promoción social y humana.
Los sociólogos de tan bajo perfil en este país de milagrerías nos dan cuenta del fenómeno diario que se está operando en El Salvador rural y urbano, cuando se pasa de la sombra a la luz, de lo oscuro a lo iluminado, de las tinieblas a lo fulgurante. Lo decimos no tan simbólicamente: la energía eléctrica y el servicio de agua potable se está haciendo realidad en muchas comunidades “alejadas del mundanal ruido”. Los quinqués, la leña, el carbón, las velas de sebo o estearina se han desechado, se tiran al basurero como algo antiguo y decadente. Las chozas también serán cosa del pasado, lo mismo los bolsones sencillos confeccionados con sacos de harina tan protegidos por los niños escolares humildes de esta república.
Los salvadoreños arribamos al siglo XIX con un miedo cerval, genético o, heredado hacia los fenómenos y fuerzas naturales; pero también a los aparatos represivos propiedad y de “uso exclusivo” de la oligarquía. Bien recordamos a la pareja de guardias nacionales custodiando las urnas electorales en los pueblos y villas del país: los campesinos con mano temblorosa marcaban la bandera del PRUD y posteriormente del PCN. El alcalde, el juez de paz, el comandante local y hasta el cura y el director de la escuela, pertenecían al partido oficial. Nada fuera de ellos, todo con el régimen militar. El rayo iluminaba, en las noches lluviosas, los rostros aterrados, temerosos, con ojos llenos de espanto, cuando por el mismo miedo o una acción valerosa, se había emitido el voto a favor del candidato de “la oposición”.
Con los nefastos y corruptos gobiernos areneros, continuó la represión y el fraude por otros medios: más sofisticados, utilizando la moderna tecnología, el cinismo y siempre el poder del dinero. La esperanza llegó en marzo de 2009, se rompieron los mitos, la tradición y el temor ancestral. La luz brilló en la penumbra, el simbolismo alcanzó alturas insospechadas. Los salvadoreños tomaron la decisión empujados por la promesa de “un cambio y una esperanza”, también por el cansancio y la furia con un partido formado por gente mentirosa, corrupta, acaparadora de privilegios y utilizando todos los bienes del Estado para acrecentar sus fortunas, hacer más y mejores negocios. El lujo para los ricos; para los pobres “la luz” estaba prohibida. Y de su mente oscura partía el temor al “toque”, al chisporroteo, a la vibración de un alambre de envoltura negra que, electrizado, se volvía serpiente de rápidos movimientos y de vibrante mordedura, algunas veces mortal. Los campesinos en su triste choza esperaban pacientes, tolerantes, confiando en la “vida eterna” y en que “Dios todo lo proveerá”.
Tan de absurdo era el panorama que aún con el “gobierno del cambio” el salvadoreño de a pie, los moradores de la tierra cobriza, en la ribera del río o en la extensa llanura o en el fondo de la montaña, todavía temen a “la electricidad” y “acarician” el agua saliendo por el grifo. Hay todavía en comunidades tristes y empobrecidas un “temor eléctrico”, que es parecido al temor de Dios, tan anunciado y repetido por cantidad de “pastores” de distintas nominaciones religiosas. Y ese miedo aumenta cuando en la hora presente tanto los recibos de luz como del agua, llegan duplicados y con una cuota mayor de la ofrecida a la hora de instalarles el servicio. Y es que la luz y la fuerza tienen un efecto especial, contrario al feudalismo, esperanzador y hasta educador. La filosofía de lo transparente, de lo profundo, de la verdad y la vida.
Los poetas lo dicen con parábolas y metáforas: todo farol es buen policía. De un corto tiempo para acá la “luz” dejó de ser lujo de ricos, lo mismo que el agua, y los más optimistas también mencionan los celulares. El dinosaurio advierte que “es signo de progreso”, pues lo mismo lo utiliza la señora del mercado que el financista, el ingeniero y el burócrata. En fin, todos esos instrumentos, bien se podrían calificar como “la necesidad de los pobres”. Y regresando a esta nuestra filosofía, cuando la luz se hace, cuando llega –tú, pueblo pones una parte, tú Estado, otra—la noche del salvadoreño retrocede. Bien le diría a los agoreros, a los estudiosos de la Biblia, hay otros caminos, senderos por donde puede transitar el bien.
¿Cuál? No fantaseamos, mucho menos compartimos la mentira, la hipocresía y el cinismo, reglas de oro de los fascistas areneros. La primavera y el otoño no existen para los compatriotas; pero sí existe la noche del salvadoreño. Es tantas veces negra, profunda y secular. Tiene instintos primitivos de amor, de muerte y de misterio. En el gran San Salvador, llega la noche y donde está más oscuro, el capitalino pierde la vergüenza, el temor y “hace” lo que el animal sin conciencia: roba, mata, estupra y a veces, produciendo una luz cómplice, quema. En la noche negra se producen los gritos de reto más impresionantes. La garganta arriba al simbolismo de la luna llena, a lo lupescente, es decir al aullido del lobo. La noche cómplice, tiene muchos ayudantes negativos. Ayuda a la criminalidad, al despojo, a la frustración y también, cómo no, al descanso lleno de fantasmagorías, a la pesadilla, al recuento de las leyendas y la producción de fantasmas.
Es el simbolismo descarnado, el tiempo para los amantes de la noche, los indocumentados, los dueños de la página roja. Con luz y sin ella la oscuridad se ilumina con el estruendo y el sonido inconfundible del arma de fuego, el brillo delator del cuchillo o la navaja española, el puñal desgarrador. ¿Dónde nos hemos perdido? ¿Por qué túnel penetramos y no logramos encontrar el final con la promesa resplandeciente? ¿Dónde están los sociólogos, los psicólogos, los reformadores y los guías espirituales? Eso de la luz es filosofía más que un invento para el progreso, la modernidad y la estabilidad social. ¿De verdad servirá esta nuestra “luz” para ver mejor los conceptos en las escuelas; para curar en los hospitales y aun para “decorar” –no sólo iluminar—calles, plazas y rincones? O simplemente para la industrialización, para aumentar las fortunas de los comerciantes ¿quién nos dirá la verdad?
¿Filosofía, verdad o fantasía? Antes el que más gastaba, menos pagaba ¡a otro perro con ese hueso! Había que ayudar a los industriales que hacen industria y ganan –y que exportan utilidades— los que volviendo a casa, la quieren iluminada como en el día –tanto en la sala, como en las recámaras donde tienen televisión, aire acondicionado y más ¿Y por qué no iluminar la alberca, para ver las curvas bronceadas –otra vez—de la vecina o de las invitadas? Y por qué no iluminar las plantas, el pasto, el follaje y hasta las piedras formando una cascada de lujo pegada al muro? Hay pequeñas y grandes verdades, más allá del simbolismo o de una película de Fellini.
La propaganda y la publicidad se estrellan contra la realidad y la injusticia de nuestro país, la insalvable brecha económica no es una utopía, va más allá de las especulaciones y de los fantasmas. Tierra, pan, luz y agua ya no son el simbolismo arraigado o pretexto del poeta para mentir con la metáfora o la parábola. Simplemente se argumenta y se afirma y ataca con la verdad, se construyen castillos con duraderos cimientos, con materiales fuertes y consistentes. La noche y también el día ya no puede ser más de los reyes del mal, de la página roja, la luz debe brillar para todos y que sean los salvadoreños los grandes presentes y los hacedores de este futuro glorioso.
El-Salvador: De pandilleros, parábolas y filosofía de la luz
Pero la luz no nos la traeran a nuestros hogares. Esa luz la tenemos que conquistar nosotros mismos. Esa oportunidad no nos la deberian de quitar. Ahora bien este ingrediente falta en este casi "divino" nuevo estado de las cosas. Nadie toma la batuta para comenzar a labrar nuestra nueva iluminada vida. En El Salvador de ahora se puede vivir un poco mejor y en pobreza. Solo se requiere de una organizacion social adecuada y con metas claras y sencillas. Inculcar principios con el mismo animo que el "amor religioso" de las iglesias, si, la solidaridad! El humanismo! Esos son valores que la derecha ha borrado de quienes mas les necesitamos: los guanacos de a pie! Y ese sera el mayor error de la izquierda electorera: no mostrar ese camino.
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