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2010/02/16

LPG-No se ponen de acuerdo ni en los puntos específicos

A lo largo de esta ya prolongada posguerra, hemos venido dejando que los problemas principales que se manifiestan en la realidad nacional vayan quedando con gran cantidad de cabos sueltos.

Escrito por Editorial. 16 de Febrero. Tomado de La Prensa Grafica. 

Cuando se observa el panorama nacional actual, la primera impresión que queda es de incertidumbre e imprecisión. Es como si, ante la avalancha de desafíos que la realidad trae consigo cada día, las distintas fuerzas nacionales estuvieran atrapadas en el desconcierto crónico. El caso típico es el de la inseguridad ciudadana, que se ha vuelto el principal quebradero de cabeza, tanto de la ciudadanía como de la institucionalidad pública como privada. Y esto se da precisamente en el momento en que es indispensable, para funcionar bien, al menos en lo mínimo necesario para que las cosas caminen como se debe, que haya una razonable integración de esfuerzos, sobre la base de diagnósticos realistas y tratamientos suficientes y eficaces.

Los ejemplos del desconcierto que señalamos están a la orden del día. El paquete fiscal, para el caso, logró salir en la Asamblea Legislativa, pero luego de un ejercicio que fue más que una dinámica de argumentos un forcejeo de posiciones. Luego, cuestiones bien concretas como la supresión de la cuota básica en la telefonía fija, la tortuosa peregrinación de la ley de “escuchas telefónicas” y el incremento de los años de internamiento para los menores delincuentes están aún en veremos, bien porque no hay armonía entre el Ejecutivo y la Asamblea, bien porque los intereses partidarios no logran encajar en un acuerdo que supere el “impasse”.

Todo esto, visto desde fuera y en perspectiva, resulta calamitoso en todo sentido, porque lo que ahora mismo se requiere, para asegurar la buena marcha saludable del proceso nacional, es que haya generalizadamente dos cosas en las dosis adecuadas: buen juicio y buena voluntad.

VER LA PROBLEMÁTICA COMO UN TODO

A lo largo de esta ya prolongada posguerra, hemos venido dejando que los problemas principales que se manifiestan en la realidad nacional vayan quedando con gran cantidad de cabos sueltos. Esto ha hecho que de pronto nos hallemos ante una maraña de requerimientos de solución, en diversas áreas de la problemática que enfrentamos. El apremio hace que se tienda a impulsar medidas inmediatas, en vez de privilegiar las estrategias de largo alcance, y eso es lo que ha venido ocurriendo persistentemente en el país, pese a que los hechos demuestran, con metódica puntualidad, que los problemas estructurales nunca tienen remedios coyunturales, aunque éstos pudieran funcionar como paliativos engañosos. El ejemplo de las “Manos Duras” es patente al respecto.

Hoy proliferan los planes antidelincuenciales, está por conocerse el Plan Quinquenal del Gobierno y otras propuestas anunciadas por entidades privadas. Este florecimiento de iniciativas indica que la realidad está reclamando acción en distintos ámbitos de la actividad nacional; y dicho reclamo debería ser el mejor argumento para pasar a una nueva dinámica en el tratamiento de las diversas urgencias que enfrentamos, en lo político, en lo económico, en lo social y en lo institucional.

Aislar o desagregar las estrategias es reincidir en los métodos que ya mostraron su limitada eficacia o su real inoperancia. Nuestra problemática de fondo es un todo, y así lo ha sido siempre. No verlo o no querer verlo es lo que más nos impide avanzar.

No se ponen de acuerdo ni en los puntos específicos

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