La mayor parte de veces que la PNC realiza operativos contra bandas, venta de droga, para capturar extorsionistas, al llegar al sitio no hay una sola alma y ninguna evidencia
Editorial. 17 de Febrero. Tomado de El Diario de Hoy.
Veinte muertos hubo el fin de semana, cifra que se suma al horror que desde hace años es parte de la realidad del país. En esta tierra, desde que la violencia se convirtió en un camino para hacerse con el poder, matar, destruir, victimizar, arrasar y sembrar el odio es el espectro que persigue sin tregua a los salvadoreños. La violencia divide familias, impide la convivencia plena, pone en grave peligro a nuestra democracia y destruye el imperio de la ley.
El problema pasó de ser la delincuencia común, las agresiones nacidas de la ira, los asaltos de hampones actuando por sí mismos, para transformarse en una guerra abierta del crimen organizado contra la sociedad entera. Hay bandas internacionales que mueven droga, contrabando, indocumentados, lavado y extorsiones; otras que hacen del sicariato y de las llamadas "rentas" su modo de operar, unas terceras que están vinculadas al terrorismo del Medio Oriente.
Hay guerra y hay urgencias tremendas por solucionar. Hay guerra, pero, sólo actuando al unísono con nuestros principales aliados, que también están bajo ataque, tendremos alguna posibilidad de éxito.
Una de las herramientas básicas para combatir la delincuencia organizada, son las escuchas telefónicas. No la única, pero sí una de las principales en unión al trabajo de inteligencia en el campo, la vigilancia de las operaciones de lavado, el combate a la corrupción, el uso de tecnología especializada.
Si hay guerra, todos debemos poner lo que nos corresponde para mantener una medida de seguridad interna y de respeto a la ley.
Lo que no encaja con la tremenda urgencia, con la necesidad de todos de unirse en un esfuerzo contra el crimen, es la negativa -–negativa de siempre, negativa desde que el asunto se planteó-- de la izquierda a dar los votos que se requieren para legalizarlas.
Al zorro las llaves del gallinero
Ahora lo que quieren es que la PNC tenga un papel preponderante en las escuchas, pese a que es un asunto de jueces, de procesos legales, de recoger pruebas para encausar culpables y descubrir las redes que los mueven.
Hay múltiples motivos por los cuales no sólo es inconveniente, sino peligroso que más de una institución maneje una herramienta de esta naturaleza. El primero es que la PNC no sólo tiene un historial muy pobre en guardar secretos y manejar información, sino que en estos momentos está bajo una fuerte presión política.
Es un saber generalizado, que la mayor parte de veces que la PNC realiza operativos contra bandas, venta de droga, para capturar extorsionistas, al llegar al sitio no hay una sola alma y ninguna evidencia.
Hay otro factor todavía más importante, que es el de la responsabilidad, de quién es culpable de fugas de información o malos manejos de pruebas.
La Fiscalía es un cuerpo especializado en recabar, analizar y presentar pruebas, en lo cual los fiscales que se hacen cargo de un asunto asumen la responsabilidad de sus actos. Las investigaciones no se diluyen en un personal de veinte y tantos mil funcionarios, ni es posible pasar las culpas de unos a otros. Encima de eso, la mayoría de fiscales aspira a ejercer como abogado o juez, por lo que cuidan mucho su prestigio.
Muchos dicen, con alguna razón, que dar las llaves del gallinero a los zorros es una pésima política.
elsalvador.com :.: No quieren aprobar las escuchas telefónicas
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