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2010/02/01

EDH-Los efectos económicos que tienen las extorsiones

Como una lepra, por todo el territorio han ido extendiéndose las bandas que "cobran renta" y que no se limitan a los transportistas, sino que acosan sin tregua talleres, tiendas de barrio, comedores, familias, empleados y personas a las que juzgan capaces de pagar.

Editorial. 01 de Febrero. Tomado de El Diario de Hoy.

Con regularidad rutas de buses, al igual que el personal que trabaja en ellas, se declaran en huelga protestando por los asesinatos, agresiones, quemas de unidades y amenazas que sufren de extorsionistas, la versión actual de los impuestos de guerra de los Años Ochenta.
Como una lepra, por todo el territorio han ido extendiéndose las bandas que "cobran renta" y que no se limitan a los transportistas, sino que acosan sin tregua talleres, tiendas de barrio, comedores, familias, empleados y personas a las que juzgan capaces de pagar. Además cobran por entrar o salir de los barrios después de ciertas horas, un toque de queda que por melindres legalistas las autoridades policiales rehúsan aplicar pero que los delincuentes están convirtiendo en norma generalizada.

El castigo por no pagar es espantoso: matan a sus víctimas y/o a familiares de ellas. Las alternativas para los infelices dueños de esos negocios son cerrar, irse a otra parte, pagar hasta que quiebran o morirse. Es raro el día que no maten a transportistas o dueños de negocios que no cumplieron con el chantaje.

Lo que no se ha analizado, ni siquiera planteado, son las consecuencias económicas que tienen la extorsión y las matanzas en las comunidades bajo asedio, en adición a las tragedias personales que causan. Que la tiendecita, la costurería, los negocios que venden comida y los pequeños talleres se vean forzados a cerrar, o sufran un incremento muy grande en sus costos de operación, afecta a todo el vecindario. La gente se ve forzada a pagar más por lo que consume.

Pongamos un simple ejemplo: para adquirir jabón, cereales, azúcar, bebidas, en una comunidad normal se paga el costo de esos productos más un pequeño ajuste que paga el consumidor al tendero que los tiene en existencia. Mucha gente adquiere, como ejemplo, dosis individuales de shampoo para no gastar en un frasco más grande. Igual se compran aspirinas, paquetitos de café soluble o media libra de azúcar. Es la tienda la que absorbe el costo de tener pequeñas existencias de lo que consumen los vecinos.

Pero ese balance se rompe cuando las tiendas van cerrando y cada vecino se ve obligado a comprar fuera y cargar con lo adquirido hasta su casa, con el riesgo de que los "rentistas" le roben lo que lleva. Que le roben el dinero al ir a la tienda fuera del barrio o que al volver le quiten lo que compró.

Lo que manejaba un pequeño negocio, la existencia de comida y productos diversos, ahora cae sobre las economías de muchas familias.

Impartan charlas para hacerlos virtuosos

Con la tiendecita y el pequeño taller la gente podía mantenerse en el balance de "coyol quebrado, coyol comido". Ahora hay que hacer una reserva de la mayor parte de lo que se consume a diario; las familias tienen que comprar bolsas de café, de cereales, de jabón, de lo que usan cotidianamente pero en cantidades mayores.

Se debe pensar no sólo en lo que hay que gastar de más en una colonia, sino también en el impacto económico que genera en el país.

Al desarrollar sus campañas de prevención, las autoridades policiales deben hacer ver a los extorsionistas, homicidas, asaltantes y violadores los tan negativos efectos que su conducta tiene sobre las familias pobres del país.

elsalvador.com :.: Los efectos económicos que tienen las extorsiones

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