La situación creada se parece a un aborto obligado y traumático de un embarazo deseado.
Editorial. 19 de Febrero. Tomado de Contra Punto.
SAN SALVADOR
– El sector intelectual salvadoreño, por H o por B razones, ha sido fuertemente estremecido por la destitución reciente y sorpresiva de la titular de la Secretaría de Cultura por órdenes presidenciales.Las causas reales de la destitución no se saben enteramente. Quizás la conmoción, que ha abonado a un estado de mayor incertidumbre espiritual, no ha permitido aún la elaboración de análisis fríos y realistas sobre el tema. Por el momento, como es lógico, lo que impera es la furia, la indignación y la zozobra.
Pero la realidad es que la medida presidencial contundente y súbita ha llegado en un momento en cual cualquier acción del gobierno tiene profundas repercusiones. Y lo que es peor, el golpe viene dirigido al sector intelectual democrático e independiente que apoyó el cambio en El Salvador, creyendo en la ilusión que despertó la propuesta de unidad nacional que propuso el entonces candidato y ahora presidente Mauricio Funes.
La titular despedida atrajo a personalidades y proyectos dispersos que no quizás no se habían visto las caras desde la euforia que causaron los Acuerdos de Paz; los colocó en poco tiempo en un plan de acción que pretendía no sólo revolucionar el concepto de las políticas públicas en el terreno cultural, sino por primera vez en la historia nacional, darle integridad en los territorios, en la nueva institucionalidad democrática y en la sociedad.
Cuando el 15 de septiembre pasado un grupo de niños y niñas cantaron en el acto de Independencia el himno nacional en nahuat, el cambio cultural en El Salvador estaba comenzando a derribar siglos de racismo y de exclusión, de arbitrariedad y de ataduras conservadoras e inhumanas a las que las dictaduras militares y mentales sometieron a El Salvador.
La pregunta es: ¿Por qué cortar el proceso? ¿Cuál es entonces el rumbo, el camino del cambio?
El presidente de la República tiene toda la potestad de quitar o poner a los funcionarios que le convengan. Desgraciadamente no tenemos un régimen democrático ni parlamentario de gobierno. Pero decir que ha destituido a su Secretaria de Cultura por que le perdió la “confianza política” y porque no ha ejecutado su labor, no son causas creíbles.
La Secretaria de Cultura ha narrado, y nadie la ha desmentido, que recién presentó su plan de trabajo en el Gabinete Económico y Social y al finalizar todos los funcionarios presentes la felicitaron, le ofrecieron ayuda y propuestas de acciones integradas entre cultura y el resto de la institucionalidad gubernamental.
Por primera vez en la historia nacional una alta funcionaria del gobierno es despedida por el presidente y junto con la despedida se van también sus directores nacionales, así como otros funcionarios y colaboradores que consideran que el golpe no es personal, sino contra un proyecto en marcha que no tuvo la opción de demostrar toda su validez.
En resumidas cuentas, lo absurdo es que esta situación creada se parece a un aborto obligado y traumático de un embarazo deseado o a un suicidio teniendo ganas de vivir.
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