Escrito por Francisco Díaz Rodríguez.18 de Febrero. Tomado de La Prensa Gráfica.
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“Juego limpio” (“fair play” en inglés) es una expresión utilizada para denominar el comportamiento leal y sincero además de correcto en el deporte, en especial fraterno hacia el contrincante “oponente”, respetuoso ante el árbitro y correcto con los asistentes”. (Wikipedia, la enciclopedia libre)
Con dos semanas de haber asumido responsabilidad como superintendente de Competencia, estoy sorprendido por la cantidad de personas que me ha preguntado: “Bueno ¿y eso qué es?”
La pregunta expresa cuánto se desconoce la institución y la ley a la que sirve, y preocupa, cuando es formulada no solo por legos sino también por supuestos entendidos.
De ahí esta breve incursión explicativa, y las ideas del “fair play” ayudan: El propósito de la Ley de Competencia y de la Superintendencia que vela por su cumplimiento consiste en que la competencia económica en El Salvador se realice en condiciones de “juego limpio”.
En efecto, el comportamiento del competidor debe ser leal y sincero además de correcto; el comportamiento hacia el contrincante equivale a comportamiento honesto y de buena fe; el respeto al árbitro es el respeto de las leyes y las instituciones del Estado, y, lo más importante, el comportamiento correcto con los asistentes corresponde al comportamiento con los consumidores: conquistar su preferencia con base en el precio y la calidad de los productos ofertados, y con base en la calidad del servicio al cliente.
¿Es esta una visión idílica, inocente, de la competencia en el mercado? Sí, definitivamente sí, porque la competencia en el mercado es mucho más que un deporte, es una verdadera lucha.
La competencia es, para algunos, lucha por acceder al mercado; para otros, lucha por sobrevivir exitosamente en él; para la mayor parte, lucha por expandirse y crecer y, quizás para los menos, lucha por controlarlo y dominarlo. El mercado es al mismo tiempo la razón de esa lucha y la “cancha” donde se desarrolla, y agente económico es el nombre genérico de los competidores, o de quiénes inciden en la actividad de competir. Así, productores, distribuidores, mayoristas, minoristas, comerciantes, tenderos, importadores, exportadores, vendedores o revendedores, etc., son todos agentes económicos, como lo son también las instituciones públicas que adquieren o contratan por medio de licitaciones, y el Estado mismo cuando establece políticas o normas de economía.
En el deporte existe la lucha libre en la que se vale todo. Hay luchadores “técnicos”, que practican un juego limpio, y “marrulleros”, que no tienen ningún escrúpulo. Pero existe también la lucha olímpica con reglas claras en donde el juego limpio deja de ser aspiración para convertirse en ley.
Toda sociedad jurídicamente organizada puede decidir qué clase de lucha de mercado permitirá: la “lucha libre” o la “lucha olímpica”.
Desde 1950 El Salvador es, por definición constitucional, un Estado socialmente responsable. Su Constitución actual reconoce un orden económico que “debe responder esencialmente a principios de justicia social”, y comprende los enunciados que en noviembre de 2004 dieron base a la Ley de Competencia: I) promoción del “desarrollo económico y social mediante el incremento de la producción, la racional utilización de los recursos, la defensa del interés de los consumidores”; II) fomento y protección a la iniciativa privada dentro de las condiciones que acrecienten la riqueza nacional, y aseguren sus beneficios al mayor número de habitantes del país”; y III) prohibición de prácticas monopolísticas para garantizar la libertad empresarial y proteger el interés de los consumidores”.
El Salvador optó por la “lucha olímpica”. Todo agente económico puede dirigirse a la Superintendencia de Competencia pidiendo su intervención si considera que alguna práctica económica, pública o privada, limita o restringe su capacidad para entrar o para competir libremente en el mercado.
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