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2011/02/15

Contra Punto-Cómo reflotar una economía que tiene una piedra al cuello - Noticias de El Salvador - ContraPunto

 

 



El Ejecutivo recurre a la banca pública y el endeudamiento para reactivar una economía prisionera de las cadenas del neoliberalismo

Por Fernando de Dios.15 de Febrero. Tomado de Contra Punto.


SAN SALVADOR
– El Salvador se encuentra sumido en una crisis estructural que mantiene su economía postrada en la mediocridad desde hace más de 15 años. Sus niveles de crecimiento en la última década son, con excepción del periodo de la guerra, los más bajos de su historia moderna.
Desde 1995 está entre los tres países que menos crecen de América Latina y es el que menos crece de Centroamérica.
En 2010 el crecimiento no llegó  al 1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB); las importaciones fueron superiores a las exportaciones en cerca de $1,000 millones y la deuda externa siguió creciendo hasta acercarse a los $11,000 millones.
Una cuarta parte del presupuesto público de 2011 está destinado al pago de esa deuda y a ello hay que sumar una cantidad similar para el pago de la deuda previsional que se adquirió al privatizar las pensiones.
Al ser uno de los que menos impuestos cobra del mundo en relación a la riqueza, el Estado no fue capaz de recaudar lo que gastó, como viene ocurriendo desde hace años, por lo que siguió acumulando déficit fiscal, que ronda el 5 por ciento del PIB.
El pasado año, como tantos anteriores, miles de personas volvieron a irse del país, buscando su destino en tierras más prósperas. Los más de $3,500 millones en remesas que los migrantes envían de vuelta cada año son el colchón que ha evitado el colapso de la economía.
Muchas otras personas pasaron a integrar el gran magma de la economía informal, el otro amortiguador que evita la debacle y el estallido social; y que acoge a un sinnúmero de familias cuyo único horizonte es conseguir diariamente lo necesario para la subsistencia.
La estabilidad socioeconómica de El Salvador descansa en dos pilares que son el reflejo de su subdesarrollo.

Falta de inversión

El lubricante que mueve los engranajes de la economía es el dinero. Sin él, el mecanismo se detiene. La economía salvadoreña hace años que adolece de falta de dólares para engrasar su motor, por lo que éste está parado.
Al no haber dinero no hay inversión, razón fundamental, según los expertos, de la languidez económica de El Salvador. Ciertamente, la inversión media de los últimos años alcanza a duras penas el 12 por ciento del PIB, cuando se estima que es necesario al menos el 25 por ciento para que una economía se desarrolle y crezca de forma sostenida.
La falta de inversión ahoga a las empresas, que son las que crean riqueza y empleo, especialmente a las pequeñas y medianas, que absorben el 85 por ciento de los puestos de trabajo.
Tras el estallido de la crisis internacional, el sector financiero que opera en el país, que es totalmente de capital extranjero, cerró el grifo de los créditos y desvió sus esfuerzos a nutrir de liquidez a sus casas matriz. Aun así, algunas de ellas quebraron y tuvieron que ser rescatadas por los gobiernos de los países ricos.
Entre octubre de 2008 y octubre de 2010, el total de dinero prestado por los bancos se redujo en $1,000 millones. De ellos, según la Superintendencia del Sistema Financiero (SSF), $900 millones corresponden sólo a dos entidades: City Bank y HSBC.
Ante esta situación, el gabinete económico del gobierno anunció la creación de una banca pública de desarrollo, un ente cuyo objetivo es recuperar el papel fundamental de la banca pública en el desarrollo del país.
La medida forma parte de la estrategia económica presentada la pasada semana y se une al Plan de Agricultura Familiar, que pretende recuperar la capacidad de producción del sector agropecuario, sacar a miles de familias de la miseria y abastecer al país de los productos básicos a precios accesibles; y al plan de inversión pública anunciado por el gobierno de más de $1,000 millones.
Todo ello llevó al presidente Mauricio Funes a declarar hace unos días que 2011 será el año del “despegue productivo de El Salvador”.
Sin embargo, los expertos son infinitamente más cautos, dado el estado catatónico de la economía, la enorme deuda del Estado y los cuellos de botella impuestos por los compromisos adquiridos.

La banca de desarrollo

Hace años que el Banco Multisectorial de Inversiones (BMI) no ha sido utilizado para su cometido, sino más bien para operaciones financieras especulativas y manejos políticos. Aún así, en su patrimonio cuenta con $200 millones que, según el gabinete económico del gobierno, serán la base de su reconversión en el Banco de Desarrollo del El Salvador (BDES).
Mediante el método de apalancamiento o multiplicador bancario, esos $200 millones se convertirán en alrededor de $1,600 millones, que servirán para otorgar crédito a los sectores productivos del país.
Según el gobierno, este dinero podrá financiar proyectos viables y rentables tanto de empresas como de instituciones financieras intermedias y también instituciones públicas autónomas. Además, se apoyarán proyectos de asocio público privado.
Aparte del desarrollo de las empresas, esta medida pretende que el país gane competitividad en sus exportaciones, genere una cultura de conocimiento e innovación y, sobre todo, cree empleo y haga crecer el ingreso medio de las familias.
Junto con el BDES, se pondrá  en marcha el Fondo de Desarrollo Económico (FDE), que se centrará  más en las necesidades de financiamiento para cuestiones específicas de la micro, pequeña y mediana empresa, tales como maquinaria y equipo, innovación, capacitación y asistencia técnica.
El FDE aún no cuenta con fondos, por lo que será capitalizado, según aseguró el presidente del Banco Central de Reserva (BCR), Carlos Acevedo, con dinero procedente del propio BCR y del Ministerio de Hacienda. En total, se espera que cuente con entre $40 y 50 millones, lo que con el mismo método de apalancamiento resultará en otros alrededor de $400 millones.
Por tanto, el gobierno movilizará una suma cercana a los $2000 millones para reactivar el sector productivo.
Según Acevedo, se espera que ese dinero llegue a empresas y ciudadanía con intereses entre el 6 y el 7 por ciento, con lo que se estaría rebajando de manera muy sensible el desmesurado interés que impone la banca comercial para los pocos créditos a largo plazo que otorga.
Además de la banca de desarrollo, se presentó otra fuente de financiamiento para grandes proyectos de infraestructura. Se trata de la Iniciativa de Creación de Inversiones de Remesas para el Crecimiento del Desarrollo y el Espíritu Empresarial (BRIDGE, por sus siglas en inglés), emanada del gobierno de Estados Unidos.
No obstante, por el momento no se ha explicado cómo es que se va a conseguir hacer las remesas productivas, cuando la mayoría de ellas van destinadas directamente a la alimentación de cientos de miles de familias.
Se conoce el espíritu pero no el mecanismo, y todo parece indicar que será algún tipo de donación del gobierno estadounidense para apoyar al gobierno en sus obras emblemáticas, como las calificó el Secretario Técnico de la Presidencia, Alex Segovia.
Muchos de esos proyectos serán los impulsados por medio de asocios público privados, con lo cual una parte de su administración estará concesionada a grandes empresas.
Aprobación general

La iniciativa de la banca de desarrollo es bien vista por todos los economistas consultados por ContraPunto. La inyección de liquidez en la economía es una medida totalmente necesaria, o más bien, como afirma el economista y analista Carlos J. Glower, la mejor entre las pocas opciones que hay disponibles.
No obstante, Glower pone sobre la mesa dos aspectos que en su opinión son relevantes con relación a la medida anunciada.
En primer lugar, el experto cuestiona la capacidad de absorción de la economía, es decir las condiciones de las empresas y el tejido productivo, seriamente dañado, sin capacidad técnica y poco nivel de preparación, de hacer uso del dinero.
Por otra parte, se necesitará, en opinión de Glower, de una estructura de monitoreo muy eficaz para que el dinero llegue realmente a donde se pretende, para lo cual no ve capacitada a la SSF.
Su conclusión es que serán las empresas más grandes las que finalmente se lleven gran parte de esos créditos, pues son las que más capacidad tienen para cumplir con los requisitos que necesariamente se tienen que imponer. Por tanto, será una especie de subsidio a la empresa privada.
“La banca de desarrollo va a meter dinero, pero cuando desmenuzas lo que están haciendo, el grueso va a ir para las grandes empresas, entonces es un subsidio. Pero ni modo, ahora es la única ventanilla que se puede utilizar”, afirmó Glower.
El analista y ex director ejecutivo de la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP), Héctor Vidal, señala que la empresa privada ya tiene años de demandar una medida como ésta.
“La empresa privada, desde el año 2000 lanzó la iniciativa de crear la banca de desarrollo, como instrumento para crear productos financieros a mejores precios, distintos que la banca comercial, para financiar proyectos de alto valor agregado. Si esa iniciativa era válida hace diez años, lo es más en estos momentos”, explicó.
El experto hace hincapié en que el estancamiento de la economía requiere de esta inyección de capital para fomentar el desarrollo por parte del Estado, ya que la banca privada ha preferido orientar su negocio hacia los créditos personales al consumo, las importaciones y los servicios.
Según el BCR, los bancos destinan un 27 por ciento de sus recursos a créditos personales al consumo. El crédito al sector agropecuario representa un 4 por ciento y a la industria manufacturera un 9 por ciento.
Héctor Vidal también señala que el monitoreo será crucial y que sólo se conseguirá un avance real “si la banca de desarrollo se administra bien, y no como en el pasado, cuando se manejó con criterios estrictamente políticos”.
El economista y ex diputado del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), Salvador Arias, calificó la iniciativa como una “buena noticia”, pues considera que la inyección de esos $2,000 millones servirá para contrarrestar la dinámica de estancamiento y degradación de la economía del país, aunque eso “no va solucionar el problema”.
Opinión que comparten todos los citados. El problema de la economía salvadoreña es muy grave y, aunque esta medida es adecuada, señalan, hay otras a tomar urgentemente, pues existe riesgo real de colapso.
La economía  “candadizada”
El Salvador es el laboratorio en el que se han testado las fórmulas del neoliberalismo de forma más ortodoxa. Pocos países han estado tan a merced de los ideólogos del libre mercado, la apertura comercial y la reducción de Estado a su mínima expresión.
El decálogo del Consenso de Washington han sido los diez mandamientos que han observado los responsables de la política económica salvadoreña, y la deidad neoliberal tiene reservado para ellos un lugar a su derecha.
Para el resto, la situación está de color de hormiga, porque el Estado está al borde de la quiebra y se ha configurado un escenario de compromisos, tratados, acuerdos y convenios que dificultan enormemente la salida del atolladero.
Son los “candados de la economía”, como ya se conocen entre los expertos.
Los más férreos son la dolarización, los tratados de libre comercio y los compromisos con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Junto a ellos, la baja presión fiscal y la deuda externa condicionan las políticas públicas.
Merced a estos candados, dicen los expertos, el Estado carece de capacidad para aplicar política monetaria y fiscal, así como para proteger a los productores nacionales frente a las empresas transnacionales.
“No tenemos política monetaria, y ahora la política fiscal la controla el FMI, los guardianes templarios de la acumulación internacional del capital. Entonces no tenemos política económica”, resume Carlos J. Glower.

Una jugada arriesgada

Para salir de este hoyo, según Carlos Acevedo, el gobierno plantea su estrategia, centrada en los puntos antes expuestos. Sin embargo, el funcionario reconoce la dificultad de “reconstruir la caja de herramientas de las políticas públicas” cuando el Estado está maniatado en políticas monetarias, fiscales y comerciales.
Por ello, la única estrategia que queda es financiar esas políticas públicas a base de más endeudamiento y esperar que el repunte de la economía dé para pagar. Es una jugada arriesgada que dependerá de que no haya un nuevo desplome a nivel internacional o el país no se vea afectado seriamente por un desastre natural.
“Están jugando a endeudarse y que el mismo repunte de la economía y las remesas les den el respiro. Entonces se la están jugando, porque si no repunta la economía y no salen las remesas, para otro año no tienen de dónde sacar otros mil millones”, afirma Glower.
Para Salvador Arias, esta estrategia de endeudamiento es suicida y, entre otras cuestiones, el gobierno debería declarar ya una moratoria de la deuda, es decir, dejar de pagarla por un periodo no menor de diez años y durante ese tiempo invertir en el país lo que iría a pagar la deuda.
Aunque Glower no ve esta medida tan sencilla, sí cree que debe estar dentro del menú de planes de contingencia del gobierno.
Arias también propone abandonar los tratados de libre comercio o al menos renegociarlos, realizar una reforma fiscal y romper cuanto antes con el FMI, puntos en los que sí coincide Carlos Glower.
En lo que hay unanimidad, incluso por parte del presidente del BCR, aunque no lo diga explícitamente, es en la necesidad de desdolarizar la economía.
Ante sus colegas del Colegio de Profesionales de las Ciencias Económicas (Colproce), Carlos Acevedo reconoció que la dolarización es un obstáculo para la implementación de políticas púbicas, calificó su desempeño en el país de “desastroso” y afirmó que quizá nunca se debió hacer, pero que además se hizo mal.
Para Héctor Vidal la dolarización fue una medida “errada y hasta perversa”, y además supone un freno a la recuperación económica.
“El sistema monetario va a seguir siendo un lastre que se va a volver cada vez más pesado. Y la economía no va a crecer al ritmo deseable, de acuerdo a las demandas que plantea la misma sociedad”, opinó el analista.
Otro asunto que puede cruzarse con la dolarización y afectar seriamente al país es el alza internacional de los precios del petróleo y las materias primas.
Según Vidal, la crisis que estalló en 2008 pegó muy duro y el sistema monetario dejó a El Salvador muy vulnerable, y ahora “los precios están disparándose y con ello las materias primas, y podemos volver a una situación bastante complicada como en el año 2009”.
Sin embargo, existe el mandato expreso del presidente Funes de no desdolarizar la economía, de modo que el gabinete económico debe trabajar con esa “camisa de fuerza”, como la calificó Acevedo.
Los expertos son pesimistas sobre el efecto que puede tener mantener el dólar en circulación, puesto que combinado con el endeudamiento y la poca recaudación fiscal por parte del Estado, podría desembocar en un colapso de la economía similar al que padeció Argentina en 2001.
“Si (las finanzas públicas) se siguen deteriorando, la deuda externa sigue creciendo y la economía estancada, podemos caer en una situación de insolvencia al estilo argentino” alertó Héctor Vidal.
“Esta cuestión excede la esfera técnica”, afirma el ex director ejecutivo de ANEP en referencia a la negativa de Funes a revertir la dolarización. Tanto él como Arias y Glower consideran que cuanto antes se haga mejor.
“Yo creo que el momento podría ser ahora. Lidiar con el (Departamento del) Tesoro (de Estados Unidos) y el Fondo (el FMI) no es fácil, pero también en estos aspectos, el presidente de Estados Unidos, socio mayoritario del FMI, podría ser un poco más condescendiente” concluyó Héctor Vidal.
Como es sabido, Barak Obama visitará El Salvador los próximos 22 y 23 de marzo como demostración de su apoyo a la gestión de Mauricio Funes. Habrá que ver hasta qué punto es rentable ese apoyo en relación a las contrapartidas que demanda. 

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