Jorge Vargas Méndez.18 de Febrero. Tomado de Diario Co Latino.
jvargasmendez@yahoo.com
Para la Historia es importante el futuro, por eso mira hacia el pasado.
Según las estadísticas macroeconómicas oficiales, en 2010 el país apenas experimentó un crecimiento económico de menos del 1%; un resultado pírrico que, en parte, habría sido efecto de la crisis financiera estadounidense que inició en 2008 y que en países como El Salvador redujo las exportaciones y la recepción de remesas; pero también, algún nivel de incidencia habría tenido la desidia e inacción empresarial que desató la derrota electoral que sufriera, en marzo de 2009, el partido con el cual se vinculan declaradamente algunas figuras públicas y grupos de los sectores productivos.
Sobre lo último señalado, se tiene un antecedente claro: así actuaron hace veintisiete años, atizaron la incertidumbre social y bajaron su actividad económica cuando el mismo partido perdió las elecciones presidenciales en 1984. Y lo siguieron haciendo después. De tal suerte que cuando aquella gestión, a la que llamaron “desgobierno”, llevaba el mismo tiempo que la actual, algunos funcionarios ya habían tenido varios encontronazos mediáticos y privados con algunos dirigentes empresariales de la Alianza Productiva.
Eso explica, en parte, por qué se niegan a apostarle a la solución de los problemas más sentidos de la población: bajos salarios, desempleo, alto costo de la vida, inseguridad pública y otros problemas más en los que definitivamente tienen enorme incidencia y que, por constituir herencia del oprobioso pasado, los compromete mucho más a trabajar; pero ahora, desde una perspectiva de nación, es decir, con visión de futuro, y junto a todos los sectores con posibilidades de aportar, que bien puede ser a través del Consejo Económico Social (CES).
Pero está claro que no se le puede pedir peras al olmo. Peor aun: no se le puede pedir al lobo que cuide a las ovejas. Y eso, aunque las noticias recientes indiquen que mejoró para 2010 la producción y venta de café en el mercado internacional; que las exportaciones en general mejoraron y que se recuperó significativamente la recepción de remesas, lo que sin duda es un estimulo para la industria y el comercio, y la actividad económica en general del país. No obstante, los indicadores sociales y económicos de la población en situación de pobreza no mejoran. Así las cosas, ¿adónde irán los beneficios de la esperada recuperación económica?
Hay que humanizar la actividad económica
Si algo hay de cierto en la supuesta regeneración del modo de producir riqueza (llámese capitalismo), a lo mejor es posible humanizar a sus agentes y al proceso mismo. Pero eso requeriría de que, por ejemplo, el Estado estimule ahora a otras unidades productivas o nuevos emprendimientos con un enfoque centrado en la dignidad humana como requisito para lograr la productividad empresarial, o ésta como resultado de haber logrado aquella. Es decir, una lógica que le dé sentido real a la frase “La riqueza del país está en su gente”. Así pues, fomentar una nueva visión empresarial en ese sentido es clave, si queremos que el país tenga futuro.
Esa posibilidad tal vez se encuentre en centenares de medianas, pequeñas y microempresas que pululan a lo largo y ancho del país, y que desde hace décadas han enfrentado los obstáculos de la competencia desleal y la manipulación política-partidaria de las grandes, la ausencia de créditos bancarios y la falta de apoyo de un Estado que bajo control de un selecto grupo no vio hacia abajo, donde el semillero de nuevas generaciones empresariales quedaba trunco o, peor aun, sin germinar.
Humanizar la actividad económica reduciría problemas como el desempleo, falta de empleo decente e irrespeto a los derechos laborales por privilegiar ganancias descomedidas, baja capacidad adquisitiva de la población, etc., pero, sobre todo, y lo más importante, obligaría al resto del empresariado a ser competitivo respecto al ideario dignidad humana-productividad empresarial, so pena de quedarse al margen de los beneficios sociales, económicos y políticos que ello pudiera implicar, como por ejemplo, concesión de ciertos estímulos fiscales para la importación y exportación, para lo cual podría gestionarse el apoyo de la comunidad internacional.
Pero mientras algo así no ocurra, todo seguirá igual. Para el caso, la Concertación por un Empleo Digno de las Mujeres (CEDM), publicó recientemente un listado de empresas e incluso de instituciones estatales, que durante 2010 fueron denunciadas por incumplir derechos laborales en perjuicio de trabajadoras y trabajadores. Los derechos laborales más violentados fueron: horas extras, aguinaldos y vacaciones no canceladas; retenciones salariales inapropiadas, etc. En suma: el dinero ganado con trabajo no llegó a las manos trabajadoras, lo que habría generado problemas económicos a miles de familias agudizando las condiciones de pobreza de las mismas.
Al pueblo ya le dan cuadernos y zapatos, y le quieren seguir dando gas, pero…
En realidad, la actual gestión gubernamental ha implementado varias medidas que buscan beneficiar a la población mayoritaria. Lo que no significa que algunas de ellas puedan estar o estén expuestas al señalamiento ciudadano. Por ejemplo, hoy se sabe que la matricula educativa del sistema público se disparó en 2010, gracias a la entrega gratuita de útiles, uniformes y calzado a toda la población estudiantil de ese sistema. Nunca se vio algo así. Y seguro que ese será uno de sus logros: haber fomentado la educación gratuita, aunque no se haya beneficiado a estudiantes de educación media o bachillerato.
Y la medida más recientemente anunciada: el subsidio al gas licuado, para familias que se ubican en cierto rango de consumo de energía eléctrica, cantidad que según la publicidad oficial ronda los 4.3 millones. Pero, lo que no parece seguro, es el principio de equidad; esto es, que debiendo beneficiar a quienes lo necesitan no lo haga y que, bajo argucias de diversa índole, se lucren otras personas y grupos. Pero también deja interrogantes: ¿Hasta qué punto no se estará segregando a la población en pobres y no pobres con ese carné? ¿Abonará eso a la integración nacional? ¿Retirarán las personas el subsidio o ese dinero le quedará a la banca? Y, hablando de humanizar, eso también debe hacerse con la gestión pública.
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