Escrito por Carlos Ponce. 18 de Febrero. Tomado de El Diario de Hoy.
Las publicaciones y programas periodísticos recientes, además de difundir noticias sobre la cargada agenda gubernamental de seguridad y los diferentes y cuantiosos incidentes delictivos suscitados en el país, han cubierto particular y extensamente dos homicidios múltiples perpetrados en las últimas semanas en Tonacatepeque y Suchitoto, cuyas características han cautivado la atención de los salvadoreños, ya que se ha sugerido que fueron cometidos por grupos de exterminio en contra de pandilleros. Considerando la crisis de control delincuencial que atraviesa El Salvador y trascendencia de dichas acciones, es imperante nutrir el debate público con hallazgos académicos sobre esta clase de incidentes.
La criminología contemporánea etiqueta este tipo de actividades como vigilantismo. Aunque existen investigaciones criminológicas que analizan su existencia en diferentes épocas y países –-desde los grupos de justicieros del viejo oeste americano a mediados del Siglo XIX, el surgimiento de la organización Sungusingu en Tanzania, África, y su posterior incorporación al aparato de seguridad oficial en la Década de los Ochenta, hasta el movimiento de agrupaciones anti-inmigrantes en la frontera sur de Estados Unidos en años recientes-– no existe una definición universalmente aceptada de lo que constituye vigilantismo. No obstante, diferentes autores han identificado características específicas para calificar objetivamente un evento utilizando dicho término.
El doctor Ray Abraham, considerado por muchos una autoridad en la temática, define vigilantismo como: "Un intento organizado de un grupo de 'ciudadanos comunes' orientado a hacer prevalecer las normas y mantener la ley y el orden en representación de sus comunidades, con frecuencia empleando la violencia, ante la ausencia percibida de acciones estatales efectivas por parte de la policía y los tribunales". Dicha definición es congruente con diferentes estudios sobre el tema, en los que se concluye que el surgimiento y/o desarrollo del vigilantismo es propiciado por la percepción de que existe un precipitoso incremento en la incidencia delincuencial y desviación social, en donde el restablecimiento del orden requiere de acciones consecuentes.
Además, la literatura sugiere que la sensación de que la delincuencia ha sobrepasado la capacidad del Estado para controlarla, debido a insuficientes recursos para atacarla y/o ineficientes cuerpos de seguridad, son también factores precursores de acciones de vigilantismo. Adicionalmente, exploraciones científicas sugieren que la diseminación de noticias que aducen el involucramiento de policías en actividades delictivas, propicia que los ciudadanos tomen la justicia en sus manos, ya que la población pierde la confianza y el respeto por las instituciones encargadas de velar por la seguridad del colectivo.
Algunos académicos sugieren que el principio punitivo en el que se basa el vigilantismo hace alusión a la necesidad social de guardar el equilibrio moral, que implica la demanda ciudadana de castigar a los delincuentes en el marco de la histórica lucha del bien contra el mal. Debido a esto, diferentes criminólogos argumentan que tiras cómicas como Batman y el Capitán América gozan de tanta popularidad, aunque su trama principal se base en la inefectividad del aparato de seguridad y la necesidad de que ciudadanos ajenos a éste tomen la justicia en sus manos y combatan a los criminales.
En El caso de El Salvador, todos los factores precursores del vigilantismo antes mencionados están presentes: (1) el incremento acentuado de la criminalidad; (2) la percepción de corrupción, desconfianza e ineficacia de los cuerpos de seguridad; (3) la incapacidad de la policía para controlar la ola delincuencial. Muchos salvadoreños tienen una opinión favorable en relación a tomar la justicia en sus manos y aplauden la posibilidad que las comunidades de Suchitoto y Tonacatepeque hayan cometido los hechos antes mencionados, algunos se atreven hasta calificar dicha acción como una iniciativa heroica y valiente. Esto puede traducirse en el surgimiento de múltiples grupos de ciudadanos que se consideren héroes y busquen restablecer la ley y el orden en nombre sus barrios o comunidades, ante la percepción de ineficiencia de las instituciones de seguridad, algo muy peligroso y preocupante. Es necesario que las autoridades reviertan esta situación, revelando cuanto antes las motivaciones y victimarios detrás de dichos hechos y, además, atacando los factores precursores que pueden culminar en el origen de organizaciones de vigilantismo.
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