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2010/02/02

Contra Punto-Masferrer = Martínez = Sandino

Escrito por Rafael Lara-Martínez. 02 de Febrero. Tomado de Contra Punto.

Sandino-padre elogia la actitud diplomática de Martínez quien envía a Nicaragua una misión oficial que solventaría asperezas entre sus hijos y el presidente electo, Juan Bautista Sacasa.

 

DESDE COMALA SIEMPRE…Por falta de investigación y rigor historiográfico, el pasado salvadoreño continúa desplegándose en fantasía y fabulación.  Apreciaciones actuales sobre el pasado sustituyen el quehacer histórico que debería fundarse en búsqueda de documentos primarios.  El pretérito se vuelve maleable a intereses del presente, el cual lo moldea a propósitos ideológicos y políticos ajenos a la voluntad de sus actores originales. 

 

Tres escritos anteriores —“Armas y letras”, “Martínez masferreriano” y “Reforma educativa masferreriana del martinato”— demuestran el amplio apoyo que recibió el nuevo presidente de El Salvador, el general Maximiliano Hernández Martínez, al inicio de su mandato en 1933.  Casi todos los intelectuales que se conmemoran en nombre de la identidad nacional acudieron a su llamado de “unidad”, agrupándose bajo consignas de una “política de la cultura”. 

 

En más de treinta años, bajo dirección de Saúl Flores, su “reforma educacional” olvidada antecedió la que emprendió hacia 1968 una televisión educativa por la utilización de la radiodifusión como elemento modernizador para diseminar un nuevo proyecto nacional.  Al dogma en boga —Martínez instauró trece años de terror militar luego del etnocidio de 1932— los ensayos mencionados revelan la manera en que todos los intelectuales y artistas que la actualidad canoniza apoyaron sus iniciativas nacionalistas.  Personajes que el presente imagina en pugna al martinato, fraguaron su legitimación ideológica.  A la hipótesis del terror los ensayos contraponen la de una colaboración activa de la intelligentsia en un nuevo proyecto de nación.

 

Amenazado por la crisis económica de 1929 y, de inmediato, por “amenazas comunistas”, su proyecto reformista lo apoyó la generalidad de la ciudad letrada, hasta el punto que no existían dos sino una sola perspectiva de política nacionalista (véase: La República, 4/mayo/1934 que le atribuye a Gilberto González y Contreras, antiguo censor de prensa, la primera disensión).  En el despegue del martinato participaron María de Baratta con sus estudios de etno-musicología y folclor, Miguel Ángel Espino con su regionalismo literario, Francisco Gavidia con su labor enciclopédica, el Grupo Masferrer con su exigencia por un minimum vital y la viuda del maestro, Iglesia con misas de campaña, Claudia Lars con su intimismo poético, plástica regionalista de Luis Alfredo Cáceres Madrid, Pedro Ángel Espinoza, José Mejía Vides, Miguel Ortiz Villacorta, etc., Salarrué con su indigenismo y teosofía, la Universidad Nacional con su misión orientadora, etc. 

 

La documentación primaria del propio régimen narra el fervor literario, artístico y pedagógico del conjunto íntegro de la ciudad letrada salvadoreña por forjar un nuevo proyecto de nación.  Su diseminación le corresponde a conferencias, exhibiciones, charlas informales, fundación de bibliotecas populares, reformulación de la escuela rural y, al cabo, uso de la radiofonía como instrumento moderno de educación alfabetizadora, media y superior. 

 

La utopía nacionalista salvadoreña se distinguiría tanto del materialismo capitalista anglo-americano como del comunismo bolchevique.  Bajo la égida de Martínez se realizaría “la apoteosis de Masferrer”, al aplicar su proyecto vitalista.  La noticia oficial de La República sobre una alianza masferreriana-Martínez la redobla un informe costarricense sobre “El homenaje a Masferrer en el aniversario de su muerte” (Repertorio Americano, Año XXXVII, No. 17, 4/noviembre/1933.  Véase ilustración).  Intelectualidad y gobierno salvadoreño comparten espacios públicos —Asamblea Nacional, Biblioteca Nacional, Desfile Cívico, Escuela Normal de Señoritas, Imprenta Nacional, Radiodifusora Nacional, Teatro Nacional, etc.— para certificar que el minimum vital masferreriano lo encarna el martinato: cooperativismo, reforma agraria, educacional, cultural, vivienda barata, difusión de obra completa del maestro, y otros proyectos económicos-sociales más reconocidos. 

 

II

A la vasta red intelectual de sustento nacionalista, la presente anotación des-en-cubre una alianza política y diplomática irreconocida entre el gobierno del general Martínez y el movimiento sandinista de resistencia anti-imperialista en Nicaragua.  El acuerdo tácito entre ambos dirigentes data al menos de 1927, año en el cual Martínez firmó una protesta contra la invasión estadounidense al hermano país centroamericano, publicada en la Revista del Ateneo de El Salvador.  Hacia los albores de la visita del dirigente aprista peruano, Víctor Haya de la Torre al país en 1928, Martínez figuraba ya por su entusiasmo nacionalista, anti-militarismo estadounidense.  Su cargo de presidente del Ateneo en 1929 acrecentó su capital simbólico de erudito. 

 

Posteriormente, en diciembre de 1931, su “golpe de estado” la intelectualidad centroamericana lo percibió como acto de independencia ante el Departamento de Estado.  La única persona que se atrevió a denunciar el etnocidio de inmediato, el costarricense Octavio Jiménez Alpízar en el Repertorio Americano (diciembre/1931-abril/1932), calificó su ascenso al poder de “ejemplo viril” contra “el amo yanqui”.  La acción que muchos juzgarían ahora de inconstitucional, sus contemporáneos la vivían en desafío al mismo imperialismo que había invadido Nicaragua.  Según Juan Felipe Toruño (Revista del Ateneo, 1932), luego de la represión de enero, un libro biográfico y apologético sobre Sandino, el de Gustavo Alemán Bolaños, circuló en El Salvador como si se hallara acorde a la nueva situación política reinante.  Acaso porque los sandinistas residentes en el país apoyaban a Martínez…

 

Por último, a defecto de una investigación exhaustiva, la presente anotación rescata el juicio del padre de Sandino durante su estadía en el país en marzo de 1934.  En declaraciones ocultas por casi un siglo de desdén historiográfico, Sandino-padre elogia la actitud diplomática de Martínez quien envía a Nicaragua una misión oficial que solventaría asperezas entre sus hijos y el presidente electo, Juan Bautista Sacasa.  Ensalza al general Martínez por su labor al depurar la Guardia Nacional nicaragüense, punta de lanza del imperialismo.  En paradoja mordaz, Sandino-padre le agradece al presidente salvadoreño lo que la actualidad le incriminaría: diluir fuerzas represivas y de dominación extranjera.  La misión diplomática del martinato contribuye a consolidar la “paz” en Nicaragua.  La amistad entre Gabriela Mistral, cónsul de Chile  en España —defensora de Sandino— y el Canciller salvadoreño refrendaría la opinión de Sandino-padre ( La República, Año II, No. 355, 6/febrero/1934).

 

 

 

III

La cuestión conclusiva no consiste en dilucidar si existiría documentación adicional que justifique alianza política entre sandinismo y martinato hacia principios de los treinta.  La interrogativa central es si la historia oficial en boga se atrevería a exhumar expedientes pretéritos olvidados que desmentirían su visión inmóvil por años de ortodoxia.  A semejanza de la reforma educacional del martinato, queda abierto a futuras investigaciones exhumar este capítulo enterrado de la diplomacia salvadoreña.  Luego del asesinato de Sandino, el anexo que publicó La República. Suplemento del Diario Oficial en 1934 representaría una simple hilacha desperdigada de un complejo tejido cuyo entramado total permanece bajo silencio.  Hasta cuándo…

 

IV.  Anexo

 

La República.  Suplemento del Diario Oficial.  Año II, No. 384, 12/marzo/1934: 2. 

 

El padre del general Sandino agradece a El Salvador su oportuna cooperación moral en pro de la justicia

 

“Siento —dice— el supremo consuelo de ver en torno de Nicaragua y de sus destinos, un Gobierno ardientemente sostenedor de los principios de honor y de la dignidad centroamericanos”

 

“El Gobierno del general Hernández Martínez ha demostrado prácticamente su devoción por la causa de la justicia”

 

El señor don Gregorio Sandino, padre de los generales Augusto y Sócrates Sandino, quien desde hace algunos días se encuentra de visita entre nosotros, ha hecho a la prensa nacional las importantes declaraciones que a continuación nos complacemos a reproducir:

 

“Para nosotros los nicaragüenses, la oportunidad con que llegó a nuestro país la Misión Diplomática del Gobierno de El Salvador, integrada por don Antonio Álvarez Vidaurre y por los pundonorosos militares Merino y Huezo, miembros del ejército salvadoreño, será motivo de eterno y leal reconocimiento”.

 

“Al sentirnos rodeados por la fuerza moral amiga de los representantes del Gobierno que tan acertada y patrióticamente preside el general don Maximiliano Hernández Martínez, y por la de otras naciones centroamericanas y amigas, los nicaragüenses angustiados por la incertidumbre de aquellos graves y lamentables momentos plenos de una intensidad, experimentamos una reacción espiritual muy honda; y la labor hábilmente desarrollada por el culto y distinguido diplomático y por sus compañeros los agregados militares pocas horas después de su llegada, dio por resultado el nacimiento de la tranquilidad pública al cristalizarse en histórico decreto promulgado por el señor presidente Sacasa, en su carácter de Comandante General de la República, el orden constituido destruyendo la base viciada sobre la que se levantaba el edificio de la Guardia Nacional, creada por las fuerzas de ocupación norteamericana de la que aquel cuerpo era una sombra funesta”.

 

“Con la oportuna cooperación de El Salvador y de otras naciones hermanas, un nuevo plano de acción fortifica en nosotros la esperanza de mejores días para la Patria; y puedo decir, con sentimiento de gratitud y con orgullo de padre, que es a El Salvador al que se debe en gran parte que después de la trágica muerte de mi hijo Augusto [21/febrero/1934], se cumplieran las nobles aspiraciones suyas que luchaban por restablecer en todo su imperio el orden constitucional interrumpido por el funcionamiento imperfecto de aquella guardia”.

 

 “Como nicaragüense, como padre de los generales Augusto César y Sócrates Sandino y como amigo del Presidente de Nicaragua, doctor don Juan Bautista Sacasa, rindo al pueblo y al gobierno de El Salvador los más fervientes agradecimientos, y dentro del profundo dolor que embarga mi espíritu, siento el supremo consuelo de ver en torno de Nicaragua y de sus destinos, un Gobierno ardientemente sostenedor de los principios del honor y de la dignidad centroamericanos”.

 

“El Gobierno del general Hernández Martínez ha demostrado prácticamente su devoción por la causa de la Justicia, asistiendo a un pueblo en desgracia, en los momentos en que todos los horizontes estaban envueltos en las más densas sombras”.

 

Gregorio SANDINO

 

San Salvador, El Salvador, marzo 9 de 1934”

 

(En la misma página aparece “El hermano Salvador” de Juan Ramón Avilés (Managua, 6 de marzo), misiva que reconfirma presencia diplomática salvadoreña a favor de la “esperanza” nicaragüense)

V.  Ilustraciones

 

“La apoteosis de Masferrer”, La República.  Suplemento del Diario Oficial, Año I, No. 228,  4/septiembre/1933. 

 

“Busto en bronce del general César A. Sandino”, Roberto de la Selva. La fotografía del busto acompaña el artículo “Ha sido asesinado el libertador ( La Unión, El Salvador, 26 de febrero de 1934)” de N. Viera Altamirano.  En la parte inferior de la misma página, hay otro “envío del autor, San Salvador”, intitulado “Sandino el libertador, y Martí el comunista” de Enrique Sorel (Repertorio Americano, Tomo XXVIII, No. 11, 17/marzo/1974).  Viera Altamirano califica al nicaragüense de “dedicarse al servicio de un celeste mandato [como] un caso más en que el amor a la libertad y la justicia transfigura a los hijos del pueblo, haciendo Mesías al hijo del carpintero”.  “Sandino viene a ser un nuevo libertador: a él se debe, en gran parte, el cambio radical reciente en la vida del panamericanismo”.  Sorel lo distingue de Martí por el calificativo “libertador” que modifica su apellido, juzgándolo por su “entereza moral y la pureza cívica”.  Ambos autores salvadoreños expresan una adhesión suprema al ideal sandinista, sin afiliarse a la causa de Martí. 

 

(Celebración plástica de la “apoteosis de Masferrer” en materia de distribución de la “tierra para los campesinos” por el gobierno del general Martínez desde finales de 1932 según La República.  El hecho que “continúa la distribución de tierras nacionales entre numerosas familias de campesinos pobres” lo reduplica el arte en su exaltación fervorosa ( La República, Año III, No. 693, 9/abril/1935).  Junto a Miguel Ortiz Villacorta, Salvador Salazar Arrué, Alfredo Cáceres Madrid, Rosita Ortiz V. […] María de Baratta, Carmen Brannon, José Mejía Vides, etc., Espinoza participa en la “Exposición de pintura en la ciudad de San Vicente” ( La República, Año III, No. 860, 13/noviembre/1935).  Este “acto de significación social e histórica” merece apoyo estatal, el cual al presentar la pintura junto a ganadería, industria, turismo, etc. aclara la vocación económica del arte, incluso del teosófico)

Masferrer = Martínez = Sandino

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