Escrito por Héctor Antonio Hernández Turcios. 18 de Febrero. Tomado de Diario Co Latino.
Uno de los caracteres más señalados de la teoría Política de hace unos pocos años es su afiliación genética y su relación estrecha en las circunstancias sociales, económicas y Psicológicas que envuelven a los fenómenos políticos.
Los espíritus más agudos de todos los tiempos han proclamado de algún modo la necesidad de esta posición. Aristóteles estudia los factores económicos y Psicológicos que intervienen en la política; Maquiavelo lo que hace precisamente es un estudio Psicológico de la gobernación del Estado; Altusio considera a los grupos como el fundamento de la vida política y Social; Harrington señala la importancia de la propiedad; Montesquieu reconoce la estrecha correspondencia que existe entre las leyes y las condiciones sociales; Hamilton afirma que en los hechos de la vida humana y no en documentos e historias antiguas, se encuentra el objeto fundamental que ha de servir de base a la Política.
Calhoun estudia el papel que desempeña la propiedad en la formación de las agrupaciones o partidos y aboga por el reconocimiento de los “intereses fundamentales”, (no de los derechos fundamentales) dentro del régimen representativo.
Parece ser que este último sin ser el mejor pensador, es el más sincero, ya que la modernidad no sólo política sino en su esencia filosófica lo que busca es defender la propiedad; y de las varias clases de propiedad, única y exclusivamente la propiedad privada y más furiosamente la de las transnacionales que la del Estado y sus nacionales, lo cual siendo fundamento de vida en nuestro sistema de vida es capaz de defenderse aun a costa de la propia vida, y por ello, precisamente se producen sus medios de defensa de los cuales el más aceptable y aparentemente decente parecen ser los partidos políticos, de igual manera este mismo autor hace notar que se deben reconocer los “intereses fundamentales” que podríamos llamar complementarios de la propiedad, que en el caso de cualquier país serían el neoliberalismo, su débil sistema impositivo, su amplio sistema permisivo para la invasión extranjera, libre mercado, entrega de las riquezas y empresas al capital foráneo, fortalecimiento de grupos económicos, y en lo posible el uso y la rigidez inamovible de la moneda, el dólar de los Estados Unidos de América; es decir, eso que los juristas más vistosos hacen resonar como la defensa de la “Seguridad Jurídica”, claro está que abiertamente para sus adeptos, seguidores y sobre todo para votantes futuros y de última hora, el discurso fundamental iría por las siempre fatales expresiones ruidosas de la justicia, la revisión de salarios, viviendas y alimentos baratos, esto último no es en ningún partido político “interés fundamental”, será interés subsidiario y en el mejor de los casos ideales posibles casi imposibles; pero el fundamento e interés político de poderosos extranjeros y poderosos nacionales de un Estado realmente está en la “Seguridad Jurídica”, más que en la siempre inexistente Justicia del Derecho; así es esto y así será hasta el Juicio Final.
Las tendencias políticas por otra parte, han variado por el cuerpo de intelectuales que las dominan en cada época no ha sido igual el predominio e influencia que ejercieron hace años los juristas en la teoría y en la práctica, en donde su concepción política era todo abstracción, legalidad y metafísica.
En nuestros días, en estos momentos la tendencia más extendida y amplia del pensamiento político está en manos de tecnócratas y de estos los más son economistas, administradores de empresas, burócratas, coyotes y mercaderes de todo; sin dejar la asesoría de juristas de poca a gran monta, lo cual es una consecuencia, en gran parte, de la biología darwiniana : “Los más fuertes se comen al más débil”, tremenda verdad biológica que hace sinonimia con la verdad política que vivimos, y nos hacen soportar; porque izquierdas y derechas son semejantes e iguales; por ello, ambos no cuestionan la democracia, aunque todos sabemos que vivimos bajo una plutocracia; son los ricos del extranjero o nuevos conquistadores, y sus privilegiados compañeros nativos y ladinos los que gobiernan. Todos los vestidos los compran hechos a la medida.
“Así como no me gustaría
ser esclavo, tampoco me
gustaría ser amo.
Esta es mi idea de democracia.
Todo lo que difiera de esto,
en la medida en que difiera,
no será democracia.”
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