Pobre familia, pobre patria

Escrito por Teresa Guevara de López. Sábado 10 de Octubre. Tomado de El Diario de Hoy.

"1. Impartir educación sexual a partir de los 5 años: entre 5 y 8 años, explicarles la masturbación, que luego se ampliará. 2) De 9 a 12 años se explicará cómo obtener y usar condones y anticonceptivos, incluida la contracepción de emergencia. 3) Tratar el aborto, dejando claro que es seguro, si se realiza en condiciones de esterilidad y a cargo de personal con formación médica. 4) Entre 12 y 15 años instruirlos sobre el acceso al aborto y la atención post-aborto. 5) De 15 a 18 años, iniciativas a favor del derecho y del acceso al aborto seguro".
Estos 5 puntos no proceden de un manual de perversión infantil, o de las prácticas del régimen nazi, o de la mente perturbada de Hitler. ¿A cuántos padres de familia les parecería que los 5 puntos anteriores se aplicaran a sus hijos pequeños o adolescentes? ¿Resultaría formativo para los futuros ciudadanos, responsables de formar familias estables? Pareciera un diabólico plan encaminado a destruir de raíz los valores cristianos que son la base de nuestra civilización.

Es la propuesta de la UNESCO, Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Tecnología, como directrices internacionales para la educación en la sexualidad, presentada por su directora Ms. Irina Bokova. Y sin preguntar la opinión de los padres, están incluidos en los programas educativos, y son condición obligada para la concesión de préstamos y otras ayudas provenientes de estos organismos, en su lucha por corromper a la juventud.

En el Siglo XXI todos los padres de familia estamos conscientes de la necesidad urgente de dar a los hijos una conveniente, oportuna y adecuada educación sexual, desde sus primeros años. "Más vale llegar un año antes, que un día después que alguien sin la debida preparación pretenda instruirlo y corromperlo". No es sólo una información genital, sino un fortalecimiento de la voluntad, para que use el sexo cuando debe y no cuando quiera.

Atemoriza la violencia irracional y la crueldad de los brutales crímenes, muchos de ellos cometidos por niños, reclutados por las maras. Y tantas mentes brillantes que discuten el tema, concluyen elegantemente que es un problema social, producto de años de ignorancia, de pobreza. Que los jóvenes se unen a las maras, para buscar apoyo, arraigo y comprensión que no encontraron en su casa. ¡Brillante!

Éste es un país machista, donde el hombre valora su hombría por el número de mujeres que embaraza; donde las mujeres olvidando su dignidad, por un momento de placer y promesas que no se van a cumplir, conciben hijos que jamás conocerán a su padre. Esta es la raíz de tanto niño abandonado, convertido luego en un monstruo dotado de instintos diabólicos.

No hay familias constituidas, núcleo de la sociedad, formadas por un hombre y una mujer, que como fruto del amor y de un compromiso con ellos mismos, traen al mundo hijos que educarán con la ilusión de que lleguen a ser ciudadanos íntegros, miembros de una sociedad feliz. El dichoso sueño americano ha sido el veneno contra la estabilidad familiar. La madre que emigra y deja a los hijos a cargo de un pariente que abusa de ellas. El hombre que emigra y forma allá una nueva familia, mientras la mujer consigue una nueva pareja. Y el rencor y el dolor de los hijos sin padres, cuyo vacío no lo llenará nunca la remesa más abultada.

Y a pesar de todo este horror, los diputados del FMLN siguen irresponsablemente empeñados en no asegurar la estabilidad de la familia, aprobando la enmienda a la Constitución, con el argumento de que no se cumple lo que allí se establece de que el salvadoreño tiene derecho a vivienda digna, salario justo y educación. ¿Y cómo esperan que se den esas condiciones si no existen familias estables?