Cuando la crisis impera, más imperdonables se vuelven tanto la ineficiencia como la falta de probidad. Y en esto la ciudadanía debe ser, hoy más que nunca, minuciosamente vigilante.
Escrito por Editorial. Martes 13 de Octubre. Tomado de La Prensa Grafica.
En lo que podría ser llamado Presupuesto General básico presentado a la Asamblea Legislativa el pasado 30 de septiembre, hay áreas vitales para el impulso de la modernización nacional que ven reducida su asignación de recursos, como son los ministerios de Turismo, Agricultura y Ganadería, Economía, Medio Ambiente y Obras Públicas. Aunque algunos de estos rubros podrían recibir importantes refuerzos por la vía presupuestaria extraordinaria, si es que se logra acordar el financiamiento que tales figuras necesitan para hacerse viables legalmente, hay que considerar con la debida seriedad el hecho de que la relativa penuria en la que ahora tenemos que movernos como país es un factor que tendrá, sin duda, un efecto desacelerador de los impulsos que el país necesita para seguir consolidando su dinámica de desarrollo aun en tiempos críticos.
En tales circunstancias, se impone un compromiso mucho más firme en todas las áreas de la gestión pública para asegurar, en la máxima medida posible, que haya un funcionamiento estatal eficiente y que eso vaya acompañado de una transparencia y una honradez verdaderamente comprobables. Cuando la crisis impera, más imperdonables se vuelven tanto la ineficiencia como la falta de probidad. Y en esto la ciudadanía debe ser, hoy más que nunca, minuciosamente vigilante.
Las condiciones de la realidad nos imponen la obligación de cuidar cada centavo; de exigir que la inversión pública sea oportuna, adecuada y eficaz; de demandar una gestión basada en la planificación y no en la improvisación. Para que lo poco alcance hay que poner inteligencia, mesura y cuidado especial en lo que se decide y en lo que se hace.
Interacción institucional
En todos los ámbitos del quehacer público es imprescindible fomentar la interacción institucional, sobre todo cuando estamos ante una realidad como la nuestra, en la que la tendencia a la dispersión de esfuerzos ha sido siempre lo preponderante. Esto se complica aún más porque padecemos un centralismo férreamente arraigado en nuestro sistema de vida y un presidencialismo rígidamente instalado en el centro de nuestro sistema político. Hacer posible y sobre todo relevante la interacción institucional es, pues, un factor que en el ambiente constituye un elemento indispensable y decisivo para garantizar que avanzamos de veras por una ruta modernizadora.
Uno de los vicios orgánicos más notorios del funcionamiento del país, específicamente en el campo de la estructura estatal y de la gestión pública, es precisamente la falta de una adecuada territorialización. Salvo los gobiernos locales, que tienen su radio de acción en el terreno, la presencia del Estado está prácticamente circunscrita al enclave central. Esto es lo que ya no concuerda de ninguna manera con los dinamismos democratizadores en marcha, y sólo puede ser resuelto con un replanteamiento estratégico que abra, intercomunique y despliegue las instituciones según sus respectivas formas de acción.
En el plano municipal también es necesario compartir proyectos y aunar esfuerzos, lo cual debe impulsarse por la vía de una adecuada asociatividad, porque tener 262 unidades desagregadas y aisladas ya no es de ninguna manera sustentable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.