Reacomodos en los grandes partidos

Cuando se trata de volver a usar aluminio, papel y vidrio, no hay vuelta de hoja: todo es ganancia. Hay ahorros energéticos, pues ya no se dedica la misma electricidad para fabricar una lata a partir de materia prima que tomándola de material ya utilizado. Además, tiene sus beneficios ecológicos: a medida que no se utilizan combustibles fósiles en la fabricación completa de un producto hay menos emisiones de dióxido de carbono. Y si se vuelve a utilizar el papel, no hay necesidad de tumbar más árboles.

Escrito por Luis Laínez.Domingo 18 de Octubre. Tomado de La Prensa Grafica.

Pero todo cambia cuando la teoría del reciclaje se aplica a la política.
En el caso particular de ARENA pareciera ser que estamos ante una ventana que nos lleva a ver sucesos ocurridos hace 15 años.

En esa época, el partido tricolor estaba por comenzar su segundo período en el gobierno y la antigua fuerza guerrillera, el FMLN, se estrenaba en el Estado. En su primera comparecencia ante las urnas, el Frente logró 21 diputados, el 25% de los escaños legislativos. Nada mal para ser la primera vez. Pero la alegría era aparente y solo fue cuestión de asumir las curules para que las divisiones internas aparecieran.

Siete parlamentarios formaron, ese 1.º de mayo de 1994, la bancada del Partido Demócrata (PD). Eran comandantes provenientes del ERP y de la RN. A la larga, esa bancada de 14 diputados del FMLN tuvo más presencia y proyección que bancadas posteriores más numerosas.

Con el tiempo, las nuevas divisiones en el FMLN convirtieron a este partido de izquierda en una ampliación del Partido Comunista. Con cada escisión y purga se fueron tendencias diferentes y la pluralidad de la que hizo gala el Frente al incorporarse al sistema político de partidos.

A la larga solo quedó la línea de pensamiento de la Corriente Revolucionaria y Socialista (CRS), que integraba a los comunistas con el ala de las FPL dirigida por Salvador Sánchez Cerén. Eso es lo que ahora se llama unidad: la homogeneidad del pensamiento.

ARENA pareciera encontrarse ahora en la misma condición en la que estuvo el FMLN en 1994. Pero hay varias salvedades. Como que tiene a su pesar haber sido gobierno, durante 20 años, y haber confundido en los últimos tiempos el quehacer partidario con el ejercicio del poder. Esto fue especialmente palpable en la última administración tricolor. Uno no podía distinguir una sesión del consejo de ministros con una reunión ordinaria del Consejo Ejecutivo Nacional (COENA), la cúpula arenera. Y una reunión de empleados públicos parecía una asamblea de militantes.

Dejar eso de repente realmente puede golpear.

Pero ahí no terminan las diferencias con el FMLN. Las divisiones surgieron en la izquierda por diferencias ideológicas. Por mucho que se diga que el PD, con Joaquín Villalobos a la cabeza, tuvo razones económicas para dejar el Frente, lo cierto es que había abrazado una postura más socialdemócrata.

Lo mismo pasó después con otras rupturas, como el Movimiento Renovador y el Frente Democrático Revolucionario. Intentaron ser opciones de una “izquierda democrática”.

El movimiento de disidencia en ARENA, en cambio, no tiene referente ideológico. No hay diferencias de pensamiento entre Guillermo Gallegos y Donato Vaquerano, por ejemplo, los líderes de ambas facciones en el parlamento.

Por ahora se trata de un fenómeno en proceso. En los próximos días sabremos realmente las motivaciones de esta ruptura, la primera de ARENA después de perder el Ejecutivo.