En nuestro país tenemos que cuidar, con gran esmero, las conquistas —insuficientes pero reales— de racionalidad política e institucional que hemos venido acumulando en esta posguerra.
Escrito por Editorial. Lunes 26 de Octubre. Tomado de La Prensa Grafica.
La situación centroamericana está al rojo vivo por las condiciones imperantes tanto en Honduras como en Nicaragua. En Honduras, desde el pasado 28 de junio, cuando un movimiento de cariz golpista sacó de la Presidencia al temerario Manuel Zelaya, las cosas se han enredado cada vez más; y, aunque las próximas elecciones, pese al cerco de falta de reconocimiento internacional, pueden producir si no una salida al menos un atajo hacia la normalización, no se sabe cómo afectará todo esto, en definitiva, los precarios equilibrios democráticos que se viven en el área.
En cuanto a Nicaragua, las cosas están llegando adonde se preveía, luego de todas las maniobras truculentas que condujeron a Ortega de nuevo al poder. Hoy, una resolución escandalosa de la Corte Suprema de Justicia ha abierto la puerta para la reelección inmediata, que es el sueño perverso más común entre los mandatarios latinoamericanos, sin diferencia de ideologías, pues igual se da en Colombia que en Venezuela, Bolivia y hoy Nicaragua. La oposición nicaragüense parece unirse para enfrentar lo que tiene todos los visos de hecho consumado. Tarde piaron, como diría la sabiduría popular; sobre todo si se tiene en cuenta que Alemán es cómplice originador de lo que ahora se denuncia.
En las condiciones señaladas, y dados los problemas en los entornos más amplios, latinoamericanos y globales, las perspectivas centroamericanas tienden a complicarse. Hablar de impulso a la integración, que sería lo más inteligente y estimulante en este momento, está prácticamente fuera de posibilidad real. Habrá que esperar, en medio de la crisis, que las aguas bajen de nivel para ver si encontramos vados para seguir adelante.
TIEMPO DE OSCURAS TENTACIONES
Visto el desenvolvimiento de la realidad latinoamericana en general desde fines de los años ochenta del pasado siglo hasta la fecha, resulta cada vez más claro que la evolución democratizadora es siempre compleja y en muchos sentidos imprevisible. Esto se dificulta aún más porque, en nuestros casos, hay que hacer avanzar, a la vez y al unísono, la democracia y el desarrollo, a los que con frecuencia se les cruzan los pasos y las caídas son inevitables. A esto se agrega un hecho que aún no se ha analizado lo suficiente: la supervivencia de las formas autoritarias de poder, que ahora se manifiestan presuntamente dentro de la legalidad democrática, con prácticas como el reeleccionismo obsesivo que vemos proliferar. Ningún ejemplo de reelección inmediata es sano, desde los que se dieron en los noventa con Menem y Fujimori.
Nuestras democracias se están depurando, pese a todos los peligros, amenazas, abusos y disparates que las asedian. En nuestro país tenemos que cuidar, con gran esmero, las conquistas —insuficientes pero reales— de racionalidad política e institucional que hemos venido acumulando en esta posguerra. Y cuidar, en primer lugar, la institucionalidad ganada, tanto en lo político como en lo gubernamental.
Afortunadamente, en lo que a la reelección se refiere, en el ambiente nuestro no hay espacio para ello, desde hace mucho tiempo. Esto nos pone a resguardo de esa perversa tentación; pero siempre hay que estar en guardia, como institucionalidad y como sociedad.
Deberian de desarrollar eso de "las conquistas de racionalidad política e institucional que hemos venido acumulando en esta posguerra". Se refieren al PCN y su negocio con la corte de cuentas? o al PDC con la procuraduria? Insuficientes? acaso existen? Adonde ponen el limite uds?
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