FUSADES invita a la reflexión

“Cómo está El Salvador” es el título del estudio con el cual FUSADES conmemora su 25.º aniversario. Es un documento comprehensivo y persuasivo, que debería ser leído por la sociedad salvadoreña. El balance de lo actuado y evolucionado en El Salvador en el último cuarto de siglo (1983-2008) es favorable. Se destacan los Acuerdos de Paz, la estabilidad macroeconómica y la alternabilidad pacífica en la Presidencia de la República luego de 20 años en el poder de un partido político.

Escrito por Rafael Ernesto Góchez. Sábado,Octubre 24,2009. Tomado de La Prensa Grafica.

El estudio describe las reformas que transformaron la institucionalidad económica e insertaron de manera más abierta al país en el comercio internacional. Se destaca la privatización de los bancos, la dolarización y suscripción de tratados de libre comercio. El país pasó de ser exportador de unos pocos bienes agrícolas a ser una economía más diversificada de bienes y mercados.

En lo social, se menciona la reforma educativa, el fondo de inversión social y red solidaria rural. En lo ambiental, la aprobación de la Ley de Medio Ambiente y la creación del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales. En cuanto a la institucionalidad democrática, la incorporación de un movimiento beligerante al sistema político y la simplificación de trámites burocráticos.

FUSADES hace un diagnóstico integral y utiliza un enfoque de largo plazo para leer los resultados de la aplicación de un conjunto de políticas públicas y leyes en el desarrollo nacional. Se identifican cinco desafíos: (1) Productividad y competitividad; (2) Pobreza y rezagos sociales; (3) Seguridad ciudadana; (4) Degradación ambiental; y (5) Fortalecimiento democrático.

Este importante documento invita a una reflexión. FUSADES omitió la autocrítica. ¿Cómo? El informe evita cuestionar el modelo de desarrollo promovido durante las últimas décadas. Este vacío hace que el informe pueda ser percibido como una apología del conjunto de políticas públicas y reformas institucionales implementadas durante los últimos años.

Hoy en día y como producto de la mayor crisis económica global de la historia contemporánea, el mundo está reflexionando y redefiniendo el rol del Estado, el mercado y la sociedad en el proceso de desarrollo. Consecuentemente, este es un debate que no debería evadirse. Sobre todo ahora que por primera vez un partido de izquierda llega —por vía electoral— al Órgano Ejecutivo.

Desde la perspectiva del desarrollo sostenible, el estudio carece de dimensión territorial. Lo cual hace, por ejemplo, que en el análisis de seguridad ciudadana no se establezca relación alguna con la falta de planificación, la corrupción y el incumplimiento de leyes en materia urbanística y ambiental. Si a ello se le suman las migraciones y secuelas del conflicto armado y la concentración económica en el Área Metropolitana de San Salvador, se tiene como resultado un acelerado y caótico crecimiento urbano.

La hipótesis es que al minimizarse la relación población-territorio en el conjunto de políticas, leyes e instituciones públicas, se potenció la exclusión social, el hacinamiento, el desarraigo y la desintegración familiar. Lo cual ha llevado a que miles de salvadoreños se estén “educando y trabajando en las calles”, favoreciéndose lo ilícito, la delincuencia y el crimen organizado. Esta dinámica socioeconómica obstaculiza, entre otras cosas, la vigencia del estado de derecho y la seguridad humana. La reflexión es que la zozobra en que viven los salvadoreños es fruto del proceso de desarrollo; no es algo externo o ajeno a las políticas económicas, sociales y ambientales implementadas en los últimos 25 años.