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2009/10/21

Un nuevo proyecto...

Escrito por Luis Mario Rodríguez R. Miercoles 21 de Octubre. Tomado de El Diario de Hoy.

Llegó el momento de hablar del futuro de la derecha y dejar de lado las discusiones sobre el futuro de ARENA. Y debe hacerse sin exacerbar las pasiones ni reivindicar liderazgos y mucho menos con la intensión de pretender convertirlo en plataforma política de alguien. Llegó la hora de seguir viviendo, como ocurre cuando se pierde un ser querido; debe tomarse aliento, recordar lo que fue, guardar profundamente las mejores reseñas de aquel que ahora ya no puede levantarse, luchar por recomponerse y hablar de su futuro. Quedan los que estuvieron con él y los que escucharon hablar de él.
En otras palabras, el nuevo proyecto de la derecha debe integrar a los que testificaron y protagonizaron el nacimiento de ARENA y a aquellas nuevas generaciones, que veintisiete años después, únicamente conocieron las primarias del partido, la pobre estrategia electoral de la última contienda presidencial y las grotescas imágenes que están protagonizando adeptos y disidentes. Si el nuevo proyecto no inicia su gestación, el sistema de partidos que durante décadas ha soportado la fuerte polarización, puede "hacer aguas" y las consecuencias las sufriremos todos, los que están en el poder, la oposición política y principalmente, los ciudadanos.

No se trata de un proyecto de disidentes, o de líderes que se consideren presidenciables. No es la oportunidad para los que fueron ni mucho menos para los que quieren ser a costa de la crisis institucional de ARENA. No es el momento de los más preparados en el exterior o de los que han triunfado empresarialmente, o de aquellos que lo intentaron en otro partido y están en búsqueda de un nuevo espacio político. Están vedados los que suponen que su imagen les favorece o que su discurso estructurado y su buen vestir les asegura un futuro político. No hablamos ni de una derecha popular, ni de otra política o de una empresarial. Es importante decir lo que el proyecto nuevo no debe ser, para que aquellos dispuestos a discutir qué es, no se pierdan desde un inicio en el largo camino que les espera.

No estamos desahuciando a ARENA ni consideramos que hasta el último de sus militantes ha sido contaminado y no puede formar parte de este proyecto. Nadie cuya fecha de nacimiento esté inscrita como mínimo desde los años setenta, puede negar los grandes liderazgos, las buenas ideas, los extraordinarios logros y las evidentes transformaciones del país que el partido tricolor se agenció estando en el Gobierno de la República. Pero haciendo un símil quizás irreverente, hasta el Santo Padre Juan Pablo II falleció y un nuevo proyecto surgió en la figura de Benedicto XVI, dirigiendo a los mismos católicos y con el mismo grupo de cardenales; menos expresivo, pero con cimientos muy sólidos en sus conocimiento teológicos; con un carisma menos pronunciado, pero claramente enfocado en mantener los cánones de la Iglesia y en preservar la mística del catolicismo; menos cercano físicamente a la gente, pero a la vez muy cerca de todos, enseñándonos a través de sus ya varias encíclicas, el verdadero amor de Dios: "Dios es amor, y quien permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él" (Deus Caritas Est).

Esa es la nueva derecha de la que tenemos que empezar a conversar. Aquella que no rechace al capitalismo, pero lo haga más humano; que no promueva el intervencionismo del Estado, pero lo lleve, sin temor alguno, hasta donde inicie el canibalismo del mercado; donde pobres y ricos convivan y la distribución de la riqueza no sea el reparto proporcional de las oportunidades que ambos han tenido, porque el uno nació sin ellas y al otro le abundaron; donde cada uno iniciemos una empresa, compitamos libremente y evitemos la destrucción de los más pequeños; aquella en la que no se es "traidor" si se estrecha la mano del adversario político ni donde el fanatismo se extralimita impidiendo que surjan las buenas ideas, aunque éstas parezcan las que siempre promovió la izquierda. Es un nuevo proyecto donde no hay límites para luchar contra la corrupción y donde se promueve sin miedo y con fuerza la total independencia de la institucionalidad democrática, el respeto de la soberanía nacional y el cumplimiento del Estado de Derecho.

No estamos enterrando a ARENA; estamos asistiendo a una enfermedad prolongada y dolorosa que inició cuando al igual que en el cuerpo humano, células cancerígenas invadieron las buenas intensiones, ahogaron las esperanzas y opacaron a los nuevos liderazgos. No se trata, por hoy, de un nuevo partido, sino de una transparente, llana y sincera forma de ver el futuro de aquel proyecto que inició cerca del pueblo, con palabras sencillas e ideas muy claras. Se trata de retomar el rumbo, que nunca será el mismo, porque los nuevos tiempos demandan revisar la brújula; no es más que un ejercicio para que todos los que creemos sin reserva alguna en la dignidad del ser humano, en el potencial de desarrollo que tiene El Salvador y en la pujante fuerza de la juventud y la experiencia, sumemos las ideas, debatamos la diferencias, rompamos esquemas y enterremos tabúes.

A partir del 15 de marzo, en nuestro país nada es imposible ni en lo político ni en lo social, o lo económico o religioso. Hoy más que nunca debemos innovar, porque de quedarnos estancados, si tememos cambiar y creemos que es imposible un nuevo proyecto, simplemente, como lo intentó expresar Krause, el intelectual mexicano, habremos importado todo de los Estados Unidos, menos la democracia.

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