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2009/10/31

El diablo en el paraíso

Escrito por Luis Alvarenga. Octubre de 2009. Tomado de Contra Punto.

En tiempos de bonanza, la derecha defiende la institucionalidad que ella misma ha pervertido
SAN SALVADOR - El llamado “palo de hule”, un árbol frondoso cercano a la Asamblea Legislativa, dejó de ser un punto de referencia geográfico para convertirse en un punto de referencia político. En sus inmediaciones, partidarios de la actual dirigencia de ARENA protagonizaron una trifulca con bolsas de agua para reclamarle a los doce diputados “disidentes” por sus últimas actuaciones políticas.
“El diablo en el paraíso” es el título de una canción de la chilena Violeta Parra, donde describe un mundo patas arriba. En él, “los pajes son coronados/ los reyes friegan el piso/ y presos van los soldados”. Es así como los defensores a ultranza del “orden público”, los condenadores de cualquier protesta pública, participan en un desorden público, en el que obligan a los elementos del cuerpo de antimotines a proteger la entrada de la Asamblea.
En aras de mantener la sobriedad de la expresión escrita, se recomienda evitar el uso de adjetivos como a la peste. Pero es inevitable (he aquí un adjetivo), pues el hecho arriba reseñado no hace otra cosa que imponer un adjetivo más a los que venimos usando: jocoso.
El asunto es jocoso, porque si enchufamos la maquinita de la memoria, estas personas que salen a protestar ante el “palo de hule” son las mismas que se-rasgaban-las-vestiduras cuando un grupo de ciudadanos se las ingenió para entrar a la Asamblea y protestar contra las componendas políticas de la derecha parlamentaria. De recuerdo, dejaron colgada una enorme chancleta con dedicatoria al presidente del parlamento, Ciro Cruz Zepeda, quien ahora teme algo más que un chancletazo simbólico: teme un arreglo político entre el FMLN y los disidentes de ARENA para relevarlo de la presidencia del órgano legislativo, cargo en el que parecía inamovible.
Todo esto demuestra el descalabro de la derecha y pone en evidencia algo que ya lo han dicho muchos de los columnistas de este semanario: en tiempos de bonanza, la derecha defiende la institucionalidad que ella misma ha pervertido para que sirva para salvaguardar sus intereses. Pero en tiempo de crisis, esa misma derecha no tiene ningún problema no sólo de atentar contra la institucionalidad, sino de llevar a cabo prácticas que, en tiempos de auge, suele condenar. La anteriormente “equilibrada” derecha, ahora vocifera, amenaza, revende nuevamente su alma al diablo (aunque sea a precio de quema) y se ataca entre sí. Se convierte en el diablo que desentona en el paraíso.

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