Editorial.Viernes, 23 de Octubre. Tomado de Diario Co Latino.
Lo inevitable llegó. El Presidente del COENA, Alfredo Cristiani, no pudo resolver ni las diferencias ni las co-incidencias de los 12 diputados disidentes, y llevó a los últimos a romper con el partido, a menos que haya cambios en el COENA.
Los disidentes areneros, liderados por el diputado Guillermo Gallegos, no esconden su simpatía por el ex presidente Antonio Saca, pero niegan que éste esté atrás del movimiento.
La crisis en el interior del partido ARENA es de larga data, es decir, no se inició con la derrota electoral del 15 de marzo pasado, con el gane de Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén, los candidatos del FMLN, pero, sí aceleró las diferencias.
El problema en ARENA se originó cuando Elías Antonio Saca, siendo presidente del país y del partido de derecha, no sólo saca a los representantes de la oligarquía del COENA, sino que puso una estructura propia, en la cúpula del partido y territorialmente.
La situación se agudizó, así lo reconocen hoy los afectados, cuando Saca, de forma fraudulenta puso a su candidato a la presidencia, el ex director de policía, Rodrigo Ávila.
Los diversos grupos de poder al interior de ARENA, pero sobre todo, tres de esos grupos, a saber: cristianistas, calderonistas y saquistas, entraron en una pugna y forcejeo por las respectivas cuotas de poder.
En un principio, los tres querían un puesto en el COENA, pero la oligarquía, que resentía a Saca y su grupo, por la derrota en las elecciones -y no por la corrupción en ese gobierno, eso no le interesa a la oligarquía-, pidió pasarle la factura a Saca y todo aquello que oliera a Saca, y comenzaron a realizar los cambios de las estructuras territoriales.
Entre los primeros en resentir su desplazamiento para la toma de decisiones estratégicas de partido, de cara a la oposición fueron los diputados más identificados con Saca, hoy conocidos como los 12 disidentes, y comenzaron con las pulsaciones, hasta que ayer, se terminó el forcejo, con el rompimiento, temporal, con ARENA, partido al cual regresarían, si se cambia la cúpula del partido.
Cristiani, tratando de permear la ortodoxia del partido de derecha, comenzó con discurso duros, y posturas envalentonadas, y comenzó a amenazar y chantajear al gobierno.
En varios periódicos anunció que tenía el poder para “arder Troya”, o sea, hacerle la guerra política al gobierno, para crear un estado de ingobernabilidad. También amenazó con negar sus votos en la Asamblea Legislativa, los 32, para los préstamos, si el gobierno no le resolvía las ofertas electorales a su alcalde capitalino, y si despedía a sus 16 mil activistas incrustados en el gobierno.
Hoy, Cristiani, no sólo se ha quedado sin 12 de sus diputados, y con una fracción casi sin importancia en la aritmética legislativa, salvo que compre votos entre la derecha, sino que además, se ha quedado con una actuación negativa en su capacidad de conducir al mayor partido de derecha en la oposición.
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