Editorial. Viernes 16 de Octubre. Tomado de Diario Co Latino.
Ayer se cumplieron 30 años del golpe de Estado que puso fin a las dictaduras militares, pero que propició un periodo sangrien-to, en el que se incluye la guerra civil, la que terminó en 1992, con la firma de la paz, en Chapultepec, México.
Uno de los protagonistas de ese golpe, y autor de la Proclama, del 15 de octubre de 1992, Rodrigo Guerra y Guerra, narra, en su obra “Un Golpe al Amanecer”, detalles de aquel episodio de la vida nacional, algunos conocidos, otros desconocidos.
Entre lo desconocido, o menos público, está por ejemplo, los inicios del proceso golpista y la participación decidida de los hermanos Rodrigo y René Guerra y Guerra, el primero ingeniero de profesión, y el otro militar.
Otro dato importante de la obra de Guerra y Guerra es la decisión de los gestores del golpe de informar a Monseñor Oscar Arnulfo Romero, quien, si bien no participó de la conspiración, sí conoció del proceso, lo cual lo confirma, en una entrevista hecha por este periódico, Monseñor Jesús Delgado, quien era el Consejero Espiritual de Monseñor Romero.
Asimismo, aunque ya se sabía, en círculos políticos y populares en El Salvador, es la desnaturalización del Golpe, con la inclusión del coronel Abdul Gutiérrez, primero, y de altos oficiales en la plana mayor de la Fuerza Armada, después, así como el arribismo y traición de la Democracia Cristiana, entre otros.
Obviamente, lo más importante de la obra es el recuento de la situación económica, política y social que se vivía en aquella década, y de los problemas estructurales que se fueron enraizando desde el periodo de la acumulación originaria, que provocó pobreza y exclusión social.
El golpe, y así está establecido en ese documento histórico que fue la Proclama, buscaba reformar las “anticuadas estructuras económicas, sociales y políticas” y “superar situaciones de desigualdad en la distribución del ingreso nacional”.
No obstante, la situación convulsiva del país, producto del desarrollo, desde principios 70, de las organizaciones revolucionarias, que no se tomaron en cuenta; y principalmente por la profundización de la violación de los derechos humanos, así como la desnaturalización del golpe, debido en parte, en quienes controlaron la Junta Revolucionaria, impidió, lo que el autor de la obra y principal figura de la conspiración se proponía, hacer reformas sustanciales y evitar el baño de sangre.
El golpe de estado de 1972, esperamos, sea el último ocurrido en El Salvador, no sólo porque no se lograron los propósitos de los actores, sino, porque, como lo ha demostrado Honduras, son acciones que atrasan y causan daños a las sociedades.
Pero, lo más importante a tener presente son los motivos que originaron el golpe, los cuales podemos enumerar, poniendo en primer lugar, la sistemática violación de los Derechos Humanos y la abismal brecha entre ricos y pobres, que llevó a la exclusión social.
Por cierto, un tema que tuvo mucha elaboración en el proceso de paz que propició el fin de la guerra, y si lo comparamos con aquella fecha, podemos inferir que esas estructuras injustas en lo económico persisten. Por esto es que es 30 años después de ese golpe, es importante recordar aquella fecha, el contenido de la Proclama y de su Programa Económico.
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