Hasta el momento no se ha identificado a los encargados de elaborar esos planes de estudio, ni menos se sabe cuáles son sus calificaciones profesionales, académicas y prácticas para hacerlo.
Editorial. Jueves, 15 de Octubre. Tomado de El Diario de Hoy.
El presidente Funes informó que aún no ha recibido el proyecto de reforma educativa, o cambios a la enseñanza, en que labora el Ministerio de Educación y que por justificados motivos preocupa a padres de familia, políticos, pedagogos y muchísimas personas de nuestra sociedad. Como han dicho personeros de ARENA, viniendo la reforma de donde viene, lo probable es que se trate de indoctrinar a los estudiantes del sistema, considerando que sigue a la supresión del programa EDUCO que ponía en manos de las comunidades las herramientas para evitarlo.
"Viniendo de donde viene" es lo que aflige. Hasta el momento no se ha identificado a los encargados de elaborar esos planes de estudio, ni menos se sabe cuáles son sus calificaciones profesionales, académicas y prácticas para hacerlo. No se han presentado obras escritas por ellos ni trabajos realizados ni currículo ni datos sobre concretas realizaciones en las que hayan participado. Son los educadores desconocidos, los que maquinan en la sombra.
Se nos dice que uno de los objetivos de la reforma es preparar a los jóvenes para participar en los cambios --"cambio para el cambio"-- sin que se precise en qué consisten estos y hacia dónde se pretende llegar. Pero seríamos los únicos, fuera de los venezolanos, los ecuatorianos y los bolivianos, en cambiar un sistema de enseñanza que pese a sus limitaciones ha logrado elevar los conocimientos de la población y erradicar el analfabetismo. Lo más importante es que los egresados del sistema escolar, aun los que apenas lograron aprobar la primaria, cuentan con las herramientas para incorporarse al mundo del trabajo y con su aporte incrementar los niveles de producción del país.
Y aquí tocamos uno de los factores esenciales de lo que debe ser la educación: preparar a los jóvenes para competir, con alguna medida de éxito, frente a trabajadores de otros países. Indistintamente de lo que sean los planteamientos teóricos sobre los que un sistema de enseñanza se basa, la prueba de fuego se da cuando los que egresan del sistema tienen que competir contra otros trabajadores, sea de nuestra región o del otro lado del mundo, en las antípodas.
Nada se debe aprobar sin debate público
Lo que se ha construido se levantó pese a las durísimas adversidades por las que ha pasado El Salvador, incluyendo una guerra demencial que nos hizo retroceder en más de una generación. El sistema vigente no es producto de las ideas de unos cuantos, sino de muchísimos. Han asistido al esfuerzo técnicos propios y foráneos, consultas y programas externos, asistencia de países amigos, lo que va decantándose de la discusión y la experiencia directa.
Es demasiado lo que está en juego, nada menos que la capacidad de los salvadoreños para competir en un mundo que se transforma de manera continua, como para que unos pocos cuyas cualificaciones se desconocen, tomen las decisiones.
El Ministerio puede elaborar un plan que sea el punto de partida para la discusión, para el necesario debate que es asimismo el mayor ejercicio en la democracia práctica. Tienen que hablar maestros, profesionales en Educación, líderes del sector productivo, gente que piensa. Y nada de lo que luego se apruebe se debe considerar como inamovible, sino que se tiene que mejorar y modificar de acuerdo con sus resultados. El MINED no tiene el monopolio del saber.
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