Hay que declararse "en emergencia permanente" y tener listos varios contingentes de pensantes para analizar lo que se puede convertir en desgracia pública.
Editorial. Martes 27 de octubre. Tomado de El Diario de Hoy.
ANEP debe ser un factor de primera línea en la discusión de los problemas públicos, ya que dispone de una inteligencia colectiva, sus agremiados, para obtener información, ideas e insumos sobre las realidades nacionales. Prácticamente todo aquel que produce de manera organizada pertenece a una asociación o colectivo vinculado a ANEP; sus miembros son los que mejor conocen los problemas, las oportunidades y las limitaciones que se dan en cualquier campo de la economía.
En ningún momento, después de la agresión armada de los Ochenta, se sufrió tan grande desplome de la seguridad de la población, desorden institucional, la amenaza del crimen organizado, crisis económica y desconfianza general.
A esto se suma el horror cotidiano: una muchachita de cinco años estrangulada; un adolescente de catorce, de la Orquesta Sinfónica Juvenil, asesinado a tiros; tres hermanitos muertos a balazos en San Pedro Perulapán porque el mayor rehusó incorporarse a la mara; buseros masacrados porque no pagan la "renta"; negocios que se cierran por la presión de los extorsionistas… y un vigilante apresado -–fue perseguido sin tregua— por haber frustrado un asalto, pero, como era de esperarse, fue puesto en libertad.
Para salir de la crisis los asesores económicos del gobierno han tenido una brillante idea: subir impuestos, castigar el patrimonio y los ahorros, extremar la persecución de los contribuyentes, tasar la propiedad. Cuando tanta gente está emproblemada para pagar las hipotecas de sus casas, les amenaza un impuesto al patrimonio. La población está extorsionada, las ventas bajas, hay menos inversión y el país necesita capital de trabajo.
En nada destacan más los burócratas que en el arte de desplumar a sus súbditos, por lo que podemos esperar desde un impuesto a la sal, las tortillas y los frijoles, como en el Medievo, hasta cargos por cruzar una ciudad, como los estableció un alcalde rojo en Ahuachapán.
La historia reciente del país tiene ejemplos de lustrosas iniciativas en esto de los impuestos: don Napo Duarte quiso establecer aduanas a la entrada de San Salvador, amén de fijar por ley el número y clase de negocios que podían operar en cada barrio de San Salvador.
Unos malos pasos y se derrumba todo
Enfrentar lo anterior es, entre otras cosas, el gran cometido de ANEP: como es casi imposible anticipar la flamante propuesta que va a caer desde lo alto, hay que declararse "en emergencia permanente" y tener listos varios contingentes de pensantes para analizar lo que se puede convertir en desgracia pública, más ahora con la recomposición legislativa, que se estrena deteniendo una investigación sobre turbios manejos en la distribución de semilla mejorada. Para escapar de la cárcel nada mejor que dividir a la derecha.
No cuesta definir el equipaje mental que deben llevar consigo los nuevos miembros de la directiva de ANEP: lógica, los pies en la Tierra, conocimiento de las realidades nacionales, sentido de la decencia, patriotismo y una sana medida de arrojo, espíritu de lucha.
¿Lucha? Es menester cuidar el sustento de la gente, sus empleos y el suministro de alimentos y servicios. Hay que batallar contra la delincuencia y afianzar nuestros vínculos comerciales, culturales y políticos con Centro-America y el mundo. Unos cuantos malos pasos, leyes torpes, mala dirección de la economía, pueden precipitar de la noche a la mañana un desplome nacional, el derrumbe de lo que vale y se debe preservar en El Salvador.
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