Ahora, ARENA tendrá que enfrentar sin tapujos la situación que vive, bajo riesgo de debilitamiento irreversible, en el peor momento para ello.
Escrito por Editorial. Miércoles 14 de Octubre.Tomado de La Prensa Grafica.
Evidentemente, los coletazos de los resultados electorales del pasado 15 de marzo siguen haciéndose sentir en el ambiente, especialmente dentro de ARENA, ahora principal partido de la oposición, tras 20 años de ejercicio continuado del poder. El problema deriva, en buena medida, de que dicho partido no ha sabido, hasta la fecha, procesar las causas de su derrota electoral, y por consecuencia no le ha sido posible prepararse para encarar los efectos de su nueva responsabilidad dentro de la actual correlación de fuerzas. Es claro que, en la interioridad de ARENA, se mueven fuerzas que trabajan en lo oscuro por sus propios intereses, y el recurso fácil y contraproducente de querer hacer creer que no pasa nada serio lo que hace es complicar más las cosas.
Sólo un día después de que los más altos personeros de dicho partido hicieran profesión de unidad, en el marco de una asamblea que confirmó a la actual dirigencia, surgida como una fórmula transicional después del sismo de la derrota, un grupo de 12 diputados expresó públicamente su intención de votar “diferenciadamente” del resto de la fracción a la que pertenecen. Más allá de las explicaciones que puedan darse al respecto, y de lo que al final resulte de este zipizape, lo cierto es que la fractura se ha hecho visible, y esto pone las cosas en su verdadera dimensión conflictiva.
Ahora, ARENA tendrá que enfrentar sin tapujos la situación que vive, bajo riesgo de debilitamiento irreversible, en el peor momento para ello, porque una oposición fuerte, consistente y responsable es lo que el proceso necesita para mantenerse sano. Sólo con un adecuado equilibrio político se puede asegurar el avance democrático del país.
Poner las cosas en claro
Como hemos sostenido de manera sistemática, nuestra democracia en construcción necesita que tanto la izquierda como la derecha cuenten con organizaciones partidarias suficientemente caracterizadas, organizadas y estables, de modo que el juego democrático pueda ser lo más claro y dinámico posible. Eso ha venido manejándose con bastante efectividad práctica, pese a que los dos partidos más representativos carecen aún de la institucionalidad indispensable; prueba de ello es la alternancia que se ha dado por efecto normal de las recién pasadas elecciones.
Pero la falta de institucionalización interna puede ser muy dañina en la interioridad de los partidos, especialmente cuando hay momentos de crisis. Es lo que le viene pasando a ARENA, en particular desde que fracasó toda la estrategia para ganar un quinto período presidencial, y no había institucionalidad que asumiera la autocrítica y el autoanálisis y se hiciera cargo de la inevitable reconstrucción interna. Tener que acudir a los ex Presidentes de la República como único recurso disponible de cohesión es una falla estructural en sí, independientemente de las personas.
Los tiempos políticos siempre resultan más cortos que los tiempos del calendario, y dentro de dos años estaremos en vísperas de las próximas elecciones legislativas y municipales, que para todos los partidos, y en especial para ARENA, serán una prueba decisiva. De seguir en éstas, su pronóstico se mira reservado.
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