No estamos aislados; somos parte de un universo

No es válida la pretensión de los titulares del MINED de transformar, de acuerdo con sus personales criterios, los planes de estudio del sistema educativo nacional

Editorial. Miercoles 14 de Octubre. Tomado de El Diario de Hoy.

No estamos aislados en el universo sino que formamos parte de una comunidad de naciones que interactúan entre si, intercambian bienes, comparten información, se influencian mutuamente en lo cultural y lo social, se hacen la guerra pero asimismo buscan entendimientos. El encierro físico o mental es ruinoso, la ruta hacia atrás, el camino a la pobreza y los despotismos. No queremos ni como pueblo ni como individuos ser prisioneros en nuestra tierra, como sucedió a los alemanes bajo Hitler y fue el horror del gulag comunista en Rusia.
Es casi imposible para un país aislarse en lo económico, pues como conglomerado depende de lo que otros hacen, de sus innovaciones en ciencia y en tecnología, de sus movimientos financieros, de lo que importan y exportan para su trabajo y sustento. Ni Cuba ni Corea del Norte, los extremos de la autarquía, los "Robinson Crusoe" de nuestro tiempo, han conseguido sellar del todo sus fronteras: Cuba depende del turismo foráneo y del petróleo venezolano; Corea comunista de un escaso intercambio con China para no morir de hambre. El intercambio es siempre competencia, sea a través de bajos costos laborales o por mayor eficiencia derivada de tecnología punta y conocimiento.

Como país seremos más competitivos dependiendo de la educación que recibamos y de la responsabilidad que tengamos como productores y ciudadanos. Los noruegos y los hindúes son formidables competidores en múltiples campos porque han desarrollado especiales habilidades y cuentan con una excelente formación profesional. Son grandes profesionales porque sus academias, escuelas y colegios son de primer mundo.

La educación no es patrimonio de políticos

Lo que las personas y las comunidades aprenden, los hábitos que adquieran, su capacidad para pensar y seguir instrucciones, su disciplina como trabajadores y sus anhelos para superarse y ser cada vez mejores, determina de manera decisiva la calidad de vida que tendrá un individuo. Mucho de lo que sabemos y podemos lo recibimos en la escuela, pero también las familias y las comunidades aportan conocimientos, habilidades, principios de conducta, valores y hábitos de vida y convivencia.

Los programas de estudio vigentes no fueron implantados al capricho sino que son resultado de experiencias acumuladas, lineamientos internacionales, las exigencias del trabajo y los recursos disponibles. Año con año la escolaridad ha mejorado, se enseña mejor y se ha podido incorporar a un mayor número de alumnos del sistema a tecnologías superiores. Cada cambio se hizo después de consultar con técnicos, con padres de familia, con pedagogos.

Lo más importante es que los programas tratan de homologar la educación salvadoreña a lo que son las buenas prácticas de otros países, considerando que los egresados de nuestro sistema tendrán que competir con los de otras naciones. No debemos lanzar a la juventud de este país a un mundo fuertemente competitivo, sin la capacidad para defenderse y salir adelante.

No es válida la pretensión de los titulares del MINED de transformar, de acuerdo con sus personales criterios, los planes de estudio del sistema educativo nacional. La enseñanza no es patrimonio de un grupo de funcionarios, ni menos de un partido político. No es de su competencia echar abajo lo que con tanto esfuerzo se ha levantado. Una reforma debe ser producto de mucho debate, muchas consultas, de comparar lo que aquí hacemos con lo bueno y lo excelente que se hace en otros países.