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2009/05/29

Los niños siembran lo que luego comen

Editorial publicado por El Diario de Hoy. Jueves,28 de Mayo de 2009.

"…más de ocho mil estudiantes de primero a sexto grado, de 54 escuelas de Chalatenango, aprenden a cultivar hortalizas, legumbres y frutas con nuevas técnicas…"

Es lógico adaptar la enseñanza a las particulares condiciones de una comunidad o conglomerado, aun cuando hay conocimientos que toda persona debe adquirir en su niñez y adolescencia. Lo que es útil para un niño en San Salvador no necesariamente lo es para uno de Chalatenango, como se tiene que diferenciar entre la educación que más ha de servir a un canadiense de la que aprovechará un salvadoreño.

Partiendo de estos criterios es que en los años anteriores a la guerra se implantaron con gran éxito, programas de estudio diseñados para las comunidades rurales. Famosos fueron en esos años los experimentos llevados a cabo en la Escuela Normal Rural de Izalco, abocada a formar maestros que más tarde serían destacados en zonas rurales. Los maestros no sólo se capacitaban en las disciplinas usuales ---matemática, lectura, ciencias, etc.---, sino que además adquirían conocimientos relacionados con huertos, agricultura, economía doméstica y similares saberes. Uno de los resultados fue que casi desde los primeros grados, los niños recibían enseñanzas que les volvían más productivos, además de ayudarles a entender mejor su particular circunstancia y entorno.

Los huertos, casi de inmediato, benefician a los escolares: al llegar a la escuela, "los niños corren a buscar pepinos, pipianes, chiles, ejotes, yucas… con los que las madres que apoyan a las escuelas preparan la merienda escolar". Por similares consideraciones es que propugnamos en estas notas por la construcción de cárceles en islas, para que los reos puedan no sólo aprender técnicas de agricultura, sino que complementen su dieta con verduras y frutos del huerto. Pero además de los estudiantes, también los padres aprenden nuevas técnicas de cultivo. La escuela se convierte así en un centro de promoción y desarrollo humano.

Hay que enseñar lo que luego sirve

La ventaja de enseñar horticultura es que los escolares se vuelven más productivos y pueden contribuir en alguna medida al sostenimiento de sus familias. A la vez se reduce la deserción escolar y los padres comprenden cómo la educación contribuye a preparar a sus hijos para la vida, además de reportarles claros e inmediatos beneficios.

Diseñar programas de estudio para las específicas condiciones humanas, sociales y geográficas de cada comunidad es una faceta lógica y esencial de la educación. Si bien no hay fronteras al saber, o que impidan la movilidad social, en lo esencial cada grupo humano se mantiene dentro de sus propios horizontes; es también allí donde los individuos pueden desarrollar mejor su potencial.

Parte del problema rural ---estancamiento y bajo nivel de vida--- se origina de la separación que existe entre sus realidades y la educación, o falta de ella, que imparten a los pobladores. La gente va a escuelas diseñadas para formar población urbana, sin recibir enseñanzas que encajen con sus estilos y necesidades vitales. Si bien hay que saber aritmética, leer y entender los rudimentos de las ciencias para manejarse en el mundo contemporáneo, es discutible que mucho de lo que pasa como "sociales" aprovechen más a un poblador de Usulután o Cabañas, que conocimientos básicos de agricultura y cuidado de la salud. El programa de huertos se debe analizar muy a fondo.

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