Escrito por Joaquín Samayoa. Miércoles 13 de mayo de 2009.Publicado en La Prensa Grafica.
Normalmente el nuevo gabinete de gobierno se conoce en el transcurso de los días previos a la toma de posesión, pero la mayoría de los nombres se han ido filtrando sin mayor dramatismo dos o tres semanas antes de la hora cero. El hermetismo, las ansiedades y las presiones que esta vez hemos observado casi a partir del día de la elección presidencial son inusuales y reflejan el grado de importancia que, por distintas razones, diversos sectores y personas le otorgan a esas primeras decisiones del nuevo presidente.
La empresa privada fue la primera en mostrarse urgida de conocer los nombres de quienes integrarán el equipo del presidente electo. Argumentaban que, tal como lo hizo Obama en los Estados Unidos, era necesario nombrar cuanto antes al gabinete económico para que empezara a hacerse cargo del tamal en estos tiempos de crisis profunda. Esa necesidad se volvía más urgente en la medida en que el gobierno saliente se mostraba cada vez más inoperante e impotente para tomar decisiones que pudieran tener un impacto sensible y evitar que la situación económica de nuestro país terminara de deteriorarse.
La empresa privada argumentaba también que necesitaba señales positivas de parte del nuevo presidente para empezar a reactivar las inversiones que se habían visto frenadas en los últimos meses no solo por la crisis sino también por la incertidumbre en el ámbito político. Por “señales positivas” entendían la selección de ministros capaces, responsables y sensatos; personas
con las que fuera posible dialogar; personas prudentes que comprendieran las consecuencias negativas de algunas medidas que el FMLN pudiera sentirse inclinado a adoptar.
En algunos sectores de izquierda, los más proclives a juzgar con absoluta negatividad a sus antípodas ideológicos, las presiones de la derecha al presidente electo fueron vistas con suma desconfianza. De pronto, empezaron a tener serias dudas sobre la identificación y el compromiso de Funes con las aspiraciones de cambio de la población. Los acercamientos del presidente electo a la empresa privada y, más recientemente, a los organismos multilaterales de cooperación, han sido mal interpretados como signos de una temprana claudicación.
A ese tipo de valoraciones y temores que rayan en paranoia han contribuido algunos malos manejos que Funes ha hecho en su complicada relación con la dirigencia del FMLN. A los que se equivocaron creyendo que Mauricio sería dócil o sumiso, también les molesta que se esté dando su lugar, recordándoles públicamente en repetidas ocasiones que es él, y no el partido, el responsable del gobierno, y que será el presidente de todos los salvadoreños, no solo de la izquierda.
En ese contexto de desconfianza y temor, ahora son algunos sectores de izquierda los que presionan para un pronto anuncio del gabinete, en espera de señales claras de que el presidente va a rodearse solo de personas con inobjetables credenciales de izquierda, preferiblemente militantes del FMLN y del así llamado “movimiento social”.
Para esta gente, la selección de los integrantes del gabinete se ha vuelto una prueba ácida de las verdaderas intenciones del nuevo presidente. Eso es lo que daría la pauta para refrendarle un voto de confianza y contribuir a que haga una buena gestión, o bien para sumarlo a la larga lista de vendidos y hacerle la vida miserable desde la calle.
Pero la conformación del gabinete no solo es importante desde la perspectiva de un menor o mayor apego al libreto ideológico. Entre quienes están presionando al presidente electo también hay gente con motivaciones bastante pedestres; gente que mira a los nuevos funcionarios desde la estrecha óptica de sus expectativas de conseguir un hueso en el nuevo gobierno; gente que está más interesada en la revancha contra los privilegiados que en el bienestar de los marginados.
Un alto dirigente del FMLN hizo hace un par de días una sabia advertencia. Dijo que el poder es como la miel, que atrae abejas pero también atrae moscas. Lo que le faltó decir es que las moscas pueden llegar procedentes de diversas direcciones. También en la izquierda hay oportunistas y también de ellos debe cuidarse el presidente Funes.
La verdad, en medio de todos los dimes y diretes, es que no hay forma de que el gabinete que escoja el presidente Funes sea del completo agrado de todo el mundo. Es bueno que Mauricio haya retomado el diálogo con la dirigencia del FMLN y que ambos hagan su mejor esfuerzo para entenderse, pues el conflicto entre ellos no le beneficia a nadie; pero la última palabra debe tenerla el presidente.
Especialmente delicado se vuelve el tema del cuidado que Funes debe tener precisamente ahora que el Frente ha dado pruebas de apertura y de flexibilidad ideologica al apostarle a jugar el juego junto a Funes. Muy acertada la advertencia. Funes necesita colaboradores eficientes, capaces y honestos y no solo agitadores gritones de consignas de esos que nunca proponen soluciones a nada. Andan un monton de moscarrones y galgos ya olfateando miel y huesos por alli.Honestos, servidores del pueblo, capaces y eficientes..asi deberan de ser.
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