La nota del día, Miércoles, 6 de Mayo de 2009. Publicado en El Diario de Hoy.
Las mujeres de Kenia han lanzado un ultimátum: o se ponen los hombres de acuerdo en las reformas planteadas en el país y dejan de guerrear entre sí, o no habrá sexo. A conflictos abiertos, piernas cerradas. Hasta en la misma casa de gobierno se impondrá la ley, ya que la esposa del Primer Ministro Odinga, Ida, respalda el movimiento de las féminas. Inclusive las trabajadoras del sexo o como se les llame, van a ser reclutadas por las dirigentes, compensándoles monetariamente su esperada reducción de ingresos. El suceso lo informa el diario francés Le Monde, al que una de las organizadoras le dijo que se iba a demostrar la voluntad de las mujeres keniatas, decididas a que se aprueben las reformas pendientes, las que el rotativo no expone. La esposa del Primer Ministro dijo que la medida no se debe ver como un castigo para los hombres, sino como un llamado de atención sobre el grave problema.
El boicot es el segundo de tal naturaleza que conocemos. A finales del Siglo V antes de Jesucristo, el padre de la comedia, Aristófanes, escribió una deliciosa farsa, Lisístrata, con el mismo argumento: o los hombres dejan de pelear entre sí, o nada de romance. Lisístrata de Esparta, la heroína, quiere forzar una paz en la larga guerra del Peloponeso que finalizó con la derrota de Atenas a manos de los espartanos, los que luego fueron vencidos por el tebano Epaminondas, uno de los mayores genios militares de todos los tiempos.
En la comedia las mujeres se representan como seres hedonistas que requieren de dirección para vivir. Aman el vino y la promiscuidad; Aristófanes inclusive detalla secretos de alcoba que revelan mucho de la vida en la antigua Grecia, dando un mentís a la imagen de la mujer de aquellos tiempos como un ser sometido.
Lisístrata es una líder natural que consigue reunir una asamblea con mujeres de toda Grecia a las que convence con su elocuencia. Estando reunidas les llega la noticia de que otro grupo de mujeres mayores había logrado tomarse el tesoro de Atenas depositado en la Acrópolis. Y sin dinero era imposible continuar las operaciones militares.
Se fugan y luego nadie los quiere
Hay quejas adicionales a esto de irse a la guerra y abandonar a mujeres y niños. Mientras los hombres, se lamenta Lisístrata, pueden casarse a cualquier edad, las mujeres sólo disponen de unos pocos años para hacerlo, lo que por cierto ya no vale en estos tiempos en que ambos, hombres y mujeres, se casan tardíamente.
La guerra y las paces entre los sexos son anteriores a las guerras entre los hombres, pues en casi todas las especies de animales hay cortejos, enamoramientos, rechazos, celos, venganzas, infidelidades… unos investigadores descubrieron que en las parejas de cisnes, proverbiales por su fidelidad, nacían cisnitos de otros padres… las pruebas del ADN derrumbaron la limpia imagen de las cisnes.
Esas veleidades llevaron a Bonaparte decir que la única posible victoria sobre las mujeres es la fuga, poner pies en polvorosa… victorias que por cierto son acostumbradas en esta tierra pero que luego, con el paso de los años, los viejos machos pagan con una terrible dosis de amargura al descubrir que nadie los quiere.
Nadie, de seguro, cantará victoria en Kenia. Las partes van a rendirse y continuarán los conflictos.
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