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2010/03/01

LPG-Siempre estamos expuestos a grandes desastres

Lo primero que necesitamos es despertar en serio la conciencia sobre las responsabilidades que a todos nos corresponden en lo que se refiere a enfrentar a fondo las diversas vulnerabilidades que nos aquejan.

Escrito por Editorial.01 de Marzo. Tomado de La Prensa Grafica.

A pocos días de haberse producido el devastador terremoto en Haití se da otra catástrofe de enorme magnitud en Chile. El primero, en el país más pobre del hemisferio; y el segundo, en uno de los países más ricos y organizados del mismo. Aunque la magnitud del seísmo chileno es mucho mayor que la del que azotó a Haití, en este último país, dadas sus condiciones, las consecuencias han sido en comparación mucho más destructivas, sobre todo en vidas humanas. Pero el hecho es que ambos acontecimientos desastrosos nos ponen de nuevo, a todos, ante la realidad patente de nuestras vulnerabilidades, tanto en lo referente a los azotes naturales como en lo que deriva del accionar humano.

Vivimos una época especialmente riesgosa en todos los órdenes, y el conocimiento inmediato que hoy se puede tener y de hecho se tiene respecto de lo que pasa hasta en los más apartados lugares del mundo, con el apoyo de los crecientes recursos tecnológicos de comunicación, hace que nadie pueda refugiarse impunemente en el desconocimiento que antes ocultaba tantas realidades. Somos vulnerables, por nuestra propia condición humana en el mundo, y tal vulnerabilidad demanda tratamientos preventivos que disminuyan al mínimo los efectos de las tragedias que se suceden en lugares, momentos y magnitudes que es imposible conocer de antemano.

Ante desgracias como las de Haití y de Chile, se levantan, como es natural, movimientos de solidaridad y acompañamiento; pero eso no basta: hay que desarrollar y afinar con más diligencia y visión las estructuras internacionales y nacionales de respuesta en casos y situaciones de desastre. Y más cuando las condiciones globales son tan peligrosas en todo sentido.

EN EL PAÍS HAY QUE HACER MÁS

Los salvadoreños hemos vivido prácticamente en emergencia siempre. Nuestras vulnerabilidades naturales son recurrentes, pues vivimos en una zona expuesta a múltiples contingencias geológicas y climáticas; nuestras vulnerabilidades estructurales son sistémicas, y dificultan al máximo la organización de protecciones verdaderas ante las calamidades que se suceden, pues lo que hay son fallas sociales profundas y una crónica desatención de las necesidades más sentidas de la población en general; nuestras vulnerabilidades institucionales son críticas, porque tanto en los ámbitos públicos como en los ámbitos privados se carece de un auténtico sentido de organización nacional, que permita vertebrar esfuerzos para prevenir daños y consecuencias de daños.

Lo primero que necesitamos es despertar en serio la conciencia sobre las responsabilidades que a todos nos corresponden en lo que se refiere a enfrentar a fondo las diversas vulnerabilidades que nos aquejan. Somos, como se dice popularmente, “apagafuegos”, y eso nunca da resultados sostenibles. Y tal actitud no se ve sólo frente a los desastres, sino también frente a otras situaciones críticas como el auge delincuencial.

Lo ocurrido en Haití y ahora en Chile nos produce sentimientos de dolor y solidaridad, y así acompañamos las grandes tribulaciones de esos pueblos hermanos; pero también debe motivar un impulso de voluntad nacional para prepararnos mejor de cara a los riesgos que ojalá nunca se hagan realidad de nuevo, pero que están acechándonos siempre.

http://www.laprensagrafica.com/opinion/editorial/97038-siempre-estamos-expuestos-a-grandes-desastres.html

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