La relación entre el presidente Mauricio Funes y el FMLN parece cada vez más inestable, pero poco a poco el tema está dejando de ser una especie de tabú para crecientes sectores de las bases más radicales de la izquierda en general y del partido farabundista en particular.
Escrito por Geovani Galeas. 23 de Marzo. Tomado de La Prensa Grafica.
El malestar de esos sectores ante el estilo y la orientación política del gobierno, a quien entre otras cosas acusan de fijar la vista en el norte cuando todas las expectativas revolucionarias están en el sur, comenzó a expresarse como una tímida crítica en sordina. Ahora sin embargo esa crítica está adquiriendo el tono abierto del reclamo furibundo que podría convertirse en tambor de guerra en las calles a partir del próximo primero de mayo.
El otro elemento nuevo es que esos reclamos, dirigidos inicialmente y de forma exclusiva al presidente Funes y a su grupo de amigos, se está extendiendo también hacia la cúpula del FMLN, en tanto que esta no aborda con franqueza el problema y más bien guarda silencio cuando no balbucea un confuso discurso conciliatorio.
Respecto a las contradicciones dirimidas públicamente entre el presidente Funes y el partido oficial, el secretario general de este último, Medardo González, dijo de modo muy ilustrativo la semana pasada que ya era tiempo que “dejemos de hablar babosadas los unos y babosadas los otros”.
En esa misma ocasión, Salvador Sánchez Cerén, vicepresidente, ministro de Educación y miembro de la Comisión Política del FMLN, advirtió que lamentaba tener que decirlo en público pero que era necesario mejorar la comunicación entre Mauricio Funes y la dirección del partido.
Los hechos posteriores a esas dos advertencias, entre ellos y de manera muy significativa los relacionados con la lucha contra la corrupción y con los actos en memoria de Monseñor Romero, dejaron en claro que ni la comunicación se ha mejorado ni han dejado de hablarse “babosadas”.
La pregunta en el aire podría ser la siguiente: para lograr algún nivel de armonía entre el presidente y el partido oficial, un acuerdo político, ¿será preciso que Mauricio Funes efectúe un viraje hacia la izquierda (o hacia el sur chavista), o que el FMLN gire hacia la derecha (o hacia el norte de Obama)? Si así fuera, nada indica por ahora que un acuerdo semejante sea posible. ¿Qué pasará entonces el próximo primero de mayo?
Pero la pregunta así planteada, con sus ribetes geopolíticos, puede tener algún sentido para ciertos sectores y al mismo tiempo ser completamente ociosa para otros acuciados por problemas mucho más concretos.
El pasado día domingo, durante un maratónico homenaje a Monseñor Romero en una de las radios autodefinidas como revolucionarias, y en donde se despotrica contra Mauricio Funes un día sí y otro también “por haber traicionado al pueblo”, un poblador de San Antonio del Mosco, indignado por la insistencia presidencial en construir en aquel lugar una presa hidroeléctrica, planteó la pregunta de un modo más directo.
Dijo que para él y sus compañeros ya era claro que el presidente Funes se había definido por servir a la derecha y al gran capital, pero que no entendía por qué los dirigentes del FMLN no se pronunciaban con claridad y públicamente en contra de la construcción de la mencionada presa. “Porque si ellos también están de acuerdo con Funes y Salume que lo digan de una vez, ¿qué piensa el FMLN del problema que tenemos aquí? Eso es lo que yo quiero preguntar”, dijo el hombre.
Buena y sencilla pregunta: ¿qué piensa el FMLN? Siempre es posible hacer política, dialogar, negociar y pactar en función de razonables concesiones mutuas en beneficio de todos. Pero ahí está el dilema: o se hace política o se mejora la comunicación para seguir hablando puras babosadas.
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