El viernes pasado LA PRENSA GRÁFICA publicó las fotografías del asesinato de un joven. Su homicida, un adolescente de 17 años. Lo más sorprendente fue el motivo: quitarle la camiseta del instituto rival.
Escrito por Fernando Golscher. 14 de Marzo. Tomado de La Prensa Grafica.A diario escuchamos noticias de este tipo, pero cuesta creer que realmente están sucediendo en nuestro país. Esta vez las imágenes nos muestran esa realidad que nos afecta a diario y que se nos ha salido de las manos.
Los pandilleros pelean por cosas tan banales como su “territorio”, un grafito, su uniforme, y en muchos casos, por no querer pertenecer a su pandilla. El problema no es nuevo y en los últimos 25 años la violencia entre pandillas ha ido en escalada tomando proporciones como las que nos toca vivir hoy.
En los noventa eran cotidianas en el centro de San Salvador las peleas a pedradas entre pandillas, en su mayoría estudiantes, “marcaban” su “territorio” y peleaban al ser “invadidos” por la mara contraria.
Ahora ya nadie recuerda, me imagino que solo su familia, que el miércoles 29 de abril de 1998, durante una de esas riñas, falleció víctima de un impacto de bala Carlos Alberto Lara, un estudiante de 17 años.
Un policía vestido de civil, quien resultó ser un pandillero infiltrado en la PNC, su asesino. Este fue condenado y purga la pena máxima en un penal. Este hecho criminal también fue fotografiado por LA PRENSA GRÁFICA y publicado al día siguiente.
Pero ¿qué ha cambiado en estos 12 años? Nada. La misma escena se repitió y con la muerte de estos jóvenes nos damos cuenta de que pocos avances ha habido en la estrategia antipandillas.
Si tomamos ejemplo de políticas gubernamentales y sociales aplicadas en otros países las estrategias para disminuir la incidencia de las pandillas se resume en un solo término: la prevención. Se basan en el trabajo educativo con los niños desde una edad temprana y en la reorientación juvenil.
Pero ¿cuántos programas de prevención han sido impulsados por los gobiernos en nuestro país? En la actualidad no existen programas sistemáticos en las escuelas que incluyan iniciativas de prevención y educación en el tema antipandillas.
No existen programas de actividades extracurriculares después de clases que hagan que los jóvenes aprovechen su tiempo libre. No existen programas que incluyan la creación de zonas libres de violencia, rehabilitación de pandilleros en centros de detención y correccionales.
Los programas de supresión del delito que están enfocados al seguimiento del crimen, respuesta policial efectiva y aplicación de leyes más duras, son como tratar de apagar llamitas de un gran fuego. En otras palabras, se refrena el mal pero no se erradica y no pueden ser las únicas soluciones de corto plazo.
Debe haber un acercamiento comprensivo del problema que representan y su conclusión debería enmarcarse en programas de prevención y charlas de concientización a niños desde el cuarto grado, período en que se ha identificado que son más susceptibles a influencias negativas o positivas.
Ojalá que las muertes de estos jóvenes sean un llamado de atención definitivo, ya que es posible que en 12 años o mañana, veamos con estupor el asesinato de otro adolescente. Los jóvenes necesitan sentirse útiles, formar parte de un fin común, ayudar, ser comprendidos y expresar sus ideales. Parece que al no encontrar instituciones que les ofrezcan este espacio son blanco fácil de lo único que parece organizado, las pandillas.
Mi hermano del alma que Dios lo tenga en su santa gloria te amo Carlos Alberto Lara...
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