El Ministerio de Salud envió a la Asamblea Legislativa un proyecto de ley para regular la calidad y el acceso a los medicamentos y productos sanitarios. Los diputados de derecha se apresuraron a quitar el artículo que disponía el control de precios. La discusión está en la comisión de salud y asistencia social del Órgano Legislativo y de lo que se trata es de reemplazar una vieja normativa que data de la década de los años cincuenta.
Escrito por Nacho Castillo.03 de Marzo. Tomado de La Prensa Grafica.¿Qué ha pasado en todo este tiempo? Casi el caos. Los precios de los medicamentos en El Salvador superan en mucho la lógica y la ética. Un estudio de la Universidad de El Salvador de 2008, llevado a cabo por quien hoy es el viceministro de Salud –doctor Eduardo Espinoza–, determina que en muchos casos en nuestro país se venden medicamentos 25 y hasta 50 veces más caros que en el resto del mundo. Yo he podido comprobar que se llega hasta 60 veces más. ¿Cómo se le puede calificar a esta situación? Póngale usted el adjetivo.
Por otro lado, el control de calidad es casi inexistente. El organismo encargado de verificar la calidad de los fármacos, el Consejo Superior de Salud, está integrado por miembros que son juez y parte y no cuentan con un laboratorio –herramienta básica y mínima– para hacer su trabajo.
Por demasiados años, nuestras autoridades de salud han hecho el ojo pacho en lo que a precios y control de calidad se refiere. ¿Por qué se permite que intereses oscuros y mezquinos, protegidos por las autoridades, desangren y pongan en riesgo a la familia salvadoreña? El anterior ministro de Salud me trató en varias oportunidades de insolente por preguntarle en varias oportunidades por situaciones como esta. Pero, cuál es la verdad en relación con ambos casos. En lo que se refiere al control de calidad se puede decir sin temor a equivocarse que este es pobre e inconsistente. Sobre los precios, la explicación es más larga, pero tiene que ver con un claro abuso del sistema de libre mercado.
En el precio de los medicamentos la cadena de comercialización es un poco más larga, porque en El Salvador además del laboratorio, el distribuidor y la farmacia que vende al público, se agrega en muchos casos el médico y la expendedora de la farmacia, que reciben comisión. Al final gana el laboratorio, el distribuidor, el médico, la farmacia y el empleado de la farmacia y... pierde usted y yo. Póngale ojo cuando un médico le entrega un cupón de descuento o el o la dependiente de la farmacia le quita una pestaña del envoltorio. Ahí va el engaño.
Algunos han empezado a decir que el proyecto enviado por el Ministerio de Salud a la Asamblea es aberrante. Es posible que tenga algunos errores, pero ¿no es aberrante la situación actual?
No estoy defendiendo la fijación de precios, menos un mercado controlado totalmente por el Gobierno, cosa que normalmente lleva la escasez de medicamentos. Sin embargo, la experiencia determina que las cosas no pueden seguir como hasta ahora. El Estado tiene que jugar un rol importante en la comercialización de medicamentos y en la protección de la salud de la población. No hacerlo sería incumplir con la Constitución y con la mínima base ética con que se debe manejar el mercado. No se vale seguir igual.
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