Escrito por Ricardo Esmahan. 16 de Marzo. Tomado de El Diario de Hoy.
Sebastián Piñera Echenique tomó protesta como Presidente de Chile, la semana pasada. El ascenso del flamante Presidente chileno guarda similitud con la novel presidencia de Mauricio Funes. Ambos lideraron coaliciones políticas que los llevaron al poder luego de cuatro gobiernos de un mismo partido político. Ambos usaron como eje de campaña el concepto del "cambio".
Pero por su parte, el Presidente Piñera se ha esmerado en caracterizar su mandato con un cambio sustancial en la eficiencia y efectividad del gobierno. Desde su candidatura planteó hacer las cosas bien para la gente y no para las notas mediáticas. Destacó que el verdadero servicio público es el que se dedica al ciudadano y no a los intereses partidarios. Además de la eficiencia y efectividad, Piñera incluyó un sentido de urgencia para su gestión. Si hay un lugar donde no se puede perder el tiempo es en un gobierno, sobre todo con un Chile golpeado por un devastador terremoto.
Según la opinión pública chilena, la búsqueda de eficiencia se expresó en la selección de quienes conforman su círculo más cercano de colaboradores y su gabinete de ministros, entre ellos profesionales con trayectoria destacada en el ámbito gerencial y no sólo en la academia e investigación social. Su gabinete lo conformó privilegiando la gestión y los resultados rápidos. Una "meritocracia" efectiva. Un equipo conformado por los méritos de gestión. Aunque carezcan de habilidades políticas, sus ministros rebosan de competencia y capacidad administrativa, clave para mover el aparato de gobierno a lograr resultados.
Desde un inicio Piñera estableció con claridad el rumbo de su gobierno y supo transmitir hacia dónde quiere llevar a Chile. El programa de Gobierno fue ampliamente debatido por la sociedad chilena que tuvo la oportunidad de conocerlo y compartirlo. Las consultas incidieron en el orden de prioridades y los tiempos de ejecución, sin embargo el liderazgo mantuvo el espíritu: vital, eficiente y urgente.
Piñera acierta en pedir que su gobierno sea medido por la eficiencia de su gestión y sin duda éste será el principal parámetro que utilice la ciudadanía. Bien dice el viejo proverbio: "De buenas intensiones está empedrado el camino..."
Veamos en contraste el gobierno de Presidente Funes. Es de considerar que 10 meses es un tiempo prudencial para evaluar su desempeño como "gobierno del cambio". Llego al poder con una serie de promesas como el combate frontal a la delincuencia y la corrupción y la creación de una fábrica de empleo, entre otros, para enfrentar los terremotos sociales de la sociedad salvadoreña.
Interesante fue una reciente entrevista al ex candidato presidencial por el FMLN, Facundo Guardado, quien destacó que el Presidente Funes no tiene un proyecto político. Y que la popularidad del Presidente radica en que se ve bien porque "no está haciendo nada". El señor Guardado destacó que la ruta socialdemócrata impulsada por el Presidente no cuenta dentro de su equipo de gobierno con nadie que la exprese y defienda públicamente, principalmente por miedo a ser acusados de derechistas y traidores. Recalca que nadie del gabinete tiene el coraje de defender públicamente lo que quieren hacer y hacia dónde quieren llevar el país.
La brecha del Presidente y sus funcionarios, en algunos casos es patética. En tanto Funes ha sido claro al definir posiciones ante la Asamblea y su partido, frente al proyecto ALBA, decir sin tapujos quiénes son sus referentes: Lula y Obama; algunos ministros que en oposición fueron avezados políticos y grandes críticos ante cámaras hoy, sobre el macho, son como aquellas tormentas de "muchos truenos y poca lluvia", para decirlo con refino al igual que en 1599 lo dijo Shakespeare.
elsalvador.com :.: Dijo Shakespeare: Mucho ruido y pocas nueces
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